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martes, 29 de agosto de 2006

Capítulo 4: Esperanzo Matos Casi se Rinde

Edwin Vázquez de Jesús

La Delirante Historia de Esper Matos
Lea los capítulos 1-3 más abajo


Capítulo 4: Esperanzo Matos Casi se Rinde

La eyaculación que lanzó a Esperanzo Matos a Vaginalia había sido fantástica. Aquello había sido un orgasmo de primera. Esper nadaba en un semen saludable, con mucha fructosa para proveerle energía, y con una buena dosis de prostaglandinas para hacer que el útero se contrajera y lo enviara hacia los oviductos. Esper Matos había escogido el oviducto correcto y ya estaba en el túnel. Varios millones de sus compañeros se habían metido en el túnel equivocado, el que conducía a un ovario que ese mes no había liberado un óvulo.

La chica que había recibido entre gemidos la descarga seminal estaba en el mismo medio de su ciclo ovariano. Era el día catorce y había liberado un óvulo. Éste se encontraba ya en el túnel, en el oviducto, viajando en dirección hacia Uteralia, sin tener idea de que le esperaban millones de espermatozoides, todos con la única intención de fecundarlo un poco más abajo en el túnel.

Esper nadaba con furia. Miró a su alrededor y calculó que habían por lo menos doscientos millones de espermatozoides tan decididos como él a fecundar el óvulo. En la distancia logró reconocer a dos o tres. Allí estaba Crisanto, siempre tan religioso. Vio a Coquito, siempre al lado de Espermo Martínez. Eran amigos íntimos y nadaban juntos. Epifanio Didimo nadaba cerca de ellos. Todos lo conocían por Epi. Epi Didimo, conocedor del arte de la estafa y tan amigo de Martínez. Evaristo no estaba lejos. Eva, como le decían, era un espermatozoide con un rabito tan corto que lo tenía acomplejado. Esto le causaba ataques de depresión súbita que le hacían insultar a los colegas a su alrededor. Un espermatozoide miserable que nunca llegaría a su destino. Vio a Pedro el ladrón, y miles de espermatozoides siguiéndole y rindiéndole pleitesía. Ellos apostaban a que Pedro sería el ganador de esta contienda. No sabían que la suerte estaba echada y el futuro no le deparaba nada bueno a un espermatozoide corrupto. Por supuesto la mayoría de los colegas que reconoció eran espermatozoides decentes. Y sintió alivio al darse cuenta de que eran éstos los que lo acompañaban.

Esperanzo estaba cansado de tanto nadar. Se sentía desfallecer. Le asfixiaba la masa de células a su alrededor. Ya muchos se habían rendido. Se sentía a punto de enfrentar la famosa pared de los maratonistas. El punto donde el cuerpo dice basta. La mente quiere seguir pero el resto del cuerpo se rinde. Fue perdiendo fuerzas. Nadó cada vez más lentamente. Sentía los aleteos de los demás espermatozoides que le pasaban. Sentía la muerte llegar cuando de pronto, mientras cerraba los ojos, vio algo luminoso en la distancia. Era una masa enorme. Gigantesca. Lo que fuera estaba rodeado por miles de células más pequeñas. Esper Matos sintió un golpe de electricidad entrarle por la cabeza y salirle por el rabo. Se sintió recuperado, fuerte, resucitado. Agitó la cola con fuerza y nadó como nunca. Había visto al óvulo. Continuará…

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