El infierno de osopeludo23

Edwin Vázquez de Jesús

Una novela cibernética

Capítulo 1: Bienvenido a mi infierno

Llevaba diez minutos mirando fijo a la pantalla, perdido en su mundo de odio. Si tuviera un martillo podría destruir el monitor y sería como hacer el amor. El sólo pensarlo le había provocado una erección tan fuerte que sentía que se le rompería el pantalón. Salió de su estupor cuando sonó el teléfono. Miró alrededor a través de su cubículo para asegurarse de que nadie se había dado cuenta de que se había ido en blanco. Pero cada cual seguía en lo suyo. Tomó el teléfono sin ganas, se lo acercó al oído y decidió que no. No estaba para nadie. “Si es el jefe que se joda” pensó.

Leía obsesivamente lo mismo, una y otra vez. Movía el ratón para arriba y para abajo, la barra del documento para arriba y para abajo, una y otra vez. - “Maldito arrogante” – se descubrió decir en voz alta. No soportaba lo que escribía el maldito, cómo lo escribía, y la pretensión de académico que destilaba. –“Este se cree la gran mierda y no se equivoca”-

Entonces la idea le vino como un golpe en la cabeza. Se llevó las manos a la boca para que no escucharan sus jadeos. Se sentía como Salieri odiando a Mozart de lejos. Excepto que a él no le sucedería lo que a Salieri. No señor. Este pendejo se las iba a pagar. Se cree el gran escritor. El gran original. El gran comediante. Payaso.Decidió jugar el juego con sus propias reglas. Él tendría el control de las cosas. Y le dejaría saber al gran simio quién manda aquí.

Cerró la página del blog que miraba y se conectó a Blogger. Le tomó dos minutos crear su propio blog. Le enviaría una invitación al gorila. El plan era sencillo. Un blog donde le dejaría saber todo lo que sentía. Y sólo ellos dos lo podrían ver. Le encantó el título que le puso:

BIENVENIDO A MI INFIERNO.

Por supuesto le envió un correo electrónico a la causa de sus desajustes. Eran las 4:15 y se preparaba para salir. A las 4:23, en algún otro lugar la causa de sus desajustes, el maldito, el arrogante, la causa de sus males vio que había recibido un mensaje anónimo. Lo miró por encima y lo borró sin mayor importancia.

Sonrió levemente. La frase le bajó redonda como le bajaban a Pedro Salinas. La tecnología sencilla vence a la tecnología avanzada. Otro imbécil cuya identidad sería desenmascarada. Como la de tantos otros. Continuará…