He estado leyendo con cierta fascinación escritos y comentarios sobre el supuesto pobre desempeño de Puerto Rico en el Clásico Mundial de Béisbol. Esto tras la triste derrota en la parte baja de la novena entrada contra Estados Unidos. Muchos han condenado a José Oquendo, el dirigente, por la misma. Han hablado y escrito pestes del hombre. La mayoría de estos son los mismos que nunca ven un juego de béisbol si no hay una fiesta con mucha cerveza y amigos presente. Jamás los cogerías viendo un partido en sus habitaciones y sufriendo, o gozando, solos las incidencias de un juego.
Pongamos esto en perspectiva. He aquí una pequeñísima nación de 4 millones de habitantes que tiene los cojones (perdonen mi francés) de enfrentarse a la primera potencia del béisbol mundial, a los mismos que se inventaron el juego, de tú a tú. Una nacioncita de 4 millones contra una de 304 millones. Eso, según mi calculadora, arroja una desventaja poblacional en contra nuestra de 300 millones de habitantes (bueno, 296 si les restamos los 4 millones de boricuas allá). Entonces sucede que esa pequeña nación coge a los Estados Unidos y en uno de los juegos le da una paliza inmisericorde, 11-1. En la séptima entrada tuvieron que terminar el juego por la ley de la misericordia, por la ley de la pena y de la humillación. El león salió corriendo con el rabo entre las patas cuando rugió el ratoncito. Ahí sí que todo el mundo en Puerto Rico bailó y sonó los panderos.
Pocos días después se repetía el enfrentamiento con el conocido desenlace trágico en la novena. Entonces algunos de los que gritaron "Ave Oquendo" en el primer encuentro ahora bajaban el pulgar pidiendo la cabeza del gladiador derrotado. Sí porque ellos son la gran jodienda del béisbol. Ellos sí que saben qué había que hacer. Hartos de cerveza y de salchichón barato, de ese que te amarra la boca, los sabelotodos ahora se rasgaban las vestiduras y le pedían al Pilato de turno la crucifixión para el equipo ese que no sabía sino perder.
Se pueden ir al diablo. Todos ellos. Porque esos infelices son incapaces de ver el cuadro pleno. The big picture. Gente miope que en un juego como este sólo ve a dos equipos enfrentados. Se pierden la belleza de la metáfora deportiva, metáfora de vida, de que todo en la vida es posible. No se dan cuenta de que a veces se gana aún cuando se pierde. Que el hecho de que todo Puerto Rico gritara de dolor cuando David Wright metió aquel hit por el lado derecho significó que somos uno, que pensamos igual, que somos una nación. Para mí eso es valor añadido. Es ir a extra innings. Es como empatar la cosa.
Miro el mapa y me pregunto qué pensará Mr. Gueverson en algún pueblito de algún estado rectangular del centro de los Estados Unidos. Él también sufrió el juego. Y gritó de emoción con el hit de Wright. Y como para gente como él Puerto Rico y México son la misma cosa, Argentina y Brazil son "them Latin people", a lo mejor decidió bucar en su atlas dónde quedaba esa país que por poco los elimina de la competencia mundial. Buscó desde México hasta la Patagonia y nacarile. Sus ojos se detuvieron en Costa Rica pero aunque le sonaba parecido se escribía diferente. De pronto los ojos se le llenaron de horror al ver el pequeño punto en el Caribe con las dos palabras de indiscutible identidad: Puerto Rico. ¿Cómo podía un país tan pequeño llevar a una nación tan poderosa al borde del abismo deportivo? ¿Qué clase de gente habita allí?
Me complace pensar que aquí vive gente honesta, agradecida y ambiciosa. Sin complejos. Por lo menos así somos la mayoría. Los demás se quejarán y pataletearán. Le echarán la culpa de los fracasos de sus pequeñas y miserables vidas al dirigente Oquendo.
Mientras tanto, como en el dicho aquél de una de cal y otra de arena, me entero hoy de que un astronauta decendiente de padres de un puntito en el Caribe llamado Puerto Rico fue despertado mientras orbitaba el espacio al son de una plena puertorriqueña. Joseph Acabá Herrera despertó al son de "Qué bonita bandera".
Coño, que bien se siente ser boricua, perdamos o ganemos un jueguito de béisbol en el gran clásico de la vida. Y qué bueno saber que irremediablemente algún día llegaremos al plato a anotar la carrera de nuestro destino. A veces pienso que sería borincano independientemente de dónde naciera.
Pongamos esto en perspectiva. He aquí una pequeñísima nación de 4 millones de habitantes que tiene los cojones (perdonen mi francés) de enfrentarse a la primera potencia del béisbol mundial, a los mismos que se inventaron el juego, de tú a tú. Una nacioncita de 4 millones contra una de 304 millones. Eso, según mi calculadora, arroja una desventaja poblacional en contra nuestra de 300 millones de habitantes (bueno, 296 si les restamos los 4 millones de boricuas allá). Entonces sucede que esa pequeña nación coge a los Estados Unidos y en uno de los juegos le da una paliza inmisericorde, 11-1. En la séptima entrada tuvieron que terminar el juego por la ley de la misericordia, por la ley de la pena y de la humillación. El león salió corriendo con el rabo entre las patas cuando rugió el ratoncito. Ahí sí que todo el mundo en Puerto Rico bailó y sonó los panderos.
Pocos días después se repetía el enfrentamiento con el conocido desenlace trágico en la novena. Entonces algunos de los que gritaron "Ave Oquendo" en el primer encuentro ahora bajaban el pulgar pidiendo la cabeza del gladiador derrotado. Sí porque ellos son la gran jodienda del béisbol. Ellos sí que saben qué había que hacer. Hartos de cerveza y de salchichón barato, de ese que te amarra la boca, los sabelotodos ahora se rasgaban las vestiduras y le pedían al Pilato de turno la crucifixión para el equipo ese que no sabía sino perder.
Se pueden ir al diablo. Todos ellos. Porque esos infelices son incapaces de ver el cuadro pleno. The big picture. Gente miope que en un juego como este sólo ve a dos equipos enfrentados. Se pierden la belleza de la metáfora deportiva, metáfora de vida, de que todo en la vida es posible. No se dan cuenta de que a veces se gana aún cuando se pierde. Que el hecho de que todo Puerto Rico gritara de dolor cuando David Wright metió aquel hit por el lado derecho significó que somos uno, que pensamos igual, que somos una nación. Para mí eso es valor añadido. Es ir a extra innings. Es como empatar la cosa.
Miro el mapa y me pregunto qué pensará Mr. Gueverson en algún pueblito de algún estado rectangular del centro de los Estados Unidos. Él también sufrió el juego. Y gritó de emoción con el hit de Wright. Y como para gente como él Puerto Rico y México son la misma cosa, Argentina y Brazil son "them Latin people", a lo mejor decidió bucar en su atlas dónde quedaba esa país que por poco los elimina de la competencia mundial. Buscó desde México hasta la Patagonia y nacarile. Sus ojos se detuvieron en Costa Rica pero aunque le sonaba parecido se escribía diferente. De pronto los ojos se le llenaron de horror al ver el pequeño punto en el Caribe con las dos palabras de indiscutible identidad: Puerto Rico. ¿Cómo podía un país tan pequeño llevar a una nación tan poderosa al borde del abismo deportivo? ¿Qué clase de gente habita allí?
Me complace pensar que aquí vive gente honesta, agradecida y ambiciosa. Sin complejos. Por lo menos así somos la mayoría. Los demás se quejarán y pataletearán. Le echarán la culpa de los fracasos de sus pequeñas y miserables vidas al dirigente Oquendo.
Mientras tanto, como en el dicho aquél de una de cal y otra de arena, me entero hoy de que un astronauta decendiente de padres de un puntito en el Caribe llamado Puerto Rico fue despertado mientras orbitaba el espacio al son de una plena puertorriqueña. Joseph Acabá Herrera despertó al son de "Qué bonita bandera".
Coño, que bien se siente ser boricua, perdamos o ganemos un jueguito de béisbol en el gran clásico de la vida. Y qué bueno saber que irremediablemente algún día llegaremos al plato a anotar la carrera de nuestro destino. A veces pienso que sería borincano independientemente de dónde naciera.
Edwin:
ResponderBorrarDe nuevo, suscribo tus palabras...
Después de todo, lo importante es que a todos, o mejor dicho, a la gran mayoría de los puertorriqueños, nos importó el resultado del enfrentamiento; que cuando ganamos, celebramos juntos y, cuando perdimos, sufrimos juntos... Esto es lo que importa: que tenemos una conciencia de país, de nación, aunque en la piel a veces no se note y las venas, en los eventos de confrontación con USA, se "jiervan" por el ánimo del triunfo, se gane o se pierda...
Elco:
ResponderBorrarAnsina mismo. Y gracias por el link en tu blog.
Esa plena para Acabá, nuestra herencia boricua, me hizo mover el esqueleto!
ResponderBorrarCualquier ofrenda musical a lo que se ama viaja el espacio, pero esta quedó para la historia.
Edwin:
ResponderBorrarTe quedó muy bueno este post y me encantó lo de que algún día llegaremos a anotar la carrera de nuestro destino. En cuanto al Clásico, yo pienso lo mismo y los que están tronando contra Cheíto Oquendo no conocen que el béisbol es así. No hay más que ver la larga historia de derrotas de los Cubs de Chicago que no han perdido por eso uno solo de sus fanáticos. O no recuerdan la cara de los dominicanos (el equipo que sonaba como seguro ganador), o las caras en las fotos de hoy de los cubanos que acaban de ser eliminados nuevamente por el Japón.
En cuanto a la plena para Acabá, lo irónico es que suena en el universo entero pero en Puerto Rico no se nos permite escucharla por estupideces de las disqueras. Como quiera y por eso mismo, estoy buscándola por dondequiera a ver si la cuelgo en el blog..
Excelente cheito se la jugo y le salio mal si le buiera salido seria un heroe gracias por el video por que yo estoy presente en la foto del minuto 49
ResponderBorrarsaludos
Y yo seria borincano hasta si naciera en la luna... todo lo que haz dicho es lo mismo que senti y le dije a mis companeros en la uni, yo que estudio historia me doy cuenta que nosotros tenemos una identidad, que cuando escucho a mis companeros decir que hariamos si fuesemos independientes perderiamos el Mc donalds y me ciento triste de tanta ignorancia. Pero cuando gritan por la victoria de nuestro equipo se que en lo profundo ese sentimiento vive y esta latiente en nuestros corazones. Que somos uno a la hora de sacar la cara por nuestro pais. En mi caso realmente soy muy sentimental pero llore porque para mi representa todo un mundo escuchar mi bonita bandera en el espacio. Todo eso me quita la mala experiencia de leer en los libros de historia, claro los que no son escritos aqui, que en la guerra hispanoamericana Estados Unidos se quedo con Cuba, Guan y las Filipinas y no se menciona a Puerto Rico. Ahora es nuestro momento de salir del anonimato con cosas como esas. De dejar atras la sombra en que nos tiene el colonialismo.
ResponderBorrarY yo seria borincano hasta si naciera en la luna... todo lo que haz dicho es lo mismo que senti y le dije a mis companeros en la uni, yo que estudio historia me doy cuenta que nosotros tenemos una identidad, que cuando escucho a mis companeros decir que hariamos si fuesemos independientes perderiamos el Mc donalds y me ciento triste de tanta ignorancia. Pero cuando gritan por la victoria de nuestro equipo se que en lo profundo ese sentimiento vive y esta latiente en nuestros corazones. Que somos uno a la hora de sacar la cara por nuestro pais. En mi caso realmente soy muy sentimental pero llore porque para mi representa todo un mundo escuchar mi bonita bandera en el espacio. Todo eso me quita la mala experiencia de leer en los libros de historia, claro los que no son escritos aqui, que en la guerra hispanoamericana Estados Unidos se quedo con Cuba, Guan y las Filipinas y no se menciona a Puerto Rico. Ahora es nuestro momento de salir del anonimato con cosas como esas. De dejar atras la sombra en que nos tiene el colonialismo.
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