miércoles, 13 de diciembre de 2006

El Problema con Rosselló 2: Los papeles

“-Pedro, el alacrán ganó las elecciones-“, le dijo José Aponte llorando al otro lado de la línea. Ya eran las tres de la mañana y según entraban los números de los votos mixtos Aníbal Acevedo Vilá subía y Pedro bajaba. Rosselló arrancó el teléfono de cuajo y lo lanzó contra el espejo en el que se admiraba minutos antes. No podía ser. Acevedo Vilá, ese mongo, ese flojo, ese ser inferior, de ojos oscuros. Buscó desesperado las pepas. No las encontraba. Abrió todas las gavetas y no aparecían. Buscó entre los pantys de Maga. Nada. Seguramente ella ya se las había bebido. Seguro que ya Maga lo sabría y no se atrevió a decírselo. Fue a la sala y allí estaba Maga acostada en un sofá llorando y con un frasco de Xanax vacío al lado. –Mi Pedrito, no puede ser. Ese infeliz no te llega a los pies”- Rosselló la miró con furia y pegó un grito que se escuchó por las rejoyas del Farallón.

El teléfono volvió a sonar. El de la sala porque el otro ya estaba destruido. Pedro lo cogió trepidante y suspiró en el auricular. Era uno de los Empresarios con Rosselló quien le dijo en tono amenazante: “-Mira a ver cómo carajo me vas a pagar ahora la deuda que tienes con nosotros porque esos contratos que nos prometiste se jodieron-“ dijo la persona y le colgó el teléfono. Rosselló ni siquiera había pensando en esto. La debacle que venía era apocalíptica. Entonces el pensamiento le vino como un tsunami airado por los mares de Indonesia: ¡Los papeles! Hay que quemar los papeles. Toda la evidencia. Cogió el teléfono, marcó un número y dijo: “-Tony, necesitamos más trituradoras de papeles. Llama a Angie para que se encargue de la cosa”- dijo antes de que un taco en la garganta le impidiera seguir hablando. Colgó el teléfono, lo miró un rato, y lo haló con tal fuerza que la base fue a parar en plena cara de Maga.

Lo que no sabía Pedro era que lo peor estaba por venir…



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1 comentario:

  1. Anónimo2:00 a. m.

    Edwin, aunque evidentemente flotaba en el ambiente no era reseñable por anecdótico, pero sin llegar a pasar la delgada línea que separa la trivialidad de la trasdendentalidad, ahora, ha llegado el momento de decírtelo: Tienes un problema de obsesión, bicéfalo: Rosselló y las farmacias.
    Allá por donde vas te encuentras con el alacrán y una botica; con el primero, el encuentro siempre es nefasto para tu estabilidad emocional; con el segundo, te detecto síntomas de bipolaridad, uno, "te cagas en tó lo nacío" por sus incumplimientos si la farmacia es la de Walmart y dos, orgasmas al ver la cantidad ingente de establecimientos del centro de Tijuana... y piensas: "¡Tó pa'mí! y a toa hora..."
    Creo que te deberías poner en manos del psiquiatra, argentino preferentemente (las razones de esta elección pueden ser motivo de otro comentario.)

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