sábado, 4 de abril de 2015

Huevos

La fila en el Walmart era inmensa.  Sábado de Gloria.  Dado que el Viernes Santo todo estuvo cerrado los puertorriqueños, yo incluido, abarrotamos las tiendas para suplirnos de carnes, vino y cerveza. Después de todo era Sábado de Gloria.  Como siempre, de todas las filas para pagar la mía era la más lenta.  Por supuesto no me cambié sabiendo que tan pronto lo hiciera la fila se movería rápido y la nueva se detendría.  Para lo que no estaba preparado era la razón de la lentitud: la cajera necesitaba conversar con el cliente de turno sobre lo que fuera.  Yo, que no puedo ocultar mis desencantos, esperaba impaciente mi turno dos clientes más atrás, cosa que la cajera notó.  Lo vi en sus ojos.  Me miró con saña.  Traté de sonreírle pero sabía que era muy tarde.  Se desquitaría.

Por fin le tocó el turno al cliente al frente mío.  Todo transcurrió fluidamente hasta que la cajera pasó el cartón de huevos.  El último artículo.  Entonces le dijo al señor, -¿Usted cotejó que los huevos no estuvieran rotos? Veamos- Y procedió a abrir el cartón, inspeccionar los huevos y declarar que había uno roto.  Entonces sentenció que eso era inaceptable, que ella misma iría a Servicio al Cliente, con el cartón con 11 huevos sanos, para que lo cambiaran.  

En mi vida había visto algo así.  Yo, consumido por la prisa, vi con horror cómo se hacía historia frente a mis ojos.  Nunca, en ningún lugar del planeta, una cajera abre un cartón de huevos para inspeccionarlo.  El episodio le añadió diez minutos a mi espera de media hora frente a la caja maldita. Al final me alejé molesto, no tanto por el tiempo perdido, sino porque la tipa no inspeccionó los huevos míos.

2 comentarios:

  1. La Ley de Murphy en su máximo esplendor.

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  2. Ver para creer. A mi siempre me pasa lo mismo, y si me mudo a la otra linea la linea donde estaba se mueve mas rapido.

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