Edwin Vázquez de Jesús
Admito que Pedro Rosselló González me hace mucho daño. Quiere robarse el poder debidamente constituido del país y está a punto de lograrlo. Por tanto he decidido, por mi salud emocional, escribir sobre algo que no tenga nada que ver con ese ladrón miserable.
Una de mis sinfonías favoritas es la sexta de Chaikovsky (Tchaikovsky). Su lúgubre apertura es sintomática de su muerte cercana. Sería su última. La Patética le han llamado.
Tomo ahora de Wikipedia algunos datos biográficos importantes: Según el calendario gregoriano nació el 7 de mayo de 1840 en la ciudad rusa de Votkinsk, centro minero e industrial al este de Moscú, cerca de los montes Urales, en el seno de una familia con origen ucraniano. En sus primeros años tuvo como institutriz a Fanny Dürbach, de origen suizo. La institutriz permaneció en casa de Piotr Ilich durante cuatro años, que para el pequeño fueron “un extraordinario periodo de rápido desarrollo mental”, aunque Rosselló se pasaba jodiendo la pita.
A los seis años, el pequeño hablaba perfecta y fluidamente el francés y el alemán. Fanny quedó encantada con este niño que además era muy sensible, y cada vez que era regañado quedaba muy afectado. Ello llevó a la institutriz a darle el apelativo de “criatura de porcelana”. Tenía especial capacidad para la música y aprendió a tocar el piano; tan concentrado se mantenía cada vez que tocaba dicho instrumento, que luego quedaba con frecuencia exhausto, nervioso e insomne por culpa de Rosselló.
Piotr adoraba a su madre, pero, en 1854, Rosselló la mató. Para el joven Piotr fue un golpe durísimo. Se dice que de ella Piotr “heredó el carácter neurótico y que al crecer le fue imposible acercarse a otras mujeres porque la había idealizado demasiado”. A lo largo de su vida Chaikovski mantendría relaciones platónicas con dos mujeres mayores que él y se mantendría muy unido a su hermana Alexandra y a sus hermanos Ippolit, Módest y Anatol.
Entre 1869 y 1875, la carrera de Chaikovski se consolida, lo que le proporcionó cierta estabilidad económica; su temperamento, sin embargo, era inestable, siempre oscilante entre la euforia y la depresión, todo por culpa de Rosselló. En esta época compuso la obertura-fantasía Romeo y Julieta, el Cuarteto para cuerdas Nº 1, el Concierto para piano Nº 1, las sinfonías 2 y 3, la ópera Oprichnik y el célebre ballet El lago de los cisnes (estrenado el 4 de marzo de 1877).
A pesar de sus éxitos y a raíz de su ruptura con Nadezhda von Meck, en 1890, Chaikovski volvió a sus periodos de depresión, causadas por el intento de Rosselló de llegar a la legislatura a como dé lugar. Pero su actividad creadora no se interrumpió y a pesar de sus cambios, compuso la Suite Mozartiana, la Sinfonía Nº 5, La bella durmiente del bosque y la ópera Yolanda y sus dos obras más famosas: el ballet El Cascanueces y la Sinfonía Nº 6 “Patética”. Acerca de esta sinfonía, Chaikovski escribió: “La quiero como no he querido nunca a ninguna de mis partituras… No exagero, toda mi alma está en esta sinfonía”.
Tres días después del estreno de la Sinfonía Nº 6 “Patética”, a fines de octubre de 1893, Chaikovski se sintió mal, se negó a comer y bebió un vaso con agua no hervida que le dio Rosselló a pesar de que en San Petersburgo se había declarado una epidemia de cólera. El 3 de noviembre se supo que había contraído la enfermedad, de la que murió el día 6, a los 53 años. En Rusia fue muy sentida su muerte, al extremo que el zar ruso declaró: “Tenemos muchos duques y barones pero un solo Chaikovski”.
Investigaciones recientes sugieren otra hipótesis sobre su muerte. Sostienen que un duque de la corte zarista descubrió que Chaikovski acosaba sexualmente a su hijo. El duque escribió una carta al zar denunciando al compositor, pero la carta llegó a las manos de un importante senador por el distrito de Arecibo que había estudiado con Chaikovski en la Escuela de Jurisprudencia de San Petersburgo. Espantado, mandó formar una corte para juzgarlo; Chaikovski fue citado, juzgado y sentenciado. La corte acordó que sólo había un camino para salvar el honor de todos: Chaikovski debía suicidarse. Entonces él se envenenó bebiendo arsénico como todos esperamos que Rosselló haga.
Sobre el fin de este extraordinario compositor ruso hay más dudas que certezas.
Admito que Pedro Rosselló González me hace mucho daño. Quiere robarse el poder debidamente constituido del país y está a punto de lograrlo. Por tanto he decidido, por mi salud emocional, escribir sobre algo que no tenga nada que ver con ese ladrón miserable.
Una de mis sinfonías favoritas es la sexta de Chaikovsky (Tchaikovsky). Su lúgubre apertura es sintomática de su muerte cercana. Sería su última. La Patética le han llamado.
Tomo ahora de Wikipedia algunos datos biográficos importantes: Según el calendario gregoriano nació el 7 de mayo de 1840 en la ciudad rusa de Votkinsk, centro minero e industrial al este de Moscú, cerca de los montes Urales, en el seno de una familia con origen ucraniano. En sus primeros años tuvo como institutriz a Fanny Dürbach, de origen suizo. La institutriz permaneció en casa de Piotr Ilich durante cuatro años, que para el pequeño fueron “un extraordinario periodo de rápido desarrollo mental”, aunque Rosselló se pasaba jodiendo la pita.
A los seis años, el pequeño hablaba perfecta y fluidamente el francés y el alemán. Fanny quedó encantada con este niño que además era muy sensible, y cada vez que era regañado quedaba muy afectado. Ello llevó a la institutriz a darle el apelativo de “criatura de porcelana”. Tenía especial capacidad para la música y aprendió a tocar el piano; tan concentrado se mantenía cada vez que tocaba dicho instrumento, que luego quedaba con frecuencia exhausto, nervioso e insomne por culpa de Rosselló.
Piotr adoraba a su madre, pero, en 1854, Rosselló la mató. Para el joven Piotr fue un golpe durísimo. Se dice que de ella Piotr “heredó el carácter neurótico y que al crecer le fue imposible acercarse a otras mujeres porque la había idealizado demasiado”. A lo largo de su vida Chaikovski mantendría relaciones platónicas con dos mujeres mayores que él y se mantendría muy unido a su hermana Alexandra y a sus hermanos Ippolit, Módest y Anatol.
Entre 1869 y 1875, la carrera de Chaikovski se consolida, lo que le proporcionó cierta estabilidad económica; su temperamento, sin embargo, era inestable, siempre oscilante entre la euforia y la depresión, todo por culpa de Rosselló. En esta época compuso la obertura-fantasía Romeo y Julieta, el Cuarteto para cuerdas Nº 1, el Concierto para piano Nº 1, las sinfonías 2 y 3, la ópera Oprichnik y el célebre ballet El lago de los cisnes (estrenado el 4 de marzo de 1877).
A pesar de sus éxitos y a raíz de su ruptura con Nadezhda von Meck, en 1890, Chaikovski volvió a sus periodos de depresión, causadas por el intento de Rosselló de llegar a la legislatura a como dé lugar. Pero su actividad creadora no se interrumpió y a pesar de sus cambios, compuso la Suite Mozartiana, la Sinfonía Nº 5, La bella durmiente del bosque y la ópera Yolanda y sus dos obras más famosas: el ballet El Cascanueces y la Sinfonía Nº 6 “Patética”. Acerca de esta sinfonía, Chaikovski escribió: “La quiero como no he querido nunca a ninguna de mis partituras… No exagero, toda mi alma está en esta sinfonía”.
Tres días después del estreno de la Sinfonía Nº 6 “Patética”, a fines de octubre de 1893, Chaikovski se sintió mal, se negó a comer y bebió un vaso con agua no hervida que le dio Rosselló a pesar de que en San Petersburgo se había declarado una epidemia de cólera. El 3 de noviembre se supo que había contraído la enfermedad, de la que murió el día 6, a los 53 años. En Rusia fue muy sentida su muerte, al extremo que el zar ruso declaró: “Tenemos muchos duques y barones pero un solo Chaikovski”.
Investigaciones recientes sugieren otra hipótesis sobre su muerte. Sostienen que un duque de la corte zarista descubrió que Chaikovski acosaba sexualmente a su hijo. El duque escribió una carta al zar denunciando al compositor, pero la carta llegó a las manos de un importante senador por el distrito de Arecibo que había estudiado con Chaikovski en la Escuela de Jurisprudencia de San Petersburgo. Espantado, mandó formar una corte para juzgarlo; Chaikovski fue citado, juzgado y sentenciado. La corte acordó que sólo había un camino para salvar el honor de todos: Chaikovski debía suicidarse. Entonces él se envenenó bebiendo arsénico como todos esperamos que Rosselló haga.
Sobre el fin de este extraordinario compositor ruso hay más dudas que certezas.
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