jueves, 31 de mayo de 2007

Vampiros alcohólicos sobre Puerto Rico y una lección sobre el 10.

Puerto Rico será atacado pronto por una horda de vampiros alcohólicos. Pero antes tengo que explicar algo relacionado con el número diez y que guarda relación directa con la invasión vampirezca que se avecina.

Me encanta el sistema decimal porque está basado en el número 10 que a su vez es lo que lo hace decimal. Esta aseveración puede parecer una redundancia pero incorpora el poder del sistema. En realidad es una tautología, un razonamiento circular que parece no llegar a ningún sitio. Pues santo y bueno porque con ese sistema estamos firmemente anclados en el número 10 y saltamos y damos vueltas sobre éste para generar otras cifras que tienen su epicentro en ese maravilloso número. Se me hace tautológico.

El sistema decimal es un acordeón, ese instrumento musical que se estira y comprime para producir un tango lujurioso. Uno y cero. Le sacas el 1 y te quedas sin nada. Le pones el 1 a la izquierda y tienes diez cosas. Un 10. Se lo pones al otro lado, brincas por encima el cero, y tienes una sola cosa. Un 01. Que es uno.

Ahora le añado un cero, que supuestamente no tiene valor, a la derecha del 10 y tengo diez veces diez. 100. Otro cero y tengo diez veces cien. 1,000. Otro y tengo diez veces mil. 10,000. ¿Sienten la música? Estiramos el acordeón y los amantes siguen la danza sudorosos. Ahora a buscar otras notas. Comprimamos la sinfonía. Le quito un cero al 10,000 y tengo diez veces menos. 1,000. Así sigo hasta volver a mi diez. Le quito su miserable cero y me quedo con un uno. 1. Pero quiero que siga el tango. Ahora halo el acordeón para el otro lado. Rompo el 1 en diez pedacitos y tengo décimas. De hecho, diez décimas. 0.1. Ahí está en todo su esplendor. De todas las posiciones que puedan tener todos los números del infinito, ahí está la más famosa. El cero a la izquierda del punto. El peor lugar donde se puede ubicar un ser humano. Y muchos que hay ahí. De hecho ese cero no hay que escribirlo. En las ciencias tenemos la costumbre de ponerlo para evitar errores por si alguien no ve el punto. El cero nos dice: alerta que viene un punto.

Ahora cojo cada uno de los diez pedacitos del uno que corté con un cuchillito y los pico a su vez en diez pedacitos más pequeños. Me maravillo ante mis cien nuevos pedacitos únicos (o sea, provenientes del uno) y hasta les pongo nombres. Centésima 1, centésima 2, centésima 3, etc. Y para representarlos voy a mi gaveta de ceros y ubico otro a la derecha del punto. 0.01. Ahora cojo mis cien pedacitos con mucho cariño, busco un cuchillo más pequeño, los pongo bajo un microscopio, y obviando los gritos aterrorizados de mis cien centésimas pico a cada una en diez pedacitos. Tengo mil pedazos. Y a cada uno le pondré un nombre: milésima 1, milésima 2, milésima 55, y así sucesivamente. Y usaré otro cero para representarlas: 0.001.

Esto se pone tan entretenido y fácil que se me ocurre, en un acto de originalidad muy mía, usar el sistema decimal para medir cosas. Me pongo de acuerdo con alguien para un sistema de longitud. Busco una vara, le pregunto a par de colegas si podemos usarla como un estándar de medida, siempre de ese tamaño y me dicen que sí. Le bautizo “Metro”. Me voy por ahí a medir carreteras con mi vara, marcando el punto de salida con un cero (todavía me quedan en la gaveta), marcando cada metro, y cuando llego a mil pongo un letrero con el siguiente mensaje: “aquí hay mil metros desde mi punto de partida”. Muy largo el letrero. Entonces, en otro ataque de genialidad me invento una palabra: milmetro. Jum. No me gusta cómo suena. Debería hacer como esos científicos que se pasan usando palabras griegas y escribir algo más elegante. Busco en Google y descubro que en griego mil se dice kilo. Ya está. Mi letrero ahora dice kilómetro. Suena mejor. Un kilómetro tiene mil metros. Le voy a sacar tremenda nota súbita al acordeón para ver cómo se ponen los amantes bailarines y pico mi vara en mil pedazos. A cada pedazo lo bautizo con el nombre de milímetro. Milímetro 1, milímetro 2, milímetro 1,000. Y usando mi analogía del acordeón si tengo cinco milímetros escribiré 0.05 milímetros ó 0.05 mm.

Si puedo hacer esto con distancias por qué no hacerlo con volúmenes. Llamo a mis colegas, lleno un envase con agua y les digo: llamaré a esto litro. Y les informaré que he decidido que el agua contenida en mil de esos envases se llamará kilolitro. Y que si cojo un litro y lo divido en mil porciones cada una se llamará mililitro. Y que si me da la gana de dividir cada uno de los mil mililitros en diez porciones a cada una la llamaré microlitro. Y así por el estilo.

Le pondré nombre a mi sistema. Le llamaré sistema métrico. Sólo las sociedades avanzadas lo usarán porque serán lo suficientemente inteligentes para entender su sencillez. Este sistema es superior al de los brutos de las cuevas primitivas. Claro que no se podía esperar mucho más de ellos. Así que usaban los pies para medir. Como si todos los pies fueran iguales. Presumo que alguno de ellos, más inteligente que los demás, llamémoslo Langa, puso la cosa en orden y le dijo a sus colegas Unga y Tambo: “Tú tener pie chiquito, tú tener pie grande, yo tener pie normal, mi pie usaremos para medir”. Y así se estandarizó la cosa. Y nuestros tres primitivos se constituyeron en el CMP (Comité de Medidas Primitivas). Pero tan desacreditado fue el sistema entre las sociedades avanzadas que de esa práctica surgió la frase “lo está haciendo con los pies” para decir que alguien está haciendo una porquería.

Un día algún otro primitivo quería medir un ratón que había atrapado pero como Langa no estaba para prestar su pie en la medida, usó parte de uno de sus dedos pulgares. Cuando el CMP llegó a la cueva y el ratonero les contó la medida que había inventado por supuesto lo mataron a garrotazos ya que toda nueva medida tenía que pasar por el CMP. Aún así les gustó la idea del difunto y le llamaron a la nueva medida pulgada, en honor al dedo gordo de la mano. Nada, que el CMP entró en una orgía de medidas y pesos y usaron cuanta porquería encontraron: tasas, galones y hasta mojones, que son las pilas de tierra o piedras que dejaba la gente cada cierta distancia para medirlas y que por sus formas lograron que la palabra sobreviviera pero en alusión a otro pila de apariencia similar (de esta práctica sobrevive en el inglés la palabra “milestone” o “piedra de milla” y que ahora se usa para representar un logro esperado).

Y así sucedió que las sociedades avanzadas se quedaron con el sistema métrico y dos o tres se quedaron con el sistema primitivo del CMP.

Ahora a los vampiros. Sucede que éstos sufren nuestros mismos problemas y vicios, con la leve excepción de la manía esa de darse unos traguitos de sangre humana de vez en cuando. Pues algunos vampiros, en etapas de escasez, le chuparán la sangre al primer sátrapa que se encuentren en la noche, y que son demasiadas veces borrachos de la calle. Y así es como se forma un vampiro alcohólico. De tanto beber sangre de borrachos. El problema es tan serio que han formado una organización llamada VAA (Vampirs Alcolics Anonims; el nombre es rumano). Allí se sientan y de pronto alguien se para y dice algo como “Hola, yo soy Draculón y soy un alcohólico”.

Pues se ha regado la noticia de que Puerto Rico es un paraíso para los vampiros alcohólicos. Y se debe al sencillo hecho de que algunos de los miembros de nuestra prensa, cuando de matemática se trata son (¿cuál es la palabra que busco?)…unos brutos peores que Langa, Unga y Tambo combinados. Es el asunto del por ciento de alcohol en la sangre. El límite de alcohol que uno pueda tener en la sangre para conducir en Puerto Rico no puede llegar al 0.08 por ciento. ¿Recuerdan el tango? 0.08 quiere decir que usted tiene cien números 1s, enteritos, gordos y coloraos, y a uno de ellos lo picó en cien pedazos (¿recuerdan las centésimas?), y de esos cien pedazos sacó 8 aparte. Ese es el alcohol. El resto es sangre. Eso es 0.08 por ciento. El acordeón otra vez. 0.8 es diez veces mayor que 0.08. De hecho, si le conseguimos a 0.08 dos amiguitos 0.01 llegará a 0.1, que es lo mismo que 0.10.

Dicho esto, leamos parte de una noticia que salió ayer sobre el arresto por embriaguez del cantante Manny Manuel:

"Según el capitán Rodríguez, el promedio está entre .9% y .17%. Aclaró que
aunque se han dado casos en los que las personas registran más de .22%, son muy
pocos. El nivel legal de alcohol en la sangre es de .8%."


Yo no sé qué dijo el capitán Rodríguez. Pero quien escribió la noticia y citó al capitán, o sea, el reportero, obviamente no se ha dado cuenta del disparate publicado.

Veamos ahora qué hacen los distintos niveles de alcohol en la sangre:

  • 0.02 Sentimiento relajado. Leve aumento de la temperatura del cuerpo. Menos inhibido.
  • 0.05 Ralajación notable. Menos alerta. Menos enfocado en lo que hace. Comienza a perderse la coordinación.
  • .08 Efecto marcado sobre la coordinación y el juicio. Límite legal para conducir.
  • 0.10 Ruidoso. Conducta posiblemente bochornosa. Reducción en el tiempo de reacción.
  • 0.15 Balance y movimientos descontrolados. Claramente borracho
  • 0.30 Puede perder la conciencia
  • 0.40 La mayoría pierde la conciencia. Algunos mueren.
  • 0.50 Se detiene la respiración. Muerte.

Si lo que el capitán Rodríguez o lo que el reportero dijo que él dijo es cierto, y el nivel legal de alcohol en la sangre en Puerto Rico es 0.8%, cuando al 0.5% mueren estamos bien (¿cuál es la palabra que busco?)…jodidos.

Lo que es peor es que un reportero dijo en la radio que Manny Manuel tenía un 33% de alcohol en la sangre. Así. Sin puntos a la izquierda. O sea, Manny era una especie de trago fuerte, algún cognac. Una tercera parte de su sangre era alcohol y aún así está vivo. Puro milagro de Dios. Los vinos riojanos que disfruto tienen un contenido de 12-13% de alcohol. Los oportos están entre 18 y 20%. Los licores como whiskeys, vodka y ron están por los 40%. Manny estaba cerca de convertirse en un Johnny Walker.

Y ahora lo peor. Algunos vampiros han leído la edición electrónica de El Nuevo Día y se han creído lo que dizque dijo el capitán Rodríguez. La información que tenemos es que se dirigen en tropeles hacia acá, los vampiros alcohólicos, sedientos de sangre, digo de alcohol. Lo que me lleva a la conclusión de que Manny Manuel está bien pero que bien (¿cuál es la palabra?)…jodido.

Edwin Vázquez de Jesús
UPR-Cayey

Artículo relacionado: El Nuevo Día Sigue con Sus Disparates Decimales.
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alcohol sangre

4 comentarios:

  1. Anónimo12:52 p. m.

    ¡Fantástico! Está genial este artículo, lo felicito. No me pierdo ni uno de sus posts.

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  2. Edwin:

    Eres un grán escritor y quizás debes considerar la idea escribir una novela que sirva de guión en Holloywood, je, je.

    En cuanto a los números:

    Un día me puse a pensar como rayos la mercancía de las tiendas tienen números en la etiqueta escritos con una serie de rayitas finitas y otras gordas. Entonces, el cajero hace un "scan" sobre las rayitas y aparece un número en la registradora.

    Esto es un sístema númerico binario en donde tan solo hay dós símbolos (01) para contar; los cuales son representados por el grosor de las rayitas. Muy bueno para la computadora, pero horrendo para el ser humano el cual prefiere diez símbolos (0123456789).

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  3. Gracias Cristóbal. El sistema binario tiene sus ventajas también y como sabes es el que se usa para la computación y la digitalización. Pero es muy aburrido, cero y uno.

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