Se está
gestando una gran batalla contra el cáncer.
A diferencia de los combates anteriores, donde la medicina daba palos a
ciegas contra el enemigo, esta vez se está trazando un plan estratégico de
guerra con armas dirigidas no a los tumores, sino a los genes que los causan. Los días de la quimioterapia y radioterapia
para tratar el cáncer podrían estar contados.
Estos tratamientos equivalen a menudo a lanzar una bomba atómica en una
ciudad llena de inocentes para matar a dos o tres insurgentes. Históricamente
el cáncer ha sido atacado de acuerdo al tipo de tumor, con tratamientos
particulares para el cáncer del seno, del páncreas y del colon, por
ejemplo. Sin embargo, nuevos
descubrimientos han redirigido la lucha para combatir la expresión de los genes
específicos que hacen que una célula pierda todo control de su multiplicación. De esta forma, un solo tratamiento podría usarse para varios tipos de
cáncer, independientemente del órgano afectado.
Varios
adelantos han permitido este cambio en el enfoque anticáncer. El más significativo ha sido el rápido
adelanto de la tecnología para secuenciar el genoma humano. Lo que tomaba años se puede hacer ahora en
cuestión de días y a una fracción del costo.
Por tanto, se pueden buscar qué cambios en la expresión del ADN de un
paciente hace que células normales se conviertan en cancerosas. El caso del Dr.
Lukas Wartman, de la Washington University in St. Louis ilustra este punto. El Dr. Wartman, un investigador de la
leucemia linfoblástica aguda, descubrió que padecía del mismo cáncer que
estudiaba. En esta condición un tipo de glóbulos blancos se multiplica sin
control. Después de varios tratamientos
convencionales que incluyeron quimioterapia y trasplante de médula ósea, un
equipo de investigadores de la universidad decidió secuenciar ADN de sus células
normales y cancerosas para ver qué cambios genéticos tenían estas últimas que
les hacían volverse locas reproduciéndose a expensas de las normales.
Los
científicos descubrieron varias mutaciones en las células cancerosas pero ninguna
les permitía determinar qué estaba pasando.
Por suerte, de forma paralela a la secuenciación del ADN, hicieron un
estudio de cómo este se expresaba buscando los niveles de ARN mensajero (ARNm),
una molécula parecida al ADN que participa en la expresión genética. Para su sorpresa, descubrieron que los
niveles de ARNm para una proteína conocida como FLT3 estaban por las nubes en
las células cancerosas. Lo significativo
de esto es que, tras ser producida, FLT3 se ubica en la membrana celular de los
glóbulos blancos a la espera de otra molécula que la active. Cuando esto ocurre FLT3 envía una señal al
interior celular para que el glóbulo blanco se multiplique. Es como activar un
interruptor que estaba en OFF a ON. Este
es un mecanismo normal: lo anormal eran los altos niveles de FLT3 en la membrana de las
células cancerosas, todas pidiendo a gritos que alguien oprimiera el
interruptor para que las células se multiplicaran.
Casualmente,
una compañía farmacéutica había descubierto una droga que se enlaza a FLT3, bloqueándola. Es como dejar el interruptor permanentemente
en OFF. De esta forma la FLT3 queda
inhabilitada. La droga le fue
suministrada al Dr. Wartman y ahora su cáncer prácticamente ha
desaparecido. La bala mágica había encontrado al insurgente
sin hacerle daño a las células normales.
Otro
enfoque que se está usando es activar un mecanismo de suicidio celular conocido
como apoptosis. Cuando una célula sufre
mutaciones considerables en su ADN, como en el caso de las células cancerosas,
se activa una cascada de reacciones por una proteína conocida como p53. Al final del proceso la célula se
autodestruye y no se desarrolla el cáncer.
Es un haraquiri celular por el bien del individuo. Sin embargo, en algunas células cancerosas
p53 pierde su función benéfica debido a mutaciones en el gen que la
codifica. En ese caso se forma una p53
que no sirve para activar la apoptosis.
En otros casos, células cancerosas escapan al suicidio produciendo una molécula conocida como MDM2. Esta se enlaza a
p53 impidiendo que realice su función.
Algo así como un abrazo molecular de la muerte. Varias compañías están tratando de
desarrollar una droga que separe a MDM2 de p53 para que esta última pueda
trabajar. Dado que varios
tipos de cáncer en distintos órganos se deben a la acción de MDM2 sobre p53,
una droga de este tipo serviría como una cura genérica con un
efecto específico sobre las células cancerosas sin afectar a las normales.
Estamos
en el umbral de una revolución en la batalla contra el cáncer, donde en lugar
de concentrarnos en su tratamiento buscaremos su eliminación total del cuerpo
de los que lo padecen. No existe una
cura contra el cáncer, sino varias, y vamos tras ellas.
Edwin Vázquez, Ph.D.
Departamento de Biología
Universidad de Puerto Rico en Cayey
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Habiendo perdido un familiar y una amistad contra el cancer esta noticia es algo reconfortante.
ResponderBorrarAdelante y éxito.
Es realmente interesante la información que das de el avance en la farmafia, debo decir que con su amplia capacidad de analizar información debería de abrir su mente y sus ojos y saber que el cáncer es parte del sistema al que todos ignoramos, la mayoría de las enfermedades son causadas por aquellos que crean estos medicamentos y vacunas.
ResponderBorrarMi comentario no pretende ofender a nadie pero el cáncer realmente es curable solo que no lo dicen, muchas personas se han curado con tan solo cambiar a una dieta vegetariana y dejando de consumir tanta droga que el sistema incorpora para mantenernos enfermos he ignorantes de la realidad, se dice también mucho del MMS y los alimentos alcalinos (que hace mucho se comento aquí y no estuve de acuerdo)en fin espero que este comentario les despierte un poco de curiosidad por conocer esta realidad en que nos tienen.