martes, 6 de enero de 2009

Los Tres Santos Reyes

Crecí en un hogar tradicional puertorriqueño.  El día de Navidad representaba el nacimiento del niñito Jesús y se celebraba con fiestas y parrandas.  Santa Claus no existía en nuestras vidas aunque su mórbida presencia gorda se sentía en nuestros alrededores.  Año Viejo se celebraba con niños que se vestían como ancianos cargando un saco lleno de porquerías pesadas, representando los sinsabores que estaban a punto de culminar.  

Parte de la celebración era hacer comentarios sobre gente ficticia para lograr que alguien preguntara de quién hablábamos.  Entonces, de forma triunfal gritábamos ¡Año Viejo!.  Yo era un experto en el truco.  Me acercaba a alguien y hablaba en voz alta para mí mismo:-"El pobre, pensar que no logró celebrar la fiesta, qué se harán sus hijos sin él"-  La víctima, si no se aguzaba, caía de soquete por su propia curiosidad y  preguntaba -"¿Quién"-  ¡Ano Viejo!, gritaba yo con gusto.  

Entonces llegaba la Fiesta de Reyes.  Era la más grande.  Papi mataba un lechón el día antes (bueno, contrataba quien lo hiciera), y un vecino llegaba temprano el 6 de enero a darle vuelta manualmente a la varita en la cual habían enjorquetado al pobre lechón sobre un fogón ardiendo lentamente.  La Tuna Estudiantina de Cayey sonaba en el LP con su éxito musical:

Ese pobre lechón,
 que murió de repente
con un tajo en la frente 
y otro en el corazón
lo metieron al horno
lo sacaron caliente
le metieron el diente
le metieron el diente
a ese pobre lechón.

Sobraban el pitorro, los pasteles, arroz con gandules, chicharrones, guineos guisados, el ponche y coquito y la risa feliz de otros tiempos.  Por supuesto el día era nuestro, de los niños, por lo que nos alegrábamos de que hicieran su fiesta de adultos para que nos dejaran jugar en paz con los juguetes que Gaspar, Melchor y el rey Baltazar nos trajeron.

La noche anterior habíamos buscado la yerba que pondríamos en una caja de zapatos y que meteríamos debajo de nuestras camas, no debajo de un árbol de Navidad, para que los camellos se alimentaran.  Al despertar, mirábamos maravillados la ristra de pedazos de yerba de primera que habían dejado por toda la casa. Hasta se notaba que la habían magullado.

Por supuesto nos metíamos debajo de la cama a buscar los regalos.  Con frecuencia no eran los que habíamos pedido pero estábamos agradecidos porque se acordaron de nosotros.  Después de todo, eran los Tres Santos Reyes, y sonaban en algún disco en la fiesta que se avecinaba:

Los tres Santos Reyes, los tres y los tres, 
los tres Santos Reyes, los tres y los tres, 
Los saludaremos con divina fe, 
los saludaremos con divina fe.

Los tres santos Reyes, yo los sé contar,
Los tres santos Reyes, yo los sé contar,
Gaspar y Melchor y el Rey Baltazar.
Gaspar y Melchor y el Rey Baltazar

Puerto Rico ha cambiado mucho desde aquellos tiempos.  Ahora el personaje principal de las navidades no es el niñito Jesús ni los Reyes Magos.  Es el viejo del norte.  Algunos padres hasta llevan a sus niños a los centros comerciales a retratarse con "Santa Clo" y da lástima ver cómo algunos chiquitines lloran aterrorizados ante el gordo vestido de rojo sin legitimidad bíblica alguna.  

Muchos hemos hecho un compromiso cultural, una aceptación a regañadientes, de que el día de Navidad les abrimos las puertas al tipo ese y que deje dos o tres regalos.  Así nuestros hijos e hijas no tienen que preguntarse por qué el resto de los niños del país recibieron juguetes ese día. Pero les hacemos claro que el gran día de los niños, cuando recibirán los regalos que valen la pena, es el Día de Reyes.  

Algunos dicen que prefieren regalar en Navidad porque así los niños tienen más tiempo para jugar con sus regalos que si se los dieran el 6 de enero, justo antes del comienzo de clases.  Yo me pregunto qué rayos les están regalando porque los niños llegan de la escuela a eso de las 4 de la tarde y siguen jugando con sus juguetes, si no los han roto ya.  

Algo me sucedió con el tiempo que era inevitable.  Crecí y descubrí secretos sobre los Reyes de los cuales no tenía idea.  Me maravillé de que no me hubiera dado cuenta antes.  Entonces, al ser padre, perpetré el mismo acto de amoroso engaño.  Y entendí.  Sólo seres que me amaban profundamente eran capaces de llevar a cabo esta farsa maravillosa.  El magullar la yerba, dejar un rastro de esta que llegara hasta el mismo balcón, el silencio nocturno mientras se colocaban los regalos, era la firma del amor más grande.

Cuando supe la verdad me alegré porque me di cuenta de que los Reyes Magos sí existen.  Y están en todos los que defendemos la puertorriqueñidad.  No existe historia más bella que la de un niño pobre en un pesebre que recibe de reyes lejanos regalos de incienso, oro y mirra y luego se postran a adorarlo.  

Que este Día de Reyes nos postremos ante el niño que habita en nuestras almas, aquel que se levantaba temprano maravillado buscando sus regalos, y nos comprometamos a defender esta tradición y reconozcamos que somos boricuas, pa' que to's  lo sepan.  

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11 comentarios:

  1. Yo recuerdo cuanod iba con la caja de zapatos a reoger la yerba pa' los reyes. Es una experiencia inolvidable. Muy buena entrada. Adelante y éxito

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  2. Pues yo lo hago ahora con mis hijas mientras les explico el significado de ese día. Espero que algún día ellas lo hagan con los suyos.

    Gracias por comentar.

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  3. Me identifico por completo con esta entrada. Nuestros recuerdos son similares. Eso de: "¿Quién?" "¡Año viejo!" no faltaba en casa. ¡Qué mucho gozábamos cuando alguien caía! Y ni se diga de la fiesta de Reyes. Sucumbimos ante la presión de regalar dos veces pero tenemos que hacer claro que son los Reyes los que hay que esperar con ilusión. Por lo menos Hostos nos ayuda a que se prolongue un poco más el receso de Navidad y los niños disfrutan sin prisa sus regalos. Como canta Danny: "¡Todavía es Navidad en PUerto Rico!"

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  4. Jejeje, Edwin!

    Había olvidado lo de niños vestidos de año viejo con el saco repleto de porquerías.
    Diantre!!!
    Y tan rico que era andar todo el día buscando el momento perfecto de inocencia para lanzar un comentario que originara la pregunta: ¿quién?
    Yo jorobaba con eso hasta más no poder!
    :D
    También dejaba la yerba en lugares ocultos, a ver si los "cachaba", y les avisaba en notita dejada bajo la cama, ji!
    Pobres camellos, una vez no la encontraron y como quiera me dejaron mi regalo junto a una carta escrita con sus propias patas, explicando su tragedia de marcharse sin comer.

    Lo único que no entiendo de tu maravilloso escrito es (cito):

    "Cuando supe la verdad me alegré porque me di cuenta de que los Reyes Magos sí existen."

    La verdad?
    A qué "verdad" te refieres?
    :S
    Jiji, bueno, aquí los dejo, horizontales tomando la siesta, porque están muellltos de tanto trabajar hoy, y aun les falta...

    {:O><<<
    {;)><<<
    {:D><<<

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  5. Mi padre hacia una fiesta de Reyes para toda la familia extendida en nuestro hogar. Ese era el acontecimiento mas esperado en todo el año. Habia comida de todas clases. Estabamos hasta altas horas de la noche, todos reiamos, cantanbamos y disfrutabamos el maravilloso dia de los Reyes. Nuestro padre nos enseño que ese dia era nuestro. Y eso es lo que nos identificaba como un pueblo en resistencia. Nunca recibi un regalo de Santo Clo, el 24 era la Noche Buena, el 25 se celebraba el nacimiento del Niño Jesus y el 6 de enero la llegada de los Reyes Magos. Los regalos siempre fueron de los Reyes. Hoy dia le transmitimos a nuestros hijos la misma tradicion, a pesar de vivir en el norte, hoy es nuestro dia, como bien usted dice, del niño que habita en nosotros. Feliz Dia de los Reyes y que viva la puertorriqueñidad y los Reyes Magos.

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  6. Hoy tome el dia libre, y los nenes no fueron a la escuela, me pidieron que llenara un excusa, escribi que hoy se celebra el dia de los Reyes Magos. Desde que nos mudamos a aca asi lo hemos hecho. El 24 es la Noche Buena, el 25 celebramos el nacimiento del niño Jesus. Luego, despedimos el año y esperamos con ansias y gran emocion la llegada de los Reyes Magos el 6 de enero. Para nosotros la Navidad sigue siendo desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero. Ese dia es de celebracion y paramos todo para compartir en familia. Los nenes estaban emocionados y los adultos tambien, pues cada uno recibe lo suyo. Aca los camellos no son los unicos que reciben comida, los Reyes Magos tambien, y este año le añadimos a las lista unos surullitos por recomendacion de Elco Lao. Fue una idea fabulosa. Felicidades.

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  7. Muy bien hecho, doña Bianca. Lo mismo me pasaba aquí a mí cuando mis hijos faltaban a la escuela el 23 de septiembre. La excusa decía: Estaba en Lares celebrando el día del Grito. Si todos los puertorriqueños hicieran lo mismo el día de Reyes, tomarían en cuenta que en Puerto Rico, "todavía es Navidad".

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  8. Siluz:

    Qué bueno saber que otros también recuerdan con agrado estas costumbres.

    Ana:

    Los tres reyes te quedaron regios. Me gusta tu relato de jugar a las escondidas con la yerba de los pobres camellos. Buen tema para algún cuento.


    Don Segundo:
    Yo tampoco recibí nunca un regalo de Satán Clo, cosa que me enorgullece de mis padres.

    Doña Bianca:

    Escribir esa excusa, como también Siluz lo hacía para el Grito de Lares, es un acto de subversión. La felicito.

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  9. Yo todavia cojo a la gente de soquete con lo del año viejo. Este año decia: Dijo que vendria mas tarde, pero va a venir...Quién? El Año Viejo! Awww los Reyes mi madre siempre me dijo que santa clos no existe y nunca creí en eso, pero los reyes si!. A mi me roceaban con un poco de agua los regalos, como para hacer creer que venían de afuera con ese frío pelú.

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  10. Me trajiste buenos recuerdos de mi infancia en Cayey. Me acuerdo de los lechones que asabamos en navidad. De hecho, los otros dias encontre una foto mia de cuando tenia 5 anyos, rodando la vara del lechon. Creo que fui de la ultima generacion que creia en el ninyito Jesus en vez de Santa Claus. Buenos recuerdos navidenyos en aquella loma.

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  11. Edwin, me trajiste gratas memorias de mi infancia con eso de la grama de los camellos. Mis papás (ejem, que diga, ¡los Reyes!) se deshacían de ésta de manera magistral, de modo que nunca supe dónde iba a parar la grama... un Día de Reyes, entrando ya en sospechas de niño suspicaz, me puse a buscar en los zafacones de la casa y por el patio a ver qué habrían hecho ellos con toda esa grama, convencido de que en algún lugar la habrían tirado, pero nunca la encontré.

    Espero que nunca me digan cuál fue su truco. :-D

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