No sé qué estará leyendo Luis Fortuño en estos días, pero El Arte de la Guerra no es. Esta colección de ensayos escrita por Sun Tzu en el siglo V antes de Cristo, ha influenciado el desarrollo de estrategias de lucha desde lo militar a lo económico. Aún hoy día se considera el mejor manual de estrategia jamás escrito. Podría citar el libro entero pero en este momento, dada la situación por la que atraviesa el PNP, basta esta frase:
La primera oración es para Luis Fortuño. La segunda es para Aníbal Acevedo Vilá.
Sopesa la situación antes de efectuar movimiento alguno. Aquel que domina el artificio de la diversión saldrá victorioso. Así es el arte de maniobrar.
La primera oración es para Luis Fortuño. La segunda es para Aníbal Acevedo Vilá.
No sé qué le sucedió a Luis Fortuño y a su campaña. No es que necesariamente vayan a perder las elecciones; es que podrían perderlas. Lo increíble es que casi nadie en Puerto Rico dudaba hace unos meses que Luis Fortuño ganaría las elecciones sin problema. Sólo había que notar la arrogancia con la que hablaba Pedro Pierluisi y la seguridad que destilaba. ¿Los del write in? "Esos son cuatro gatos." ¿Acevedo Vilá? "Ese es un corrupto." ¿Las elecciones? "Vamos a barrer".
Todo iba a pedir de boca para el PNP. La fiscalía federal no sólo le había espetado un montón de cargos al gobernador en marzo, sino que en agosto le añadió varios más, por si acaso. El Nuevo Día y El Vocero ayudaron a la causa federal publicando encuestas que le daban a Fortuño ventajas increíbles y casi sobrenaturales dados los patrones de votación históricos en Puerto Rico.
Pero Fortuño, humano al fin, tiene sus debilidades. Y la peor debilidad que puede tener un político es la inseguridad. Por ese lado blando lo cogieron los populares y le lanzaron una campaña por todos los ángulos tildándolo de flojo, una persona débil que no tenía control de su partido. Y tenían evidencia: Rivera Schatz decía lo que le daba la gana sin consultarlo; José Aponte nombró una comisión para investigar al gobernador sin consultarlo. Fortuño daba la impresión de que no podía imponer disciplina en el partido.
Entonces sucedió algo imprevisto (por lo menos para la mayoría de los puertorriqueños). Los federales decidieron atacar a De Castro Font a meses de las elecciones. Quizás pensaron que así callaban a los que decían que las acusaciones contra el gobernador fueron selectivas y dirigidas a favorecer a Fortuño. De Castro es PNP y tenía muchos enemigos dentro de su partido. Así se balanceaban las cosas.
Si algo se desprende del libro de Sun Tzu es que un general tiene que preparse bien antes de entrar en batalla. No puede ser impulsivo. Tiene que sopesar cada movimiento. Tiene que conocer el terreno. Tiene que prever las reacciones del enemigo. No creo que Fortuño haya leído a Sun Tzu.
A horas de los allanamientos de los federales a la oficina capitalina de De Castro Font, Fortuño convocó a una conferencia de prensa. A su lado estaba su inseparable pitbull político (sin lipstick) Pedro Pierluisi. Y, seguramente herido por los ataques incesantes de los populares de que él era un flojo ("Flojuño" le decían), sacó pecho. Alzó la voz. Puso cara de coraje. Y le exigió a De Castro Font que entregara su candidatura.
Al igual que con El Arte de la Guerra he aprendido mucho cultivando mi huerto. Y una cosa que nunca hago es pisar un hormiguero cuando lo detecto. Salen miles y te pican. Esa es su naturaleza. Se defienden picando. No creo que Fortuño tenga un huerto.
La campaña política de Luis Fortuño se divide en dos etapas: antes de De Castro Font y después. No sólo revolcó un hormiguero sino que permitió que De Castro se sirviera con la cuchara grande atacando a diestra y siniestra. De Castro hasta tenía anotadas sus reuniones con distintos políticos y sus andanzas. Se conocía la debilidad de cada uno. Y cada vez que alguien abría la boca a atacarlo De Castro buscaba en su base de datos, los amenazaba con hablar, y los callaba. Jorge de Castro Font fue militar. Él leyó El Arte de la Guerra.
¿El resultado? A menos de un mes de las elecciones a el PNP se le hace virtualmente imposible llevar un mensaje sobre su plataforma política. El electorado está con la quijada abierta ante la diarrea que sale diariamente por la boca de De Castro Font, confirmando que varios legisladores han convertido al Capitolio en una letrina. A De Castro trataron de lanzarlo por la borda y ha decidido que mejor hunde el barco.
Fortuño no puede llevar su mensaje, cualquiera que sea. Y para colmo ahora ha adquirido la imagen de mentiroso. Ha negado o minimizado su relación con el sobornador confeso Guillermo Zúñiga aún cuando este fue parte de su comité de campaña para comisionado residente. Ha negado tener inversiones en Puerto Rico y ahora sabemos que sí las tiene, y muchas. No ha explicado convincentemente el enriquecimiento astronómico de sus finanzas personales (de dos a diez millones de dólares en unos tres años).
Alguien está asesorando mal a Fortuño. Parece ser que su coordinador de campaña, Ángel Cintón, no está haciendo su trabajo. Quizás ha estado muy ocupado con su cabildeo ilegal en la legislatura. Y mientras tanto Aníbal Acevedo Vilá debe estar celebrando. Ya casi nadie habla de sus cargos federales. Está bastante callado dejando que el PNP se implosione. La cosa sigue difícil para el gobernador. Pero nadie habría predicho que a esta fecha estaría tan cerca de Fortuño. Su actitud me recuerda esto que escribió Sun Tzu:
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo. Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egotismo. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Algo me dice que Acevedo Vilá leyó a Sun Tzu.
Edwin Vázquez de Jesús
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