He esperado pacientemente por dos meses antes de emitir algún juicio sobre el desempeño del gobernador actual de Puerto Rico, el Sr. Luis Fortuño. Pensaba esperar unos seis meses antes de escribir algo sobre sus ejecutorias porque me parece que dos meses se van en acomodarse en el Palacio de Santa Catalina.
Ayer escuché con calma el mensaje del Gobernador. Lo leí luego. Lo ponderé. Ahora, más de 24 horas después, el cerebro me ha cocinado una respuesta. MIENGUE ES. FULINGA.
Ni siquiera he podido evaluar los puntos que trajo el Gobernador en su plan para zanjar esta crisis económica. Es que leyendo y releyendo comentarios que hizo hoy en una entrevista, me doy cuenta de que en ningún momento ha hecho referencia a los salarios y dietas de los legisladores. Nacarile sobre los sueldos obscenos de los alcaldes. De hecho, hoy el de Quebradillas recibió un aumento de dos mil dólares mensuales en el prácticamente insignificante municipio de Quebradillas.
Me hincha las pelotas del alma el que Fortuño no haya hablado de eso. Aquí, si nos vamos a apretar los cinturones, nos los apretamos todos. Y si me vienen a predicar responsabilidad fiscal, que me citen bien la Biblia. Si me van a citar el maldito barco ese que se hunde que quede claro quién se queda y quién salta. Porque esto no puede ser para unos sí y para otros no. Los señoritos de la Legislatura no están exentos de la crisis y el señor Gobernador no puede seguir con esa actitud de miedo ante los legisladores. No siree.
Así que si va a clavar a los que con sudor se ganan $100,000 o más al año con una carga adicional de un 5%, carajo, que se ponga para su número. Porque él alega que se reducirá el salario en un 10%, cosa que no se puede hacer según la Constitución de Puerto Rico, pero su esposa sigue trabajando sin límites de salario. Así es un mamey.
Mientras Fortuño no le reclame a los legisladores que renuncien a sus dietas nadie tiene por qué sacrificarse económicamente. Nadie. Es un acto de inmoralidad el pedirle al pueblo que se ponga de rodillas y levante el fondillo y dejar por la libre a los legisladores, los príncipes y princesas de este reino, casi todos morones certificados, para que nos claven a la menor provocación.
No señor. No, no. NO.
Ayer escuché con calma el mensaje del Gobernador. Lo leí luego. Lo ponderé. Ahora, más de 24 horas después, el cerebro me ha cocinado una respuesta. MIENGUE ES. FULINGA.
Ni siquiera he podido evaluar los puntos que trajo el Gobernador en su plan para zanjar esta crisis económica. Es que leyendo y releyendo comentarios que hizo hoy en una entrevista, me doy cuenta de que en ningún momento ha hecho referencia a los salarios y dietas de los legisladores. Nacarile sobre los sueldos obscenos de los alcaldes. De hecho, hoy el de Quebradillas recibió un aumento de dos mil dólares mensuales en el prácticamente insignificante municipio de Quebradillas.
Me hincha las pelotas del alma el que Fortuño no haya hablado de eso. Aquí, si nos vamos a apretar los cinturones, nos los apretamos todos. Y si me vienen a predicar responsabilidad fiscal, que me citen bien la Biblia. Si me van a citar el maldito barco ese que se hunde que quede claro quién se queda y quién salta. Porque esto no puede ser para unos sí y para otros no. Los señoritos de la Legislatura no están exentos de la crisis y el señor Gobernador no puede seguir con esa actitud de miedo ante los legisladores. No siree.
Así que si va a clavar a los que con sudor se ganan $100,000 o más al año con una carga adicional de un 5%, carajo, que se ponga para su número. Porque él alega que se reducirá el salario en un 10%, cosa que no se puede hacer según la Constitución de Puerto Rico, pero su esposa sigue trabajando sin límites de salario. Así es un mamey.
Mientras Fortuño no le reclame a los legisladores que renuncien a sus dietas nadie tiene por qué sacrificarse económicamente. Nadie. Es un acto de inmoralidad el pedirle al pueblo que se ponga de rodillas y levante el fondillo y dejar por la libre a los legisladores, los príncipes y princesas de este reino, casi todos morones certificados, para que nos claven a la menor provocación.
No señor. No, no. NO.
Si lo reducimos todo a un asunto de oferta y demanda, y vamos a un restaurante a pedir un plato que antes llenaba un plato y ahora lo sirven con una porcón menor, entonces decido si voy a otro restaurante o si compro los ingredientes y cocino el plato en casa. Ese es un principio de la libre empresa...
ResponderBorrarPero, aquí los predicadores del empresarismo NO le quieren aplicar las mismas reglas a la oferta del gobierno porque necesitan “sacrificios”, o sea, que las personas comunes y corrientes paguen la cuenta, dicen que reducirán los servicios que paga el gobierno, diz que para ahorrar en nombre de la eficienci, y que ese kiosko que cubría el gobierno se lo darán a otras empresas que se “alían” al Estado, o sea, que cambiarán de cocinero, como cambiaron de cocinero cuando le entregaron los servicios médicos a las aseguradoras y empezaron a sangrar el presupuesto...
Es decir, quieren que invirtamos nuestro dinero en un Estado que a la larga nos chantajearán con servicios cada vez más caros porque la empresa “privada” le reclamará a sus contratadores más ganancias... con el agravante que en las elecciones yo no elijo a esas empresas... Es decir, nos darán servicios escenciales unas empresas por las que nosotros NO votamos, entonces, ¿para qué carajos está el Estado...? Votemos entonces p;or las empresas que nos darán el servicio... O hagámonos accionistas de esas empresas y votemos como dueños... Pero, noooo... Los de abajo no se pueden convertir en macro-empresarios porque eso está reservado para unos pocos... ¡Hipócritas...!
Los principios de demanda y la oferta no aplican a la hora de que nosotros seamos dueños de esa empresa llamada GOBIERNO...
A lo largo de nuestra corta historia como pueblo se ha demostrado que solo cuando el pueblo se levanta a protestar es que se consiguen beneficios para el oprimido. Sucedió con los levantamientos violentos como las masacres de Ponce, el grito de Jayuya y Lares, Culebra y más reciente Vieques. Soy un hombre de paz como la mayoría de los puertorriqueños, quizás ya es hora de que le mostremos pacíficamente a los legisladores para quien trabajan. Démosle otro Vieques.
ResponderBorrarBorincano, ¿sugieres que bailemos el beguine guadalupense?
ResponderBorrarAquí hay que ponerse las tenis, una buena gorrita y loción anti UV y tirarse a la calle a piquetear y a hacer huelgas a to jender. A mí no me echen la culpa. Yo voté por Edwin.
ResponderBorrarA los lectores de comentarios:
ResponderBorrarRamón se refiere a que votó por Edwin Irizarry Mora, el aspirante a la gobernación por el Partido Independentista Puertorriqueño.
¿O habrá votado por mí?
Me parece pertinente, nuestros medios servirían de altavoces.
ResponderBorrarSi, creo que voto por ti.
Elco...tenemos que bailar un beguine...
ResponderBorrarNo, hay que hacer una marcha con violencia, como virar los autos de los legisladores, sentarsele en la butaca de Rivera Schatz, esnuar a Jennifer González, romper la constitución de Puerto Rico, pero esta vez no se puede fallar, apoderarnos de la Casa Azul o la Fortaleza, nombrar a Maripili senadora, quemar todas las banderas de Puerto Rico que tengan el azul marino o oscuro en lugar del royal o celeste, esnuar a María Dominguez y amarrarla con Jennifer, arrancar cuantas sillas sean necesarias del Hemiciclo para que se ajusten a la cantidad necesaria de legisladores, que son como tres, ¿ya dije esnuar a Jennifer González?
ResponderBorrar¿Cuánto se economizaría si se obedeciera al pueblo (de lo que se vanaglorian) y se organizara una legislatura unicameral? Creo que debería ser el próximo paso después que el pueblo decidió que fuera así. Pero nada lógico funciona en este país...
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