Hoy se dio una interesante discusión en mi familia sobre la celebración del día de los Tres Reyes Magos. Estábamos reunidos en casa de mis padres los hijos, esposas, nietos, sobrinos y toda la familia extendida celebrando el día más importante de las navidades. En Puerto Rico el Día de Reyes ha cobrado una importancia que trasciende su significado religioso pues para muchos representa un muro de contención cultural ante el ataque brutal de la norteamericanización del mundo a expensas de las cosas que nos marcan como pueblos. Pues alegaban algunos que la razón por la que en Puerto Rico se les regalan juguetes a los niños el día de Navidad, además del Día de Reyes, es porque así tienen más tiempo para jugar con los mismos. Para mí este argumento es ridículo y una excusa barata para justificar la asimilación cultural.
En mi hogar sigo la tradición que me inculcaron mis padres de regalar el Día de Reyes. Admito que mis hijas reciben algún regalo el 25 de diciembre por aquello de que no se queden atrás ante los demás, pero ellas están claras de que los Reyes traen mejores regalos que Satán Clos. Recibir regalos dos veces en navidades debe ser una de las razones por las que los puertorriqueños fueron declarados las personas más felices del planeta Tierra, según un estudio sueco (más información aquí).
Alegan mis detractores que si los niños reciben los juguetes en Reyes no tendrán tiempo para jugar con ellos dado que las clases comienzan pocos días después. No entiendo este argumento. ¿Cuánto tiempo necesitan los niños para jugar con sus juguetes? ¿Y porqué no pueden seguir jugando con ellos una vez comiencen las clases? Además, ¿de qué niños estamos hablando? Porque les aseguro que si los niños ya están en la escuela saben muy bien la verdad secreta sobre la identidad de los Reyes. En otras palabras, la verdadera celebración de los Reyes cobra significado antes de que los niños entren a la escuela, cuando todavía se creen la fantasía maravillosa que hemos construido sobre estos legendarios adoradores.
Por supuesto preferiría que las clases comenzaran más tarde, pero el argumento de que los padres prefieren regalar el día de Navidad y no el día de Reyes es una excusa barata para justificar su propia asimilación cultural. Es que ven al viejo gordo y colorao' ese, que padece de obvia obesidad mórbida, y se derriten como la nieve que trajo en los 60s la alcaldesa de San Juan, Doña Fela para que los niños boricuas jugaran, y que se derritió ante el primer rayo de sol caribeño. Por lo menos hay un indicador que me da esperanza: el Día de Reyes sigue siendo en Puerto Rico la celebración que más ventas genera en el año.
Tags: Reyes Magos Santa Claus Puerto Rico
En mi hogar sigo la tradición que me inculcaron mis padres de regalar el Día de Reyes. Admito que mis hijas reciben algún regalo el 25 de diciembre por aquello de que no se queden atrás ante los demás, pero ellas están claras de que los Reyes traen mejores regalos que Satán Clos. Recibir regalos dos veces en navidades debe ser una de las razones por las que los puertorriqueños fueron declarados las personas más felices del planeta Tierra, según un estudio sueco (más información aquí).
Alegan mis detractores que si los niños reciben los juguetes en Reyes no tendrán tiempo para jugar con ellos dado que las clases comienzan pocos días después. No entiendo este argumento. ¿Cuánto tiempo necesitan los niños para jugar con sus juguetes? ¿Y porqué no pueden seguir jugando con ellos una vez comiencen las clases? Además, ¿de qué niños estamos hablando? Porque les aseguro que si los niños ya están en la escuela saben muy bien la verdad secreta sobre la identidad de los Reyes. En otras palabras, la verdadera celebración de los Reyes cobra significado antes de que los niños entren a la escuela, cuando todavía se creen la fantasía maravillosa que hemos construido sobre estos legendarios adoradores.
Por supuesto preferiría que las clases comenzaran más tarde, pero el argumento de que los padres prefieren regalar el día de Navidad y no el día de Reyes es una excusa barata para justificar su propia asimilación cultural. Es que ven al viejo gordo y colorao' ese, que padece de obvia obesidad mórbida, y se derriten como la nieve que trajo en los 60s la alcaldesa de San Juan, Doña Fela para que los niños boricuas jugaran, y que se derritió ante el primer rayo de sol caribeño. Por lo menos hay un indicador que me da esperanza: el Día de Reyes sigue siendo en Puerto Rico la celebración que más ventas genera en el año.
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