Mostrando las entradas con la etiqueta Sunshine. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Sunshine. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de diciembre de 2007

Cosas Que Mister Colón(ia) No Me Enseñó

La mayor parte de las cosas que aprendí en la escuela sobre Puerto Rico las aprendí por mí mismo. La razón es sencilla: nunca me las enseñaron. Para colmo cuando fui a la universidad sólo me requirieron un curso de un semestre sobre historia de Puerto Rico. Hice un bachillerato en biología con una concentración menor en pedagogía en ciencias. Entre los requisitos para solicitar la licencia que expide el Departamento de Educación estaba, y aún está, un curso de sólo un semestre de historia de Puerto Rico más un curso de un semestre de historia de Estados Unidos. Nuestro sistema de enseñanza nos ha llevado el mensaje subliminal de que la historia de Estados Unidos tiene la misma importancia que la nuestra. Es parte de una estrategia de americanización de los puertorriqueños a través de la educación. Es como el yodo que se le echa a la sal para asegurarnos de que obtengamos ese elemento.

Luego estaba el adoctrinamiento social donde todo lo americano (entiéndase estadounidense, que americanos somos todos) era grande y bueno. Los huevos grandes eran americanos, aunque fueran de gallinas jayuyanas. Las avispas grandes eran americanas también aunque volaban en nuestros campos. Si eras alto y rubio parecías americano aunque fueras de Lares con un fenotipo heredado directamente de Las Canarias. Sólo en Estados Unidos nevaba, a juzgar por las fotos y las discusiones del “weather” en el salón. Y la nieve era tan sublime que los puertorriqueños estaríamos condenados al sufrimiento de jamás poder tocarla. Por eso Doña Felisa Rincón de Gautier, cuando era alcaldesa de San Juan, trajo nieve a Puerto Rico, para que los niños pobres pudieran jugar en ella. Por supuesto que el rubio sol de Borinquen se encargó de convertir aquella pila en una plasta resbalosa y derretida, con el mensaje poderoso, que pocos captaron, de que aquí hay cosas mejores. Sí porque nunca, o poco, nos hablaron de las bahías bioluminiscentes, mucho más gloriosas que la nieve pasajera e invernal y que no existían en Estados Unidos. Ni del Bosque Seco de Guánica, que por poco destruyen con un Club Med que harían por el lugar. Sabíamos que había cavernas en Camuy pero nada del significado ambiental de éstas ni que son de categoría mundial. De la zona del Karso, una de las pocas del mundo, nada. Del maravilloso origen volcánico de Puerto Rico, nacarile del oriente.

Simón Bolívar pisó suelo boricua en Vieques y no nos lo dijeron. La policía local, controlada por el gobierno americano, llevó a cabo masacres en Río Piedras y en Ponce, entre otras, y en la escuela lo callaron. La legislatura de Puerto Rico, presididida por José de Diego, rechazó la ciudadanía americana impuesta en el 1917 y no nos enteramos. Nos dijeron que en Puerto Rico no hubo una invasión en el 1898 sino un cambio de soberanía. Nunca nos dijeron que durante la primera mitad el siglo veinte, bajo el dominio americano, Puerto Rico era el país más pobre de todo el Caribe. Se le conocía como “The Poorhouse of the Caribbean”. No nos dijeron que el largo de vida promedio rondaba los 40 y pico de años. La gente moría de disentería, tuberculosis y malnutrición. Bajo el gobierno de los Estados Unidos, por supuesto. Que los americanos decretaron que toda la enseñanza en las escuelas públicas sería en inglés solamente, prohibiendo así el español en el sistema educativo. De ahí surgió la inspiración para el cuento Santa Cló va a la Cuchilla, de Don Abelardo Díaz Alfaro. Callaron el hecho de que Pedro Albizu Campos, ante esta situación, se levantó en armas con un puñado de seguidores, contra el imperio más poderoso de la tierra. Y callaron que a Don Pedro lo mataron irradiándolo con isótopos radioactivos.


Nos despojaron del conocimiento de la gloriosa lucha conjunta de cubanos y puertorriqueños durante la Guerra de la Independencia del hermano país. No nos dijeron que en Cuba hay héroes boricuas enterrados. Sí nos dieron a entender que, después de Satanás, Fidel Castro era lo peor que le había pasado a la humanidad. Del corrupto dictador cubano Fulgencio Batista no nos hablaron. Nos ocultaron que Cuba cuenta con el mejor sistema de salud del hemisferio. Sabíamos que nuestro regimiento 65 de Infantería había sido famoso porque nombraron una avenida en honor a ellos. Pero no nos dijeron que los americanos los usaron como carne de cañón en la Guerra de Corea. Los mandaban al frente a conquistar colinas, y los americanos blancos atrás esperando a que los boricuas les hicieran el trabajo.

Ocultaron el hecho de que nuestras mujeres fueron usadas como conejillas de Indias para experimentos con la pastilla anticonceptiva. Vinieron aquí porque en Estados Unidos se lo prohibieron a Pincus y asociados. Pincus et al. manipularon resultados e ignoraron informes de que las dosis que estaban administrando estaban causando serios efectos secundarios e incluso la muerte. No nos enteramos de que en la antigua Escuela de Medicina Tropical el Dr. Lorenzo Galindo enviaba cadáveres robados a Estados Unidos durante los 1960’s para el Proyecto Sunshine del gobierno de Estados Unidos. No nos hablaron de La Operación, proyecto del gobierno popular de Luis Muños Marín que resultó en la esterilización de casi un tercio de nuestra mujeres en edad reproductiva, sin que la mayoría de éstas se enteraran. El control forzoso de la natalidad en Puerto Rico, auspiciado por el gobierno de Estados Unidos, es un acto inconcluso de agresión nacional que no ha sido debidamente investigado. Por supuesto ocultaron también los asesinatos de ocho puertorriqueños a manos del Dr. Cornelius P. Rhoads, inyección de sustancias radioactivas a pacientes en el antiguo Hospital de Veteranos, y los experimentos con el agente naranja en nuestros bosques, entre muchos otros. Aún hoy lo hacen. Recientemente nos enteramos de que se está probando una vacuna contra el dengue usando a puertorriqueños como organismos experimentales.

No aprendí estas cosas porque los cursos de historia de Puerto Rico terminaban en el 1898 con el “cambio de soberanía”. Desde esa fecha en adelante no había historia puertorriqueña, salvo uno que otro evento subrayado como el establecimiento del Estado Libre Asociado en el 1952 y…no recuerdo otro. Así fue que crecí como un ser colonizado. Esa costra que te tapa los sentidos y te hace creer inconcientemente que aquellos son, por razones divinas, superiores. Hasta que te das cuenta de que Diego Salcedo es tan mortal como tú. Algunos hemos tenido la suerte de ver. La venda de los ojos fue quitada por algún evento o experiencia que te hace cuestionar las cosas. Alguna anomalía de lo establecido, como diría Thomas Kuhn. En mi caso fue el irme a estudiar a Estados Unidos. No tuve una experiencia reveladora como Pablo el perseguidor de cristianos cuando se cayó del caballo.

Fue difusión y ósmosis. Fue la vez que, recién llegado de Puerto Rico, hice mi primera compra en un supermercado. Pagué con cheques de viajero de American Express, “as good as money”. La cajera me envió a ver al gerente para la aprobación de rutina. Al ver mi identificación, licencia de conducir de Puerto Rico, me dijo que no podía aceptarla. Le custioné, le dí un mini curso de relaciones políticas entre los dos países, y de Finanzas 101 (eran cheques de American Express, por el amor de Dios) y no se inmutó. Regresé a la cajera y le dije que guardara la compra porque no me la podía llevar. Ella no lo podía creer lo que me hizo pensar que no todos los americanos eran tan malos como el gerente infernal aquel. Días después fui a la estación de correo a cambiar un giro postal que me habían enviado. El cajero cartero no me lo quiso cambiar porque era de Puerto Rico. Le expliqué que no, que era de ellos, del Servicio Postal de Estados Unidos, porque ni eso podemos tener en nuestro país. Se negó a cambiarlo.

Fue también la vez que para abrir una cuenta de banco me pidieron la tarjeta verde. Le expliqué que los americanos nos habían hecho ciudadanos americanos. Yo había nacido en New Jersey pero nunca me acordaba de esto e insistía que todos los nacidos en Puerto Rico éramos ciudadanos de Estados Unidos. Fue la noche que fui con una amiga a una especie de café teatro puertorriqueño en El Barrio. De pronto hizo su entrada Juan Antonio Corretjer. Lo invitaron a la tarima y en medio del discurso le pasaron un papelito. Entonces anunció emocionado que el Ejército Popular Boricua, Los Macheteros, lo acababan de nombrar Comandante. La lotería de la historia hizo que me pegara aquella noche pues terminado su discurso se sentó en mi mesa y tuve la oportunidad de intercambiar algunas palabras con él.

Fue el día que el profesor de un curso graduado de Hematología nos entregó las notas. Casi todo el mundo había fracasado y sólo había tres calificaciones de A. Las habíamos sacado los tres puertorriqueños del grupo. O fue cuando le entregaron al Dr. Paul Margolin (QEPD), quien era mi mentor de tesis, mi calificación en el examen escrito doctoral. Yo no estaba presente pero Walid Samarrai, mi amigo iraquí, estaba y vio cuando el otro profesor le dijo al Dr. Margolin “seems like he passed” (parece que lo aprobó), le tiró mi examen sobre el escritorio y se fue. El “seems like he passed’ fue que me enteré a los pocos días que había sacado la calificación más alta de todo el sistema de City University of New York ese año. Lo que me salvó fue que no se ponía el nombre sino un apodo de tal manera que los que lo corregían no sabían que aquél era mi examen y presumieron que era uno de los de ellos.

La gran mayoría de los puertorriqueños en esta isla no entiende el nivel de discriminación a los que son sometidos los boricuas en Estados Unidos. Y no importa si eres blanco y rubio. Irónicamente ellos tienen muy claro algo que en Puerto Rico no se entiende. Somos gente diferente no por el color de la piel sino por la envidiable carga histórica que nos otorga el ser una nación. Y es cuando reconoces eso que el vendaje se cae. La costra se despega. Entonces recibes el bautismo nacional que se manifiesta no en lenguas extrañas sino en una fuerza y un orgullo que se te mete por los pies, te pasa por el corazón y retumba en la cabeza como una bomba. Y al ritmo de tambores africanos mezclados con ritmos ibéricos y alabanzas taínas a Yuquiyú levantas lentamente la mirada, posas los ojos en las pupilas del colonizador y le preguntas: “¿Qué es lo que te pasa a ti”?

© Edwin Vázquez de Jesús
Universidad de Puerto Rico en Cayey

jueves, 16 de agosto de 2007

Usan Boricuas en Experimentos Científicos (Otra Vez)

En 1931 fue Cornelius P. Rhoads inyectándole células cancerosas a pacientes puertorriqueños en el Hospital Ashford, en el Condado (y asesinando a varios más). Durante los 1950s y extendiéndose hasta los 70s estuvo la "Sunshine Operation", a través de la cual se robaron cadáveres boricuas, o partes de éstos, y fueron enviados a los Estados Unidos para estudios sobre radioactividad (el robo involucró cadáveres de varias naciones).

A principio de los 60s fue la compañía Searle experimentando con mujeres puertorriqueñas para probar las primeras pastillas anticonceptivas (hubo tres muertes que el gobierno nunca investigó). También durante los 60s se estudiaron los efectos desfoliadores del agente naranja en El Yunque y otros bosques de Puerto Rico. Además se irradiaron predios del Yunque para estudiar su efecto en los ecosistemas. Estos son sólo algunos ejemplos de abusos cometidos en nombre de la ciencia contra el pueblo puertorriqueño.

¿Cosas del pasado? Por supuesto que no. Los estadounidenses, con ayuda local, por supuesto, nos siguen usando como conejillos de Indias. Ahora están usando a puertorriqueños para probar una vacuna contra el dengue. De primera intención suena como algo positivo. Se busca una vacuna para prevenir esta enfermedad. ¿Pero por qué sólo con puertorriqueños? El dengue es una enfermedad mundial que afecta a los países en las regiones ecuatoriales del planeta. ¿Por qué no se usaron sujetos de cada una de las regiones?

Ya se llevó a cabo la primera fase donde 30 personas recibieron una vacuna presumiblemente efectiva contra las cuatro variedades de la enfermedad. Los pacientes tendrían desde 12 meses hasta 50 años de edad. Dependiendo de los resultados de estas primeras pruebas se le administrará la vacuna a 720 personas adicionales.

He aquí un resumen del estudio tomado de ClinicalTrials.gov

Study start: April 2007; Expected completion: December 2008

In this study, children and adults at multiple sites in Puerto Rico will be randomly allocated to receive one of two T-DEN formulations or placebo. Subjects will be stratified by age group (a specific number of subjects in each of 4 age groups [12 months to 50 years of age] will be enrolled). The study includes 6 scheduled visits and 4 scheduled venipunctures. Safety follow-up for dengue may require unscheduled visits and venipunctures. Multiple DEN virus serotypes are endemic in Puerto Rico and all residents are considered to be at risk for dengue. The results of this phase II study will provide a basis for identifying the vaccine formulations which elicit neutralizing antibodies to all four dengue virus serotypes in a high proportion of vaccine recipients. The most immunogenic and well tolerated candidate formulation identified in this study will be considered for advancement to phase III development.


Estas son las instituciones médicas en Puerto Rico donde se están llevando a cabo las pruebas:


Puerto Rico
RCMI- Centro Medico de Rio Piedras Hosp Universitario Adultos Dept Medicinia Interna Seccion, San Juan, 00936-0567, Puerto Rico
Awilda Candelario 787-777-3535 Ext. 7230 awildacv@hotmail.com
Janet Berrios-Montes 787-777-3535 Ext. 7230
Jorge Bertran-Pasarell, MD, Principal Investigator

Dept Pediatria, Esc. De Medicina University of PR, San Juan, 00936-5067, Puerto Rico
Francisca Cartagena 787-771-0056 fcartagena@rcm.upr.edu
Clemente Diaz-Perez, MD, Sub-Investigator
Ines O Esquilin-Rivera, MD, Sub-Investigator

Caparra Internal Medicine Research Center, Rio Grande, 00745, Puerto Rico
Brenda Molina-Elicier 787-809-4025 bmolinacrc@yahoo.com
Evelyn Matta-Fontanet, MD, Principal Investigator

Ponce School of Medicine, Ponce, 00716-0112, Puerto Rico
Maritza Santiago 787-403-0112 isa106@hotmail.com
Federico Chardon-Feliciano, MD, Principal Investigator

Clinical Research PR, San Juan, 00923, Puerto Rico
Helvetia Negron 787-723-5945 crpr@coqui.net
Javier Morales-Ramirez, MD, Principal Investigator

Private Practice, Carolina, 00983, Puerto Rico
Mildred Vega 787-782-7897 vegamaeva@aol.com
Luis Rodriguez-Carrasquillo, MD, Principal Investigator

Centro de Neumologia Pediatricia, Hato Rey, 00726, Puerto Rico
Vivian Medina 787-439-2762 vm@pedasthma.com
Jose Rodriguez-Santana, MD, Principal Investigator

Private Practice, San Juan, 00926, Puerto Rico
Irma Sotomayor 787-764-8281 irmasotomayor@hotmail.com
Myra Ayala 787-764-8281 myra.ayala@gmail.com
Miguel Sosa-Padilla, MD, Principal Investigator

Private Practice, San Juan, 00921, Puerto Rico
Ferlinda/Juan Arocho/Ojeda 787-792-3203
Priscilla Rivera 787-792-9833
Jose Tavarez-Valle, MD, Principal Investigator

San Juan Batista Medical School, Caguas, 00725, Puerto Rico
Carmen Morales 787-653-0550 Ext. 11014
Alberto Santiago-Cornier, MD, Principal Investigator



Estos son los médicos investigadores del estudio:


Jorge Bertran-Pasarell, MD, Principal Investigator, Dept Medicina Interna Seccion Enfermedades Infecciosas

Clemente Diaz-Perez, MD, Principal Investigator, University of PR

Ines O. Esquilin-Rivera, MD, Principal Investigator, University of PR

Evelyn Matta-Fontanet, MD, Principal Investigator, Caparra Internal Medicine Research Center

Federico Chardon-Feliciano, MD, Principal Investigator, Ponce School of Medicine

Javier Morales-Ramirez, MD, Principal Investigator, Clinical Research PR

Luis Rodriguez-Carrasquillo, MD, Principal Investigator, Private Practice, PR

Jose Rodriguez-Santana, MD, Principal Investigator, Centro de Neumologia pediatrica

Miguel Sosa-Padilla, MD, Principal Investigator, Private Practice PR

Jose Tavarez-Valle, MD, Principal Investigator, Private Practice, PR

Alberto Santiago-Cornier, MD, Principal Investigator, San Juan Batista Medical School

Más información sobre este estudio AQUÍ y AQUÍ.

Edwin Vázquez
Universidad de Puerto Rico en Cayey

sábado, 9 de junio de 2007

Víctimas de la Ciencia

Cadáveres, o partes de éstos, fueron robados de América Latina y enviados a Estados Unidos para estudios sobre radioactividad.

(Publicado originalmente en la sección Domingo del periódico El Nuevo Día el 13 de abril de 2003)

Como sacado de una película de horror, cadáveres puertorriqueños, o más bien partes de éstos, fueron enviados a los Estados Unidos para un estudio secreto sobre radiación durante los años 1955-1970, según demuestran varios documentos desclasificados recientemente por el Gobierno de los Estados Unidos. El estudio fue patrocinado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos y su objetivo era medir los niveles de estroncio-90, un producto de la radiación nuclear, en los huesos humanos a través del mundo. Era el Proyecto Sunshine, o Brillo Solar, porque se pensaba que la radiación nuclear podía afectar a personas de todo el planeta a través de la atmósfera. Este proyecto fue dirigido en sus comienzos por el Dr. Willard Libby, quien en el 1960 ganó el premio Nobel en química por inventar la técnica del uso del carbono-14 para determinar la fecha de artefactos antiguos.

En una reunión llevada a cabo el 18 de junio de 1955 en Washington, D. C., el Dr. Libby les dijo a sus colegas: "Las muestras humanas son de suprema importancia, y si alguien conoce una buena manera de robar cuerpos, verdaderamente estarán sirviendo a su país... Contratamos a una firma de abogados bien cara para que investigara la ley sobre el robo de cuerpos, pero los resultados no son muy prometedores; muestran cuán difícil será hacerlo legalmente". No obstante, el Dr. Lawrence Kulp, de la Universidad de Columbia, en New York, le ofreció la siguiente posibilidad: "Fácilmente, podríamos obtenerlos de Puerto Rico y de otros lugares" (accedido de varias fuentes, incluyendo aquí.)

El Dr. John Bugher, director de la División de Biología y Medicina de la Comisión de Energía Atómica, explicó que en otros contextos había sido necesario pagar por cada muestra. "A través de los años, en los estudios de fiebre amarilla de la Fundación Rockefeller obtuvimos decenas de miles de especímenes de hígados usando ese esquema", aseguró Bugher.

Al finalizar el proyecto, en 1970, se habían obtenido más de 10,000 cuerpos a través del mundo, incluyendo a 6,000 bebés. Los cuerpos eran incinerados para luego medir el nivel de estroncio-90 y de otros compuestos en las cenizas. Temprano en la investigación, Libby y sus asociados habían concluido que las mejores muestras eran las de bebés, ya que sus huesos podían incorporar el estroncio-90 más fácilmente, puesto que estaban en constante crecimiento. En total, se obtuvieron muestras de 27 lugares o estaciones, a través del mundo. No sabemos cuántas "muestras" fueron obtenidas de Puerto Rico, pero lo cierto es que para el 1956 se habían obtenido por lo menos 23, y para el 1960, por lo menos otras 28.

En la mayoría de los casos, si no en todos, los cadáveres fueron enviados a los Estados Unidos, y en algunos casos a Gran Bretaña, sin el consentimiento ni el conocimiento de sus familiares. Así lo determinó el Comité Consejero sobre la Irradiación de Humanos, nombrado por el presidente Clinton para que investigara los casos de irradiación humana durante la guerra fría (Final Report of the Advisory Committee on Human Radiation Experiments, Oxford University Press, 1996). El Comité informó sobre diversos experimentos donde se violaron los más fundamentales derechos humanos, incluyendo la irradiación de los testículos a prisioneros, dietas con isótopos radiactivos a estudiantes de una escuela para niños con problemas de aprendizaje, la inyección de plutonio a pacientes de cáncer, y la inyección de células cancerosas a pacientes por parte del Instituto Sloan-Kettering, que era dirigido por el infame Dr. Cornelius Rhoads, el mismo que en el 1931 confesó haber matado a ocho puertorriqueños e inyectarle células cancerosas a varios más.

Los documentos desclasificados hasta ahora describen la edad de las víctimas puertorriqueñas utilizadas, el día de su fallecimiento y su sexo (Project Sunshine, Annual Report, Period March 31, 1955-April 1, 1955, Department of Energy). Éstas eran designadas con la letra B y un número. Cada uno de estos cadáveres, o partes de ellos, fueron incinerados en los Estados Unidos. Por supuesto, las cenizas, una vez analizadas, fueron descartadas como cualquier desecho de laboratorio.

En el 1957, el Dr. Kulp y sus asociados presentaron los resultados de un estudio que involucraba 1,500 huesos humanos alrededor del mundo. Éstos fueron publicados en la revista Science (Strontium-90 in Man, vol. 125, páginas 219-225). Los resultados merecieron la primera página de New York Times (8 de febrero del 1957). Los países de los que se obtuvieron muestras incluían a Puerto Rico, Chile, Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil, Canadá, Australia, Gran Bretaña, India y los mismos Estados Unidos, entre otros. En Latinoamérica, las personas contacto que proveyeron muestras para el proyecto fueron el Dr. David Rosenberg de Chile, el Dr. L. Potenza del Servicio Nacional de Anatomía Patológica de Venezuela, el Dr. Francisco Husberlin del Hospital Bautista de Colombia, el Dr. Juan A. Montalbán del Instituto Nacional de Higiene de Ecuador, y el Dr. Humberto Meneses de Brasil.

La mayoría de las muestras latinoamericanas provinieron de Chile y Venezuela. En otras áreas participaron el Dr. W.B. Leach del Hospital General de Vancouver en Canadá y la Dra. Marian O. Boshr del Hospital de la Misión Bautista Americana en India. En los Estados Unidos estaban el Dr. Shields Warren, del Cancer Research Institute en Boston; el Dr. James McNaught, del Centro Médico de la Universidad de Colorado; el Dr. Robert Coon, de la Universidad de Columbia en New York, y el Dr. Clarence Brown, de la Universidad Baylor en Houston.

¿Quién fue la persona en Puerto Rico que proveyó las muestras para este proyecto? El documento desclasificado por el Departamento de la Defensa lo identifica como el Dr. Lorenzo Galindo, de la Escuela de Medicina Tropical de la Universidad de Puerto Rico.

En otro experimento con cadáveres puertorriqueños, el Dr. Richard B. Holtzman escribió un artículo titulado Pb210 (Ra D) en habitantes de una isla caribeña (Annual Report, July 1963 through June 1964, Radiological Physics Division, Argonne National Laboratory). "La concentración promedio de plomo-210 en las vértebras de puertorriqueños fue de 0.118 pC/g ceniza", añade. "Los especímenes de vértebras fueron obtenidos durante la autopsia de 28 residentes del vecindario de la ciudad de San Juan, 19 varones y 9 hembras, entre enero y agosto del 1961". De hecho, concluye: "Agradezco al Dr. J. Rivera, del Laboratorio de Salud y Seguridad de la Comisión de Energía Atómica, y al Dr. C. Galindo de la Universidad de Puerto Rico, por proveer las muestras. Presumo que C. Galindo es en realidad Lorenzo Galindo, quien proveyó las muestras en el 1955 y 1956. Y J. Rivera es Joseph Rivera, quien de hecho, en marzo de 1963, ofreció una conferencia titulada Estroncio-90 en la dieta humana y en los huesos, durante la reunión número 97 del Comité Asesor para Biología y Medicina de la Comisión de Energía Atómica celebrada en New York. Las víctimas de este experimento, fallecidas entre enero y agosto de 1961, son identificadas sólo por edad y sexo. Sólo las vértebras fueron utilizadas y presumiblemente enviadas a los Estados Unidos. Sin embargo, no sabemos qué sucedió con el resto del cadáver.

Hasta ahora, no sabemos cuántos otros cadáveres puertorriqueños, o partes de éstos, fueron utilizados para este proyecto durante su duración. Tampoco sabemos qué otras personas en Puerto Rico estuvieron involucradas en el envío de los mismos a los Estados Unidos.

Los hechos discutidos en este artículo pueden parecer horrorosos, pero son ciertos. Representan una fracción de los abusos cometidos contra el pueblo puertorriqueño en nombre de la ciencia.

Si usted tiene alguna información que ayude a esclarecer estos casos, puede comunicarse con el autor a la siguiente dirección:


Edwin Vázquez, Ph.D.
Departamento de Biología
Universidad de Puerto Rico en Cayey
Cayey, Puerto Rico 00737