Había ubicado cada uno de sus artículos de forma organizada en la caja de registro. Botellas con botellas, vegetales con vegetales, latas con latas. Pero la vieja del frente, a la que ya le habían cobrado su compra buscaba afanosa en su cartera la billetera. Se puso rojo de coraje. ¿Por qué no la buscó mientras la chica de la caja registraba sus productos? El mundo se había detenido mientras la señora hurgaba en ese mundo misterioso llamado cartera de mujer. De pronto la sacó triunfante. Justo cuando él fantaseaba con golpearla fuerte con el pernil de cerdo. -$34.11-le dijo la cajera. Sacó los tres de diez, buscó con toda la paciencia del mundo los cuatro de uno y metió la mano nuevamente en el gran agujero negro. A buscar once centavos. Ahora me imaginaba (digo, él se imaginaba) lanzándose sobre ella y agrediéndola con la botella de Rioja. Diez centavos. Faltaba uno. Con la paciencia del que se le pasea el alma por el cuerpo buscó hasta encontra al Lincoln.
La cajera registra su compra. Hace rato tiene la tarjeta en la mano. Él pulsa el número secreto de la tarjeta de débito en la máquina, y cuando sale el recibo la chica le pide su teléfono para anotarlo. La compra ya fue aprobada. Me niego, digo se niega, a darlo. Pero no tiene tiempo que perder así que le hará la cosa fácil. Le dará el número del cuartel de la policía de Cayey. 787-738-2020. La próxima vez le dará el de los bomberos. Y luego lo comenzará 555...como en las películas. Me atrae la idea de jugar con el asunto. Disparar números como 666-6666 ó 969-6969.
Salgo del supermercado (quiero decir, sale del supermercado) y ve nuevamente a la vieja de la caja. Buscando la llave en la cartera seguramente. Y entonces la gran verdad bañándome, digo bañándolo como una lluvia de mayo: Algún día serás igual...
La cajera registra su compra. Hace rato tiene la tarjeta en la mano. Él pulsa el número secreto de la tarjeta de débito en la máquina, y cuando sale el recibo la chica le pide su teléfono para anotarlo. La compra ya fue aprobada. Me niego, digo se niega, a darlo. Pero no tiene tiempo que perder así que le hará la cosa fácil. Le dará el número del cuartel de la policía de Cayey. 787-738-2020. La próxima vez le dará el de los bomberos. Y luego lo comenzará 555...como en las películas. Me atrae la idea de jugar con el asunto. Disparar números como 666-6666 ó 969-6969.
Salgo del supermercado (quiero decir, sale del supermercado) y ve nuevamente a la vieja de la caja. Buscando la llave en la cartera seguramente. Y entonces la gran verdad bañándome, digo bañándolo como una lluvia de mayo: Algún día serás igual...
Algun dia sere igual, pero tratare con todas mis fuerzas de no serlo. Que mucho jode eso!!!!
ResponderBorrarYa yo soy igual!
ResponderBorrarHasta que se me ocurrió el gran invento:
El grillete acelerador de filas.
De un monedero cuelga el celular y las llaves, todo atado a mi muñeca.
Lo único malo es que siempre pierdo las gafas y los espejuelos, y me llevo a tó el mundo enredao'.
Saludos veraniegos!
No, Edwin. Te equivocas. Tú, no serás igual.
ResponderBorrarSerás peor...
Ana:
ResponderBorrarTrataré de ser más paciente no sea que en mi vejez me encuentre con alguien como yo en su juventud...
Aníbal:
Quizás, pero lo estaré haciendo a propósito para rejoder a personas como yo...
Anibal, oye, ¿pero tú no estás jodío de dolor?
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