Uno de esos días donde el cerebro ha levantado los frenos que mantienen nuestra sanidad, se descorrre el velo que nos mantiene ciegos ante las realidades terribles que aquellos que están locos ven a diario, 24/7 como decimos ahora, y el simple acto de orinar se convierte en un asunto de reflexión. Estoy en un hotel en una reunión, voy al baño y mientras orino (yo orino, tú orinas, nosotros orinamos, por si acaso) y veo la marca del urinal: Toto. Estoy orinando en un Toto. Es de esos con luces infrarrojas o qué se yo que se autoactivan cuando uno se aleja del aparato. Esto para que no toquemos una palanca contaminada como en los urinales comunes y corrientes. Que pensándolo bien está de madre. Lo único que toca esas palancas son manos que estuvieron agarrando un pene ajeno momentos antes.
Les decía que el velo estaba descorrido. Casi puedo ver los gérmenes. Ahora me lavo las manos en un lavamanos autoactivable, nada que tocar por si acaso, y me las seco en un secador de aire que también se activa cuando paso las manos por debajo. Libre de gérmenes. Por lo menos de los gérmenes de los demás, que muy probablemente son exactamento los mismos míos. Me siento aliviado de no haber tocado nada que otro hombre tocó con la misma mano con la que agarraba su asqueroso miembro. Así lo pienso. Estoy a punto de salir triunfante despenalizado del baño y de pronto el velo se descorre más aún. Miro el mango de la puerta y me detengo. Cómo salgo de aquí si no lo halo para salir. Todos los que han entrado al baño han hecho lo mismo. Los gérmenes de los asquerosos penes de cuando idiota ha orinado allí ese día están haciendo una fiesta en el mango contaminado. Busco papel para agarrarlo pero no existe. Me veo tentado a buscar papel higiénico, de inodoro, y el velo vuelve a taparme. Ahora pienso: todo el día, a cada hora, estoy tocando cosas que otros tocan. Tengo dos opciones: o me quedo esperando a que alguien abra la puerta y salgo con los brazos en alto, no sea que me contamine, o cierro los ojos y abro la maldita puerta como todo ser cuerdo.
Salí del sitio agradecido de que no actué como un loco. Abrí la puerta con mis propias manos. Espero no volver a sufrir un ataque de salubridad.
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Les decía que el velo estaba descorrido. Casi puedo ver los gérmenes. Ahora me lavo las manos en un lavamanos autoactivable, nada que tocar por si acaso, y me las seco en un secador de aire que también se activa cuando paso las manos por debajo. Libre de gérmenes. Por lo menos de los gérmenes de los demás, que muy probablemente son exactamento los mismos míos. Me siento aliviado de no haber tocado nada que otro hombre tocó con la misma mano con la que agarraba su asqueroso miembro. Así lo pienso. Estoy a punto de salir triunfante despenalizado del baño y de pronto el velo se descorre más aún. Miro el mango de la puerta y me detengo. Cómo salgo de aquí si no lo halo para salir. Todos los que han entrado al baño han hecho lo mismo. Los gérmenes de los asquerosos penes de cuando idiota ha orinado allí ese día están haciendo una fiesta en el mango contaminado. Busco papel para agarrarlo pero no existe. Me veo tentado a buscar papel higiénico, de inodoro, y el velo vuelve a taparme. Ahora pienso: todo el día, a cada hora, estoy tocando cosas que otros tocan. Tengo dos opciones: o me quedo esperando a que alguien abra la puerta y salgo con los brazos en alto, no sea que me contamine, o cierro los ojos y abro la maldita puerta como todo ser cuerdo.
Salí del sitio agradecido de que no actué como un loco. Abrí la puerta con mis propias manos. Espero no volver a sufrir un ataque de salubridad.
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Después de esa reflexión mis visitas al baño nunca serán iguales. De hecho, mi caso es peor: soy mujer y no quiero orinar en un inodoro de esa marca!
ResponderBorrarMe encanta tu blog.
Gracias anónima. De hecho, el acto de orinar femenino me parece una tortura china si lo comparamos con el de nosotros. Sólo necesitamos dos movimientos para hacerlo. Ustedes tienen que ejecutar como diez.
ResponderBorrar¡Joder Edwin! A veces, y no pocas, te comportas como científico cero patatero funcionario de agencia estatal o gubernamental. ¡Coño! mi nabo, probablemente, todo es teoría y nada empírico, está más exento de gérmenes que mis manos, las cuales tocan de todo, y habitual y continuamente: billetes de banco. Probablemente sería más higiénico que nos lavásemos las manos antes de mear que después. Al menos yo, no me meo en las manos desde mi tierna infancia, en la cual tras comer ciertos frutos resinosos (pino piñonero, pinus pinea) era imprescindible lavarse las manos con este maravilloso "detergente" para no recibir la pertinente reprimenda maternal, y ahora, a provecta edad, no nos iría mal una ración de urea en estado puro de vez en cuando.Estos billetes, papeles asquerosos, que pasan por múltiples manos... narices... y vete tú a saber cuales y cuantos orificios, abiertos o cerrados, pero suceptibles de contener miriadas de gérmenes...
ResponderBorrarHace dos tres años, en un aeropuerto, un perro especializado de la policía me puso su hocico en un bolsillo de mi pantalón, como su insistencia era tal y yo interpreté como cariño, le dije al sorche (tenía cara y aspecto de ser menos inteligente que el chucho) quien estaba en el otro extremo de la correa: "Huele a mi perrita".
No señor, no es eso, ¿lleva dinero o tarjetas de crédito en el bolsillo? Si, ambas cosas, respondí yo...
Es un excelente perro... éste... detecta la cocaína incluso en los billetes y las tarjetas que se han utilizado para esnifar... Coño (pensé)
¡ah! p'apretar el botón, sí es que no hay más remadio siempre utilizo el codo...
ResponderBorrarPor cierto, hoy estoy en vena, pero a impulsos...
ResponderBorrarEn España se venden unos adminículos, plegable y desechables, de celulosa o cartón con una especie de plastificado para que las doñas meen de pie... verisgüel broder...
Damianca:
ResponderBorrarMe has cogido in fraganti con lo de los billetes. Es la única razón por la que ser pobre sería mejor que ser rico. Aún así, mi punto se sostiene. En el caso de los baños yo sé con certeza de qué parte del cuerpo vienen los gérmenes que acaban de depositar en la perilla, o mango de la puerta. En los billetes, pues ojos que no ven, corazón que no siente.
Damianca: dile que no gasten dinero de mas, que lo hagan de pie, yo lo hago y no he tenido ningun tipo de accidentes. pero eso soy yo, que desde nina queria hacer todo como mi padre....ademas siempre me ha dado asco eso de sentarse en un "toile" publico, no tanto por los germenes, quiza fue el miedo que me incrustaron las maestras de salud de escuela intermedia con lo de los piojos pubicos.
ResponderBorrarel punto es que es posible ser mujer y orinar de pie.
saludos.