Recientemente desaparecieron en Puerto Rico dos niñas que fueron aparentemente secuestradas por adultos que conocieron a través de la internet. Hoy se nos informa de la posibilidad de dos más. No me extraña porque hace años que los depredadores sexuales, especialmente los pedófilos, están usando la internet, especialmente a través de los servicios de chateo, para atrapar a niños y niñas para cometer actos lascivos y hasta para asesinarlos luego, desapareciendo de esta forma la evidencia. Unos tres días después de una de estas desapariciones Yolanda Zayas, quien dirigía el Departamento de la Familia, anunció a la prensa que el presunto secuestrador se exponía hasta a 45 años de prisión si es que molestaba sexualmente a la niña. Vamos a disectar este comentario.
En la naturaleza existe todo tipo de depredadores pero éstos tienen dos cosas en común. La primera es paciencia. Un animal depredador puede estar horas escondido en un matorral sin agua ni comida aguardando pacientemente el momento adecuado. Y no sufre porque lo mantiene el placer que le provoca la posibilidad de atrapar a su presa. La segunda característica es que cuando atrapan a su presa la atacan con saña, no sea que se les escape, y se la comen con prontitud porque pueden venir otro depredador y robárselas.
Por eso me preocupé sobremanera con las palabras de Zayas. El mensaje que le estaba enviando a su secuetrador era que más valía que no lo agarraran, y mucho menos con la evidencia entre sus manos, porque pagaría caro su pecado. El mensaje era que, si en verdad había violado a la niña, saldría mejor desapareciendo la evidencia, con toda la implicación horrorosa que eso implica.
Lo otro que me llamó la atención de los comentarios de Zayas fue el naiveté demostrado. Si un adulto extraño tiene los pantalones de llegar a altas horas de la noche a recoger a una niña de 12 años para llevársela no es para ayudarla con las tareas del colegio, ni para llevarla a la iglesia, ni para leerle la biblia. A esta gente la mueve la depredación sexual.
Algunos miembros de la prensa puertorriqueña no se han quedado atrás en su despliegue de ignorancia patente. En algunas de las noticias decía, y parafraseo: "se cree que se fue con un adulto de 50 años o más." La aseveración implícita es que si el adulto fuera de menos edad el caso sería menos escandaloso. ¿Es que es menos criminal el pedófilo de 20 que el de 60 años?
Para colmo, y añadirle a mi angustia, soy padre de tres niñas, leo las declaraciones irresponsables, sexistas e ignorantes de un tal Ismael Cintrón, director auxiliar del Negociado de Investigaciones Criminales a cargo de Interpol. Este señor declaró que la razón por las que hay más niñas víctimas que niños (75% a 25%) es culpa, por lo menos en parte, de las niñas. Cito al periódico Primera Hora: "Cintrón atribuyó la prevalencia de hembras a algo que no tiene nada que ver con tecnología y que es parte del conocimiento popular hace décadas: la mujer madura mucho más rápido que el hombre por lo que se convierte, más temprano en su vida, en presa fácil de los que buscan seducirlas." Puesto de otra forma Cintrón alega que las niñas maduran sexualmente y buscan tener relaciones sexuales a través de la internet antes que los niños por lo que hay dos culpables: el depredador y la presa que lo atrajo. Este argumento es como el que se esgrime contra algunas mujeres víctimas de violaciones sexuales cuando se les pregunta que qué llevaban puesto, cuán apretada llevaban la ropa y si estaban coqueteando.
En la naturaleza existe todo tipo de depredadores pero éstos tienen dos cosas en común. La primera es paciencia. Un animal depredador puede estar horas escondido en un matorral sin agua ni comida aguardando pacientemente el momento adecuado. Y no sufre porque lo mantiene el placer que le provoca la posibilidad de atrapar a su presa. La segunda característica es que cuando atrapan a su presa la atacan con saña, no sea que se les escape, y se la comen con prontitud porque pueden venir otro depredador y robárselas.
Por eso me preocupé sobremanera con las palabras de Zayas. El mensaje que le estaba enviando a su secuetrador era que más valía que no lo agarraran, y mucho menos con la evidencia entre sus manos, porque pagaría caro su pecado. El mensaje era que, si en verdad había violado a la niña, saldría mejor desapareciendo la evidencia, con toda la implicación horrorosa que eso implica.
Lo otro que me llamó la atención de los comentarios de Zayas fue el naiveté demostrado. Si un adulto extraño tiene los pantalones de llegar a altas horas de la noche a recoger a una niña de 12 años para llevársela no es para ayudarla con las tareas del colegio, ni para llevarla a la iglesia, ni para leerle la biblia. A esta gente la mueve la depredación sexual.
Algunos miembros de la prensa puertorriqueña no se han quedado atrás en su despliegue de ignorancia patente. En algunas de las noticias decía, y parafraseo: "se cree que se fue con un adulto de 50 años o más." La aseveración implícita es que si el adulto fuera de menos edad el caso sería menos escandaloso. ¿Es que es menos criminal el pedófilo de 20 que el de 60 años?
Para colmo, y añadirle a mi angustia, soy padre de tres niñas, leo las declaraciones irresponsables, sexistas e ignorantes de un tal Ismael Cintrón, director auxiliar del Negociado de Investigaciones Criminales a cargo de Interpol. Este señor declaró que la razón por las que hay más niñas víctimas que niños (75% a 25%) es culpa, por lo menos en parte, de las niñas. Cito al periódico Primera Hora: "Cintrón atribuyó la prevalencia de hembras a algo que no tiene nada que ver con tecnología y que es parte del conocimiento popular hace décadas: la mujer madura mucho más rápido que el hombre por lo que se convierte, más temprano en su vida, en presa fácil de los que buscan seducirlas." Puesto de otra forma Cintrón alega que las niñas maduran sexualmente y buscan tener relaciones sexuales a través de la internet antes que los niños por lo que hay dos culpables: el depredador y la presa que lo atrajo. Este argumento es como el que se esgrime contra algunas mujeres víctimas de violaciones sexuales cuando se les pregunta que qué llevaban puesto, cuán apretada llevaban la ropa y si estaban coqueteando.
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