Existen en todas las empresas pero se concentran en las universidades. Se caracterizan por ser gente improductiva y con una necesidad imperiosa de ser reconocidas. Critican todo lo que venga de lo que llaman "administración", como si fuera un ente demoniaco, e independientemente de si es algo positivo o negativo. Siempre tienen la razón. Son infalibles. Y son seres amargados. En las reuniones opinarán sobre todo issue como si sus vidas dependieran de ello. Pueden alargar una reunión, que no debería pasar de una hora, a cuatro horas o más. A toda moción le someterán una enmienda que usualmente derrotaría el propósito de la moción misma. A toda enmienda le someterán una contraenmienda. Querrán ser parte de cuanto comité exista porque están convencidos de que este no funcionará adecuadamente sin ellos. Y viven con un solo propósito en la vida: joder.
De la misma forma que los trolls digitales se dedican a hacerle la vida imposible a los demás internautas, esta gente tiene una agenda de agresión verbal. Tratan de hacer el mayor daño en los rincones oscuros, en los pasillos, en las cafeterías. Se reúnen con estudiantes y los tratan de manipular, muchas veces con éxito. Viven de las teorías de las conspiraciones. Toda decisión administrativa debe tener, según ellos, el propósito ulterior de destruir la institución. Si se repavimenta una acera cuestionan por qué se hizo. Si no se repavimenta protestan porque no se ha hecho. No hacen ni dejan hacer. Los reconocerá en las reuniones de claustro porque no sólo se paran cerca del micrófono general sino que a veces se quedan parados al lado de este, para no perder tiempo en la jodedera.
Hablan con una aire de autoridad fatula. Son como el oropel. Gente falsa. De poco fiar. Hipócritas que se le acercarán con un canto de sirena a quien intuyan tiene lo que ellos no tienen: carácter e inteligencia emocional. Sí porque brutos académicamente no son. Eso es lo que los hace peligrosos. Y es lo que les permite a veces acceder al poder y llegar a puestos administrativos. Por suerte en este caso la mayoría se transformará y se callará la boca. De tigres pasan a ser ovejas. Esto hasta el día que salgan del puesto y volverán a su faena. Es que esa es su naturaleza: joder la pita.
Tienen una característica que es, sin embargo, más insidiosa. Cuando se paran frente a sus estudiantes se sienten como los dioses del Olimpo. De sus bocas caen migajas del saber que los estudiantes que quieran aprender deben lamer del piso. Y el estudiante que tenga problemas que se lo lleve el diablo. Como el imbécil que le negó a una estudiante un examen de reposición porque esta no pudo tomarlo. Ella trató de explicarle pero él no se lo permitió. Entre lágrimas me contó cómo, al llegar a su casa, encontró a su madre tendida en el suelo. Un infarto. La llevó al hospital, se quedó con ella toda la noche y faltó a clases al siguiente día. Le salvó la vida a su madre. Y el profesor maldito no le dio el examen.
Recientemente, muchos años después, la encontré y me agradeció que yo sí le repuse un examen que tenía ese día conmigo. Yo lo había olvidado pero ella no. No me había olvidado a mí y mucho menos al troll análogo que por poco le descarrila su vida académica porque se creía la gran mierda. Total que el imbécil tenía razón.
Edwin Vázquez de Jesús
UPR-Cayey
De la misma forma que los trolls digitales se dedican a hacerle la vida imposible a los demás internautas, esta gente tiene una agenda de agresión verbal. Tratan de hacer el mayor daño en los rincones oscuros, en los pasillos, en las cafeterías. Se reúnen con estudiantes y los tratan de manipular, muchas veces con éxito. Viven de las teorías de las conspiraciones. Toda decisión administrativa debe tener, según ellos, el propósito ulterior de destruir la institución. Si se repavimenta una acera cuestionan por qué se hizo. Si no se repavimenta protestan porque no se ha hecho. No hacen ni dejan hacer. Los reconocerá en las reuniones de claustro porque no sólo se paran cerca del micrófono general sino que a veces se quedan parados al lado de este, para no perder tiempo en la jodedera.
Hablan con una aire de autoridad fatula. Son como el oropel. Gente falsa. De poco fiar. Hipócritas que se le acercarán con un canto de sirena a quien intuyan tiene lo que ellos no tienen: carácter e inteligencia emocional. Sí porque brutos académicamente no son. Eso es lo que los hace peligrosos. Y es lo que les permite a veces acceder al poder y llegar a puestos administrativos. Por suerte en este caso la mayoría se transformará y se callará la boca. De tigres pasan a ser ovejas. Esto hasta el día que salgan del puesto y volverán a su faena. Es que esa es su naturaleza: joder la pita.
Tienen una característica que es, sin embargo, más insidiosa. Cuando se paran frente a sus estudiantes se sienten como los dioses del Olimpo. De sus bocas caen migajas del saber que los estudiantes que quieran aprender deben lamer del piso. Y el estudiante que tenga problemas que se lo lleve el diablo. Como el imbécil que le negó a una estudiante un examen de reposición porque esta no pudo tomarlo. Ella trató de explicarle pero él no se lo permitió. Entre lágrimas me contó cómo, al llegar a su casa, encontró a su madre tendida en el suelo. Un infarto. La llevó al hospital, se quedó con ella toda la noche y faltó a clases al siguiente día. Le salvó la vida a su madre. Y el profesor maldito no le dio el examen.
Recientemente, muchos años después, la encontré y me agradeció que yo sí le repuse un examen que tenía ese día conmigo. Yo lo había olvidado pero ella no. No me había olvidado a mí y mucho menos al troll análogo que por poco le descarrila su vida académica porque se creía la gran mierda. Total que el imbécil tenía razón.
Edwin Vázquez de Jesús
UPR-Cayey
ño! empecé a leer y me dije: no puede ser que a Edwin y en primera plana le hayan hecho una crítica tan acertada como feroz y descarnada. Sigo leyendo, al final del comentario me encuentro con que es Edwin quien firma su propio retrato!
ResponderBorrarPuerto Rico está lleno de peronajes paradójicos, sorprendentes y absurdos, no iba a ser sólo el tipo que entró la semana pasada al banco y se dirigió a la dependienta de caja para anunciarle su intención de atracar la sucursal. Para ello le entregó una bolsa y le pidió que metiera el dinero. A continuación, según relata dicha empleada, el hombre se echó las manos a la cabeza mientras se preguntaba “Qué estoy haciendo?”. Ante la estupefacción de la mujer el hombre salió corriendo de la sucursal y fue detenido poco después.