San Pablo el machista

La Iglesia Anglicana de Gran Bretaña, sede de esa secta a nivel mundial, ha aprobado el nombramiento de mujeres como obispos. Esto amenaza con dividir a dicha iglesia porque los tradicionalistas se oponen a que a las mujeres se les otorguen los mismos derechos que a los hombres.

A través de todo el mundo, salvo pocas excepciones, han sido las religiones las culpables de que a las mujeres se les considere inferiores a los hombres. Es por ello que la discriminación por género tiene sus raíces en la religión y la razón por la que dicha discriminación ha sido aceptada como algo natural. El cristianismo, por supuesto, no se queda atrás. El caso más patente es el de la prohibición de la Iglesia Católica a que las mujeres ejerzan el sacerdocio. ¿Acaso los hombres son por naturaleza más piadosos que las mujeres?



Las raíces de la discriminación contra las mujeres se encuentran nada menos que en la Biblia. La sociedad hebrea era una sociedad patriarcal donde a la mujer se le veía como un instrumento reproductivo. De entrada, en el Génesis, Dios crea al hombre primero. Entonces le dio pena con Adán, que aparentemente miraba a las vacas con cierta lujuria, y "de una costilla" hizo a Eva. El mandato de dios fue claro.



Vemos luego que entre los diez mandamientos de Moisés hay uno que dice: no codiciarás a la mujer de tu prójimo. Nada dice sobre codiciar el hombre de la prójima, lo que, por defecto era aparentemente permitido. Aún así no debe sorprendernos esta actitud machista en el Antiguo Testamento. Después de todo fue escrito por hombres. Lo que sí nos debería sorprender es que esta actitud pasa al Nuevo Testamento, el nuevo pacto, sin cambios. Claro está que también fue escrito por hombres criados en la misma tradición hebrea de los del Antiguo Testamento.



Los escritores del Nuevo Testamento no se preocuparon en ocultar su actitud misógena. De hecho, varios de sus escritos son citados hoy día en algunos templos para mantener a las mujeres sometidas a la obediencia. Entre los principales está el siguiente:

Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación. (1 Corintios 14:34-35)

Eso lo escribió Pablo (i.e. San Pablo) en una de las cartas que les envía a los corintios regañándolos. Imagínense el pecado. Mujeres hablando en la iglesia. Note cómo Pablo dice "y si quieren aprender alguna cosa...". O sea, lo esperado era que se quedaran brutas pero, si se da el caso de alguna con neuronas, que le pregunte a su amo en la casa. Si yo fuera mujer me sentiría profundamente ofendida por este escrito. Y no pierda el tiempo pidíendole a un fanático religioso que le explique el mismo porque le dará la vuelta al asunto. Sin embargo eso no permite otra interpretación que no sea la de que Pablo era un machista empedernido. He aquí otros ejemplos del pensamiento de Pablo, que tanto influenció a la actitud cristiana de discriminación contra la mujer:

Mas quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo. (1 Corintios 11:3)

Por si acaso a alguien le quedaba duda de qué quería decir Pablo he aquí esto:

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo. (Efesios 5:22-24)

Existen otros ejemplos de misogenia bíblica pero yo creo que el siguiente, de Pablo por supuesto, se los gana a todos:

Porque el varón no ha de cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios: mas la mujer es gloria del varón. 8 Porque el varón no es de la mujer, sino la mujer del varón. 9 Porque tampoco el varón fué criado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. (1 Corintios 11:7-8)

Esto es lo que muchos padres le enseñan a sus hijos. Que las mujeres son de ellos, su propiedad. Me sorprende todavía el número de hombres educados que dicen "mi mujer". Nunca he escuchado a una mujer decir "mi hombre". Es en esa actitud que radica mucha de la violencia doméstica que arropa al país. Se les ha inculcado a los hombres que ellos "son los que mandan" en la casa. Y si la mujer se cuadra exigiendo sus derechos algunos hombres se sienten amenzados.



San Pablo no era tan santo nada. Gracias a Dios que nunca se casó.