Nuevamente el periódico The New York Times, quizás el más influyente de los Estados Unidos de Norteamérica, le dedica un extenso artículo a las lechoneras de Guavate en Cayey. Lo leí con gusto por las descripciones culinarias que a veces rayaban en lo poético. Lo leí con gusto también porque vivo muy cerca del área y soy un cayeyano de corazón.
No voy mucho a las lechoneras de Guavate por la misma razón que la gente que vive en los pueblos costeros tiende a no visitar mucho las playas. Siempre están ahí. Pero he ido lo suficiente como para poder hacer mis propias recomendaciones a todos los seres que sufren esa condición tan boricua llamada "un bajón de lechón".
Primero que nada recomiendo "El Cuñao", en la carretera número 1 hacia Aibonito (fuera del área de Guavate). El lechón se le disolverá en la boca estallando en una orgía de placeres sensoriales e inundando todas las papilas gustativas de su lengua, especialmente las ubicadas en el centro y los laterales de ese maravilloso apéndice al que le hemos dado tantos otros usos placenteros. Si le gusta la gandinga El Cuñao es el sitio. Y aunque tienen una colección de vinos decentes recomiendo Medalla, la cerveza nacional que ha recibido premios y elogios a nivel internacional (evite esa cosa rala norteamericana que sabe a agua carbonatada llamada Coors Light).
En Guavate no cometa el error de parar en la primera lechonera que se encuentre en la 184. Se llama El Mojito y aunque tienen una gran variedad de platos en lechón es subpar. Ese error lo cometen los reporteros de "El Nuevo Día" todas las navidades cuando preparan el artículo obligado sobre las lechoneras. Son vagos, comen allí, sacan fotos y se suben al expreso de vuelta a San Juan. Vaya "all the way" hasta donde se concentra la mayoría de las lechoneras de Guavate. Si va un fin de semana prepárese a mover el esqueleto pues habrá música a todo tren.
No he comido en todas las lechoneras del área, ni mucho menos, pero les garantizo que en "Los Pinos" preparan uno de los mejores lechones asados del universo. Conocí el lugar a través de una estudiante cuyos padres son los dueños del lugar. Fui allí recientemente con unos colegas para una reunión almuerzo y para saciar el deseo de una compañera que nunca había ido a Guavate. Grave error. El lechón estaba tan delicioso que a todos se nos olvidó la razón original por la que fuimos. Una vez finalizada la orgía porcina decidimos que lo que había que discutir lo podíamos hacer a través de la internet.
Les daré un consejo. Si están a dieta no vayan. Sepa que va a ir a entregarse al placer de las grasas saturadas, a los cueros crujientes de lechones suculentos, a los carbohidratos complejos de un buen arroz con gandules y a todo tipo de fritanga que siglos de alquimia culinaria puertorriqueña han confeccionado para deleitar los más primitivos impulsos de la boca. Por favor, no pida allí pollo asado, ni pavochón ni mucho menos una ensalada. Para eso quédese en su casa. Porque ir a Guavate y no comer lechón asado es como tomar café sin cafeína, usar mayonesa baja en grasas o amar sin tener sexo.
Lea el artículo del Times "Party With Pig: In Puerto Rico, a Glorious Feast" oprimiendo AQUÍ.
Lea el artículo relacionado del Times "Puerto Rico, Flavored With Contradictions" oprimiendo AQUÍ.
Lea el artículo relacionado del Times "Choice Tables; Eating Mofongo in Style: Four San Juan Restaurants" oprimiendo AQUÍ.
Foto del "The New York Times"
No voy mucho a las lechoneras de Guavate por la misma razón que la gente que vive en los pueblos costeros tiende a no visitar mucho las playas. Siempre están ahí. Pero he ido lo suficiente como para poder hacer mis propias recomendaciones a todos los seres que sufren esa condición tan boricua llamada "un bajón de lechón".
Primero que nada recomiendo "El Cuñao", en la carretera número 1 hacia Aibonito (fuera del área de Guavate). El lechón se le disolverá en la boca estallando en una orgía de placeres sensoriales e inundando todas las papilas gustativas de su lengua, especialmente las ubicadas en el centro y los laterales de ese maravilloso apéndice al que le hemos dado tantos otros usos placenteros. Si le gusta la gandinga El Cuñao es el sitio. Y aunque tienen una colección de vinos decentes recomiendo Medalla, la cerveza nacional que ha recibido premios y elogios a nivel internacional (evite esa cosa rala norteamericana que sabe a agua carbonatada llamada Coors Light).
En Guavate no cometa el error de parar en la primera lechonera que se encuentre en la 184. Se llama El Mojito y aunque tienen una gran variedad de platos en lechón es subpar. Ese error lo cometen los reporteros de "El Nuevo Día" todas las navidades cuando preparan el artículo obligado sobre las lechoneras. Son vagos, comen allí, sacan fotos y se suben al expreso de vuelta a San Juan. Vaya "all the way" hasta donde se concentra la mayoría de las lechoneras de Guavate. Si va un fin de semana prepárese a mover el esqueleto pues habrá música a todo tren.
No he comido en todas las lechoneras del área, ni mucho menos, pero les garantizo que en "Los Pinos" preparan uno de los mejores lechones asados del universo. Conocí el lugar a través de una estudiante cuyos padres son los dueños del lugar. Fui allí recientemente con unos colegas para una reunión almuerzo y para saciar el deseo de una compañera que nunca había ido a Guavate. Grave error. El lechón estaba tan delicioso que a todos se nos olvidó la razón original por la que fuimos. Una vez finalizada la orgía porcina decidimos que lo que había que discutir lo podíamos hacer a través de la internet.
Les daré un consejo. Si están a dieta no vayan. Sepa que va a ir a entregarse al placer de las grasas saturadas, a los cueros crujientes de lechones suculentos, a los carbohidratos complejos de un buen arroz con gandules y a todo tipo de fritanga que siglos de alquimia culinaria puertorriqueña han confeccionado para deleitar los más primitivos impulsos de la boca. Por favor, no pida allí pollo asado, ni pavochón ni mucho menos una ensalada. Para eso quédese en su casa. Porque ir a Guavate y no comer lechón asado es como tomar café sin cafeína, usar mayonesa baja en grasas o amar sin tener sexo.
Lea el artículo del Times "Party With Pig: In Puerto Rico, a Glorious Feast" oprimiendo AQUÍ.
Lea el artículo relacionado del Times "Puerto Rico, Flavored With Contradictions" oprimiendo AQUÍ.
Lea el artículo relacionado del Times "Choice Tables; Eating Mofongo in Style: Four San Juan Restaurants" oprimiendo AQUÍ.
Foto del "The New York Times"
¡Al fin! Algo realmente interesante. Y no las tonterías a las cuales trata de acostumbrarnos este científico de pacotilla y aún peor intelectual.
ResponderBorrarDamianca:
ResponderBorrarTú, mi más fiel lector...
Se me hizo la boca AGUA...
ResponderBorrar¡Qué riiiiiiico!
No hay nada semejante...
"Porque ir a Guavate y no comer lechón asado es como tomar café sin cafeína, usar mayonesa baja en grasas o amar sin tener sexo."
EXCELENTE forma de terminar el "post"...
Saludos desde las faldas del Yunque
Añade: iconoclasta, irreverente, zarrapastroso, grosero, descortés, incorrecto, gamberro, lechuguino, pisaverde, y llevo unos días que estoy de mal humor porque me duele la vesícula... las francachelas acaban pasando factura...
ResponderBorrarGracias Damianca por ahorrarme los adjetivos. Yo le añadiría dos o tres más pero ni yo estimo apropiado publicarlos aquí. En cuanto a tu vesícula, que te duela.
ResponderBorrarHada:
ResponderBorrarRíndete. Ven de las faldas del Yunque y sube las colinas del Guavate...y entrégate a la grasa aunque sea una vez.
Sí, yo también los pondría, y seguro que más y mejores que los tuyos, pero tampoco es cuestión de ir dando cuartos al pregonero...
ResponderBorrarLa verdad es que me ha entusiasmado la foto de la lechonera, entro al blog exclusivamente por verla una vez más. No la foto, si no lo que hay en ella y representa, es realmente arte, cultura, conocimientos, costumbreas y secretos ancestrales transmitidos oralmente. Esas cosas que realmente hacen pueblo, hacen nación. Creo que me entenderás.
Por otra parte:
La dieta mediterránea, candidata a ser Patrimonio de la Humanidad.
Advierto que el cerdo y sus productos derivados, ocupan una parcela muy importante de esta dieta.
Si no lo has hecho aún, un día desayuna una humilde tostada con un chorrito de aceite virgen de oliva y una pizca de sal y dejarás de tomar esa porquería llamada mantequilla y la basurilla margarina. Hay quien gusta de restregar un tomate maduro en el pan antes de poner el aceite y la sal. Una excelente idea, entre otras razones para quitar de en medio de la nevera esos tomates tan maduros que acabarán en la basura. De nada.
Edwin, desde cuando padeces de la vesicula?
ResponderBorrarEl damianca es un diccionario ambulante. O mejor dicho, el Edwin? Dr Jekill y Hyde!
Damianca:
ResponderBorrarHe hecho lo del aceite de oliva pero suena tan bien al leerlo que lo haré más a menudo. Siempre con tomates. Que te informo que mi huerto está pariéndolos, además de berenjenas y pimientos. La comida: el único tema donde no me dan ganas de mandarte pal'carajo.
Se me olvidaba Damián Carlos (como te llamó un anónimo en algún comentario), si oprimes la foto del lechón la verás agrandada.
ResponderBorrar¡ño! nunca leí esa demostración de imaginación... Damián Carlos... ¡hay que joderse! en la vida pude imaginar algo así... En España no es tan usual el uso cotidiano y familiar, como por ahí, los nombres compuestos, aunque existen. Si no se usan habitualmente acaban causando problemas, te habituas a que te llamen por uno de los dos nombres, pongo por caso, y un buen día, en el Ejército (me sucedió a mí), en la Universidad (también me sucedió algo) te inscribes con la documentación ad hoc y luego rellenas cualquier escrito, lo entregas y poco menos que te acusasn de suplantación. Un caos; en el Ejercito llegaron casi a declararme prófugo cuando ya llevaba casi más mili que el mástil de la bandera. Mi nombre es compuesto, claro, aunque no es ese, pero, joer, también se las trae... no creas.
ResponderBorrarPues observo, Edwin, que ahí arriba hay alguien que se confunde y tiene el convencimiento de que tú eres yo... ¡manda huevos! ni yo podría llegar tan bajo ni tú puedes aspirar a tanto...
Respecto a lo del comer estamos de acuerdo porque es herencia española y no las tonterías esas que tenéis metidas en la cabeza los melones puertorros.
Damianca:
ResponderBorrar¿Quién me ha confundido contigo? ¿Dónde? La injuria, el insulto (a mí por supuesto).
¿Qué es eso de que el comer es herencia española? No seas ingnorante. Aquí la comida es una fusión de lo negro, lo español y lo indígena. Como nosotros.
Me confunde contigo un Anónimo dos otres comentarios más arriba....
ResponderBorrarEn cuanto a la comida m'ijo... los españoles fusionaron poco, eran los muertos de hambre del Imperio, los negros comían... dejémoslo, no jodamos, que me acusan de racista y xenófobo y no es eso, y, los indígenas pusieron el tomate alguna papa y el ají... lo demás lo llevaron los misioneros españoles desde Oriente.
Tú de indígena tienes lo que yo de arzobispo de Cracovia...
¡Ah! Si a la tostada con aceite de oliva virgen y tomate la sazonas con sal inglesa Maldon... ya, pa'ir a mear y no echar gota. Esa sal, que la da la Madre Naturaleza, es la única aportación de los hijos de la Gran Bretaña (comiendo tienen peor gusto que los gringos) a la gastronomía exquisita.
Edwin:
ResponderBorrar¡Qué rico! Me dió bajón de lechón y de pastelón de berenjena (cuando mencionaste la berenjena) Hmmmmmm!
¡Qué bueno que a Damianca le duele la vesícula para que no disfrute de un bien canto de lechón! No se... a veces leo sus comentarios y me creo que es alguna participante de un concurso de belleza... de esas que dicen 20 palabras y realmente no dicen un ca...
Mientras... me voy a casa pensando en el pastelón de berenjena.
Que tengas buenas tardes,
Zue
Zuhail, zuhail, zuhail....
ResponderBorrar¿Pastelón de berenjena? No me hables de Damianca y dame la receta por favor. Mi huerto está maduro. Las berenjenas listas. Pero no sabía de un pastelón...
Dios bendiga la gandinga
ResponderBorrarManny, osti... esto ya es vicio, la gandinga aquí se le llama fritanga: buen aceite de oliva, los dientes de dos cabezas de ajos, sal y según gustos, un chorrito de vino blanco seco y también la pulpa de dos tomates maduros rallados. Y a comeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrr!!!!!
ResponderBorrarEdwin, anoche me hice para cenar una tortilla de berenjena, me habían regalado una: córtala en dados pequeños, póchala en un poco de aceite, añádele si te gusta un poquito de ajo, yo le añadí unos pequeños restos de jamón serrano que deambulaban por la nevera desde hacá unos días, bate los huevos, una pizca de sal, añade la berenjena y pon la mezcla en la sartén cundo está bien caliente, le das las vueltas necesarias ayudándote con un plato hasta que esté dorada por ambas partes y a cenaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrr!!!!!
Zuhail, por tus palabras se deduce que no eres el clásico chaval rubio pecoso y espabilao de las películas gringas... no, no...
Edwin:
ResponderBorrarEl pastelón se prepara como el de Plátanos maduros, solamente pelas la berenjena (claro esta) y se corta en finas lascas. Las fríes en aceite (Canola para que sea menos dañino) y sigues el procedimiento del pastelón: preparas la carne después lo pones en un molde de horno: capa de berenjenas, capa de carne, capa de berenjenas y cubrir con huevo. Y lo horneas un ratito. Yo le echo vegetales a la carne (especialmente unos que venden con brocoli, maiz, cebolla, zetas, etc.) y queda ríquisimo. Cuando te lo comes, sabe como a alcapurrias. hhhmmm!
Gracias por la receta Zue. Se me han ocurrido par de variaciones. Ya te dejaré saber.
ResponderBorrarDamianca:
ResponderBorrarNo había leído la receta berenjenal que me das. Estoy tan acostumbrado a leer tus vomitivos que pasé por alto esta joyita de comentario que me has dejado. Ya ves, tienes salvación.
Edwin, no seas ni grosero (llamar vomitivos a mis comentarios, pa'echar la pota los tuyos) ni mentiroso (lees mis comentarios enfermiza y vehementemente, pero eres incapaz de responder).
ResponderBorrarLas berenjenas como mejor están y más sanas son es una vez cortadas en dos mitades, se le propocionan unos cortes en cuadrícula en ambas caras internas, un poco de sal gruesa o Maldon y al horno se sacan una vez tostada levemente la parte superior, se le añade un chorrito de aceite de oliva y ¡ya'stá! Cualquier añadido, sin duda las enriquece en calorías y colesterol...