La justicia poética de las primarias demócratas en Puerto Rico es que después de todo van a determinar el resultado final de esa contienda. Sin embargo, no será por las razones que exponen los analfabetas sociales estadounidenses que opinan que Hillary recibirá un segundo aire en el cálido Caribe. Ni por las razones que los proxenetas políticos locales exponen en los medios de prensa del país. Las primarias presidenciales en Puerto Rico serán determinantes por todo lo contrario: la gente se irá a la playa y el nivel de participación será el más bajo en la historia de Puerto Rico. El resultado será que la campaña de Hillary recibirá un golpe de muerte del que no podrá recuperarse pues le han vendido la idea a los medios de comunicación estadounidenses de que arrasará en Puerto Rico. Y no sólo será exigua la participación de los puertorriqueños, de lo que me alegro inmensamente, sino que Obama recibirá un porcentaje considerable de votos y quién sabe si hasta gane.
¿La justicia poética? Puerto Rico habrá enterrado las esperanzas de Clinton a través de su boicot a este ejercicio de futilidad; los analistas políticos, especialmente los extranjeros (los de EEUU incluidos, por supuesto) se rascarán la cabeza preguntándose en qué fallaron y desarrollarán teorías sobre el efecto del sol en el comportamiento boricua; los políticos locales darán explicaciones macondianas sobre por qué se prostituyeron con sus enemigos políticos (e.g. McClintock y Prats) y el puertorriqueño promedio disfrutará de su cervecita Medalla en la playa un bello domingo soleado, un primero de junio en el Caribe, donde tantos barcos yacen hundidos por subestimar el efecto del sol sobre su gente.
Edwin Vázquez de Jesús
¿La justicia poética? Puerto Rico habrá enterrado las esperanzas de Clinton a través de su boicot a este ejercicio de futilidad; los analistas políticos, especialmente los extranjeros (los de EEUU incluidos, por supuesto) se rascarán la cabeza preguntándose en qué fallaron y desarrollarán teorías sobre el efecto del sol en el comportamiento boricua; los políticos locales darán explicaciones macondianas sobre por qué se prostituyeron con sus enemigos políticos (e.g. McClintock y Prats) y el puertorriqueño promedio disfrutará de su cervecita Medalla en la playa un bello domingo soleado, un primero de junio en el Caribe, donde tantos barcos yacen hundidos por subestimar el efecto del sol sobre su gente.
Edwin Vázquez de Jesús
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