martes, 26 de mayo de 2020

Por qué la Universidad de Puerto Rico no debe regresar presencialmente el próximo semestre

Por qué la Universidad de Puerto Rico no debe regresar presencialmente el próximo semestre


25 de mayo de 2020


Edwin Vázquez de Jesús, Ph.D.
Profesor de Microbiología
Universidad de Puerto Rico en Cayey


El sistema de la Universidad de Puerto no debe regresar de forma presencial en agosto. Las razones se caen por su peso, pero las discuto brevemente porque aún no están claras entre algunos sectores. 

La pandemia está comenzando
Los primeros casos del Covid19 fueron detectados en Wuhan, China hace solamente cinco meses. En ese corto lapso, y a la fecha de este escrito, se han reportado más de cinco millones y medio de casos y casi 350,00 muertes.  Aunque el número de casos en algunos de los países más afectados al principio se ha comenzado a estabilizar, se han desarrollado nuevos focos de infección significativos en países de América Latina, India, África y varios estados de Estados Unidos, que es el país con el mayor número de casos en el mundo.  A eso hay que añadirle que los países que han levantado sus cuarentenas están experimentando un aumento de casos.  La Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y reconocidos epidemiólogos coinciden en que la pandemia continuará por mucho tiempo.

No hay vacuna, no hay medicamentos
Si abrimos la universidad en agosto, lo único que nos podrá proteger serán las medidas de distanciamiento social, desinfección y pruebas moleculares. 

No sabemos que está pasando en Puerto Rico
Seguimos a ciegas.  Tras dos meses de cuarentena, aún el gobierno de Puerto Rico no ha establecido un sistema activo y eficiente de pruebas que determinen el grado de diseminación del virus SARS-CoV-2, causante del Covid19, entre la población.  Estas pruebas, también conocidas como pruebas moleculares o RT-PCR, son la lámpara molecular que nos permitirá ver y determinar cuán diseminado está el virus en el país y si es adecuado abrir los espacios sociales o no.  Más aún, el gobierno no ha implementado un sistema imprescindible de rastreo de casos.  Esto es lo que nos permitirá identificar a las personas que estuvieron en contacto con un infectado, y así hacerle pruebas y tomar las medidas para que esas personas no se conviertan en potenciales diseminadores de la enfermedad.  Se están haciendo pruebas, pero todavía son muy pocas.  Lo que es peor, se le está dando un peso desmedido a las pruebas rápidas que detectan anticuerpos.  Estos se comienzan a formar unos siete días después de entrar en contacto con el virus, por lo que lo único que nos indican es que la persona estuvo expuesta al virus por lo menos una semana antes, pero no si tiene el virus.   Durante todo ese tiempo la persona pudo haber infectado a cientos de personas y el rastreo se hace imposible. 

Necesitamos un protocolo de regreso
Faltan solo dos meses para completar un protocolo abarcador para la reapertura.  Regresar en agosto no puede ser abrir los salones y comenzar a dar clases.  Hay que establecer un protocolo riguroso para evitar los potenciales contagios entre todos los sectores de la universidad que debe incluir, entre otros:

·      La adecuación de la planta física para la nueva realidad de ofrecer clases en medio de una pandemia. Esto incluye la disponibilidad para todos de material desinfectante, y otros materiales, en todas las áreas públicas, oficinas, etc.

·      Un sistema de monitoreo de todos los miembros de la comunidad académica que puedan presentar síntomas, y uno de rastreo de potenciales contactos, de ser necesario.  Esto se debe coordinar con la Oficina de Salud y Seguridad de cada recinto, y con el Departamento de Salud. 

·      Evitar la aglomeración de estudiantes (y otros sectores) en pasillos y otras áreas físicas. Para esto hay que limitar el número de estudiantes en un área diseñando una oferta académica que propenda a un distanciamiento social saludable.  Incluye espacios como las cafeterías, biblioteca, y oficinas, entre otros.  Las secciones tienen que estar escalonadas.  Hay que tomar en cuenta la dificultad de implantar este tipo de medida, considerando factores culturales y afectivos entre los integrantes de la comunidad universitaria.

·      La desinfección de los salones entre cada clase (pupitres, mangos de las puertas, materiales y equipo), de tal forma que si una clase termina a las 8:50 la próxima no puede entrar a las 9:00 ya que tiene los empleados de recursos físicos, o las personas designadas, necesitan tiempo para desinfectar las áreas correspondientes.  Al terminar cada clase, hay que desinfectar el salón o área de estudio.

·      Un sistema organizado de entrada y salida en los salones.  Cada salón utilizado debe tener un solo acceso para los que entran y otro para los que salen.  Tanto la salida como la entrada tiene que ser de forma escalonada, para guardar la distancia necesaria. 

·      Espacio adecuado en los salones para el distanciamiento social.  Cualquier medida que se tome no tendrá valor si en un salón se reúnen, por ejemplo, treinta estudiantes sin una distancia adecuada entre ellos. 

·      El uso de mascarillas durante todo el día de clases por parte de profesores, estudiantes y personal no docente, con las dificultades que esto conlleva.

·      Un mecanismo para la disposición adecuada de mascarillas y guantes durante todo el día. Este material, potencialmente infeccioso, debe ser removido por una compañía con licencia para el manejo de material biológico potencialmente infeccioso. 

·      Otros mecanismos para minimizar la exposición

Las pandemias regresan con furia
Todas las pandemias recientes (H1N1-1918, H2N2-1957 al 1958, H3N2-1968 y H1N1pdm09-2009) han tenido un rebote.  Esto significa que llega una oleada de infecciones y ocurre una disminución, seguida por una segunda oleada mucho más letal que la primera.  En este momento no hay evidencia que indique que esta pandemia será distinta.  Típicamente la segunda oleada llega en el hemisferio norte para octubre, coincidiendo con los cambios a temperaturas más bajas que favorecen la propagación viral.  En la pandemia del 1918, mal llamada “influenza española”, los primeros casos en Puerto Rico aparecieron en San Juan para el mes de junio, con un repunte más letal comenzando en octubre de 1918 y terminando para enero del 1919.  Esto fue seguido por una tercera oleada menos letal. Al final se reportaron 10,888 muertes y unas 250,000 infecciones en una población estimada de 1,250,000 habitantes.  Recomiendo el excelente libro “La epidemia reinante”, de la historiadora Mayra Rosario Urrutia del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico para más detalles.

Puede haber excepciones
Lo antes expuesto no significa que no podamos regresar de forma sumamente limitada a realizar algunas tareas.  Por ejemplo, podrían identificarse algunas experiencias de laboratorio que tienen que, por su naturaleza, ofrecerse de forma presencial.  En ese caso se deben tomar las medidas necesarias para que sean dos o tres laboratorios por semestre, y de forma escalonada citar a los estudiantes en grupos pequeños.  O que algunos profesores den su clase a distancia, pero desde la sala de clase, donde las conexiones de internet son frecuentemente superiores a las que tenemos en nuestros hogares.  Esto debería ser una opción excepcional para casos especiales.

Nos jugamos la vida como institución
Si abrimos en agosto y la Universidad de Puerto Rico se convierte en un foco de infección, más bien, en once focos de infección por toda la isla, corremos el riesgo de perder un número significativo de nuestra matrícula, que buscará alternativas para continuar sus estudios.

Por las razones antes expuestas, entiendo que no debemos regresar de forma presencial en agosto, y cualquier actividad en los once recintos debe ser limitada, controlada, y siguiendo todos los protocolos necesarios para minimizar el contacto entre las personas.  El semestre que viene deber ser usado para afinar y ensayar estos protocolos en los once recintos. 


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