sábado, 7 de octubre de 2006

Pizarras brutas y pizarras inteligentes

Recientemente participé en un taller sobre el uso de las llamadas pizarras inteligentes marca Smartboard. Éstas son pizarras blancas que actúan como pantalla de proyección pero que son sensitivas al tacto por lo que uno puede, por ejemplo, dar una presentación en PowerPoint y moverse a través de los menús usando el dedo como un mouse. Usando unos marcadores de algo que han llamado tinta digital (creía que Eugenio tenía el copyright del término), uno puede escribir en la pantalla y almacenar todo en la computadora a la que está conectada la pizarra o a cualquier disco USB. Las posibilidades son interesantísimas. Doy una clase sobre la replicación del DNA y voy escribiendo en la pizarra inteligente. Al final los estudiantes me dan un USB y les paso las notas. Cuando estudien compararán sus notas en la libreta con las mías en la pizarra. Claro esto es sólo una de las muchísimas cosas que se pueden hacer. Existe sin embargo, un problema. Bueno dos. Digamos que dos o tres.

Uno tiene que ver con la alineación de los planetas, digo, de los dedos con la pizarra. Antes de usarla hay que alinear el toque del dedo con varios puntos que aparecen en la pizarra. Así ésta entenderá que cuando toco el menú de START en Windows debe abrir éste y no otra cosa. El problema es que aparecen varios puntos de alineación incluyendo algunos que quedan en la parte superior de la pizarra. Para obtener una buena proyección la pizarra debe ser ubicada a unos 4 ó 5 pies del piso. Me refiero al borde inferior. Eso significa que una persona de baja estatura tendría que treparse en algo para alcanzar los puntos superiores. Por supuesto siempre estará el riesgo de que se caiga en frente de la clase.

Otro problema, más serio, tiene que ver con el retraso entre el estímulo digital y la aparición de la imagen. O sea, si escribo la letra E hay un retraso molestoso en lo que aparece en la pantalla. Si aparece. Sí porque mi letra E no será reconocida necesariamente como una E por el software de la pizarra. “No problemo” porque la puedo entrenar a reconocer mi escritura. Pero estas pizarras serán ubicadas en salones que serán usados por más de un profesor. Así que será un dolor de cabeza para la pizarra el entrenamiento y reentrenamiento de las caligrafías de cada cual. Por supuesto que ni hablar de ecuaciones matemáticas. Ahí hay un problema mayúsculo que seguramente alguien tratará de resolver con algún programa para ecuaciones que nos costará buen dinero.

Mientras escuchaba la charla pensaba en mi computadora portátil. La adquirí recientemente y estoy fascinado con ella. Es una portátil tipo tablet, que significa que viene con una pluma digital y que puedo escribir en la pantalla y almacenar todo lo que escribo. Por supuesto que si la conecto a un proyector tipo “InFocus” puedo usarla en el salón de clases. Todo lo que escriba, en mi propia letra, saldrá proyectado. Todo lo que escriba, gracias al programado ya existente, lo puedo almacenar en la computadora. O en un disco tipo USB. De hecho, al finalizar la clase le puedo dar una copia de mis notas a los estudiantes. O mejor aún, puedo publicarlo en una página de Internet donde los estudiantes pueden acceder y descargar las notas.

Pero hay más. La pizarra de mi tablet es una virtual. O sea, no hay un artefacto físico llamado pizarra inteligente. Lo que ve el estudiante es lo que proyecta el InFocus. Donde yo quiera proyectarlo. Por esta razón mi pizarra, llamémosla pizarra virtual, puede ser movida fácilmente. Sólo tengo que mover el proyector. Además viene en varios tamaños. Todo lo que tengo que hacer es acercar el proyector a la pared de proyección y la pizarra se achica. O la pongo al fondo de la salón de clases y tengo una pizarra gigantesca. Pero no termina ahí. El tiempo de espera entre mis escritos y la aparición de la imagen es esencialmente nulo. Escribo e inmediatamente aparecen las imágenes.

Hoy tuve una reunión con varios colegas y usé mi pizarra virtual. O sea, conecté mi tablet a un InFocus. Tomé notas de lo que discutíamos Hice dibujos de lo que explicaba. Escribí los acuerdos a los que llegamos. Terminada la reunión conecté la tablet a una impresora y le entregué a cada uno de los participantes una copia de mis notas. Con mi letra. Por supuesto que mi tablet puede ser entrenada a reconocerla. Ya lo hace. Así que lo que escribo con la pluma lo traduce al formato de Microsoft Word, si así quisiera. Lo mejor de todo es que no tuve que alinear los planetas. Digo, no tuve que alinear la pizarra. Lo hice una vez y ya.

Mi pizarra es inteligente. Es de tamaños múltiples. Reconoce mis escritos. La puedo mover con facilidad. Y cuando termino mis clases me la puedo llevar fuera del salón. Lejos de las pizarras brutas que se quedarán clavadas a una pared. No sea que me contaminen la mía.


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4 comentarios:

  1. Anónimo2:11 a. m.

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  2. Saludos, Edwin.

    Lo que me gusta de lo que describes es que no hay que cambiar nada en el salón.

    Sin embargo, necesitaríamos una tablet para cada profesor que interese usarla como pizarra interactiva o una tablet fija en cada salón. Lo último suena más razonable.

    Te confieso que ese nombre de pizarra "inteligente" también me mata, imagino que el calificativo viene de traducir la marca "SmartBoard".

    Gracias por la idea.

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  3. Edwood:

    Una tablet fija, por supuesta. Amarrado con uno de esos candados para laptops (aprox. $20).

    Tablet para un salón de clases: $1,700
    Infocus: 800.00
    La libertad de mover la pantalla para donde quieras, achicarla y agrandarla a gusto: NO TIENE PRECIO.

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  4. Felicitaciones por tu trabajo.Te invito para que teagas seguidor de mi edublog http://tablon2007.blogspot.com en él encontraras información de mi región y los trabajos que realizan mis alumnos como el boletín informativo.

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