Palin, una bruta peligrosa.

Imagínese un día a un alcalde de Rincón que aspire a la gobernación de Puerto Rico y que por alguna razón las relaciones de nuestro país con la República Dominicana sean un issue de campaña. Entonces, en alguna entrevista, cuestionado sobre su peritaje en asuntos de la república vecina, conteste que, aunque nunca ha visitado al país, en mañanas libres de nube alcanza a ver las costas dominicanas. Ese es su peritaje. Eso es todo lo que sabe.

Ayer pasé un bochorno inmenso. Me puse a ver por Youtube una entrevista que le hizo Katie Couric a Sarah Palin, aspirante a vicepresidenta de los Estados Unidos y potencial presidenta si McCain gana y su corazón enfermo colapsa, y no pude terminar de verla. Me pasó lo mismo que cuando veía a candidatas a Miss Universe cuando les preguntaban que qué harían si ganaban. Traerían la paz mundial, acabarían las guerras, acabarían con el SIDA. En fin, apagaba el televisor lleno de vergüenza ajena ante las respuestas inverosímiles.

Couric le preguntó a Palin sobre su experiencia en asuntos de política exterior en cuanto a Rusia y le contestó que desde algún punto de Alaska podía ver suelo ruso. Igual que el hipotético alcalde de Rincón. Para aquellos que han estado metidos debajo de una piedra durante los últimos cinco años, Rusia representa una de las principales amenazas a la hegemonía estadounidense en estos momentos. Ver sus costas orientales desde algún iglú en Alaska no ayudará a resolver esa amenaza (de hecho, Rusia es en estos momentos el principal proveedor de armas a Venezuela, nación que sutilmente se les salió de la mira a los estadounidenses por estos estar enfocados en Irak).

Al ver la entrevista no pude evitar enfocarme en el "demeanor" de la Couric, su lenguaje corporal. Palin hablaba y a los párpados de Couric, una mujer brillante que reconoce una respuesta bruta desde que salen las primeras palabras de una boca, les daba un ataque de tetania. Los abría y cerraba incontrolablemente ante la verborrea ignorante de Palin.

Tenemos un sinnúmero de músculos en la cara que no están bajo control voluntario. Cuando mentimos se contraen. Cuando no sabemos los que estamos diciendo nos delatan. Por eso si estamos tristes, por más que sonriamos, alguien se dará cuenta. Y por eso cuando alguien nos quiere coger de pendejos nos damos cuenta también. Eso explica lo más interesante de la entrevista de Couric. No fueron las respuestas de Palin. Fueron las reacciones silentes de Couric. La pobre tuvo que haber sufrido un infierno ante la diarrea de ignorancia y el intento fallido de Palin de hacerse pasar como persona informada. Seguramente Couric terminó profundamente ofendida.

No sé cómo terminó la entrevista. No pude ver el final. Mi nivel de tolerancia, desafortunamente, me lo impide. Es un mecanismo de defensa de mi cuerpo para evitar daños sicológicos profundos. De hecho quiero ver el final, he tratado, y no he podido. Ver a Palin diciendo disparates y saber que podría ser presidente de los Estados Unidos me lo impide (me encantaría que alguien le preguntara qué sabe de Puerto Rico).

Me sucedió como a un escritor judío que relató en un libro, cuyo título no recuerdo, que le dio con leer el Nuevo Testamento. Estaba en la parte donde los fariseos le traen una moneda romana a Cristo y le preguntan si es justo pagarle impuestos al César. El escritor relata que cerró el libro inmediatamente. Estaba fascinado con la historia de Cristo y se dio cuenta de que lo habían atrapado. Si decía que sí los hebreos lo condenarían. Si decía que no los romanos lo meterían preso. No había salida. Trepidante el escritor abrió la Biblia y quedó deslumbrado y fascinado con la respuesta: "Denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

Yo sigo trepidante ante la entrevista. Palin no es Cristo, aunque quiera comportarse como tal. Lo último que vi me llenó de horror ante la brutalidad natural de Sarah Palin. Lo que he hecho es leer opiniones de la misma y no son buenas. Para colmo ahora me entero de que cuando Palin era alcaldesa de Wasilla, Alaska, las mujeres abusadas sexualmente tenían que pagar por el llamado "rape kit". O sea, eran violadas y tenían que pagar por los análisis que demostraran que habían sido abusadas. Esto aún cuando el gobernador de Alaska estaba en contra de esta práctica. Sin minimizar la seriedad de un abuso sexual, imagínese que alguien roba en su casa, la policía entra y toma huellas, y le factura por tomar las mismas. O le roban en su negocio y le facturan por las fotos tomadas. Ahora imagínese que usted ha sufrido el trauma de ser violada o violado sexualmente y poco después recibe un cobro de la alcaldía de Sarah Palin por los materiales usados en la investigación. Ahora imagínese que esa persona será presidente de los Estados Unidos.

Si hay algo que debe preocuparnos aún más es el hecho de que los republicanos han escondido a Palin. No quieren que hable con la prensa. Me pregunto qué hará en el debate contra Joe Biden, su contrincante demócrata. Posiblemente en este momento le estén dando a Palin terapia de shocks eléctricos mientras le gritan datos de política exterior.

Se me hace que sucederá como en el debate de Lloyd Bentsen contra Dan Quayle. Recuerdo que lo vi en televisión en vivo y grité de emoción ante el fulminante golpe de Bentsen.

Claro que Quayle no tenía un I.Q. significativo. De hecho, era un morón. Yo estaba en Nueva York cuando Quayle visitó una escuela en la ciudad y el niño puertorriqueño William Figueroa escribió correctamente la palabra papa en inglés como "potato". Ante la mirada atónita de todos Quayle lo corrigió y le dijo que se escribía "potatoe" (el plural de "potato" es "potatoes").

No sé qué sucederá en el debate entre Biden y Palin, claro está. Pero cuando la Palin comience a hablar lo más seguro apagaré el televisor a mitad del mismo y me taparé la cara lleno de vergüenza ajena y de terror ante la posibilidad de que esa Dan Quayle con lipstick sea presidenta de Estados Unidos.