Puerto Rico se dirige aceleradamente a convertirse en un estado fallido. La ocupación estadounidense, privilegiada por los anexionistas y muchos supuestos autonomistas, no ha sido capaz de detener la lenta caída por el precipicio del fracaso como pueblo. En todo caso la ha catalizado. Esta caída se acelera exponencialmente si prestamos atención a los acontecimientos de los últimos meses, del último año, que señalan un futuro trágico para Puerto Rico como pueblo.
La impunidad es uno de los primeros signos de un estado fracasado. Allí donde la violación de las leyes del territorio pierden valor porque no son aplicadas, todo se vale. Desde obviar la luz roja, lanzar un papel a la carretera o pegarle un tiro en la cara a una mujer frente a sus hijos por celos.
No hemos fracasado aún. Estamos a tiempo de salvar esto. Pero cuando el ciudadano común y corriente siente que salir a comprar un litro de leche le puede costar la vida, y le puede costar la vida, estamos cerca del fracaso.
El problema es que los que tienen el poder de atajar este problema están sumidos en la prostitución del poder y el dinero. Los legisladores de Puerto Rico son el equivalente de la realeza francesa poco antes de la revolución. No se dan por enterados, ni quieren enterarse, de lo que pasa acá abajo. ¨Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos¨, dijo Charles Dickens para describir los dos mundos que estaban a punto de chocar en aquella Francia pre revolucionaria.
Muchos académicos pusieron el grito en el cielo ante el ensayo ¨El puertorrriqueño dócil¨, de René Marqués. En algún momento yo me sentí ofendido al leerlo. Pero después de muchos años de sometimiento silente ante ¨the powers that be¨, ante el silencio presente en medio de los atropellos a los que está siendo sometida la cultura puertorriqueña (¿Guayama o Great City?), ante el mutismo de la gran mayoría de los universitarios mientras se nos rompe el país, como se le rompió el amor a Rocío Jurado, no queda más remedio que concluir que aquí habita la docilidad.
Burros seremos. Animales de carga. Dóciles. O algunos nos negaremos más pronto que tarde.
La impunidad es uno de los primeros signos de un estado fracasado. Allí donde la violación de las leyes del territorio pierden valor porque no son aplicadas, todo se vale. Desde obviar la luz roja, lanzar un papel a la carretera o pegarle un tiro en la cara a una mujer frente a sus hijos por celos.
No hemos fracasado aún. Estamos a tiempo de salvar esto. Pero cuando el ciudadano común y corriente siente que salir a comprar un litro de leche le puede costar la vida, y le puede costar la vida, estamos cerca del fracaso.
El problema es que los que tienen el poder de atajar este problema están sumidos en la prostitución del poder y el dinero. Los legisladores de Puerto Rico son el equivalente de la realeza francesa poco antes de la revolución. No se dan por enterados, ni quieren enterarse, de lo que pasa acá abajo. ¨Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos¨, dijo Charles Dickens para describir los dos mundos que estaban a punto de chocar en aquella Francia pre revolucionaria.
Muchos académicos pusieron el grito en el cielo ante el ensayo ¨El puertorrriqueño dócil¨, de René Marqués. En algún momento yo me sentí ofendido al leerlo. Pero después de muchos años de sometimiento silente ante ¨the powers that be¨, ante el silencio presente en medio de los atropellos a los que está siendo sometida la cultura puertorriqueña (¿Guayama o Great City?), ante el mutismo de la gran mayoría de los universitarios mientras se nos rompe el país, como se le rompió el amor a Rocío Jurado, no queda más remedio que concluir que aquí habita la docilidad.
Burros seremos. Animales de carga. Dóciles. O algunos nos negaremos más pronto que tarde.
hay tristeza en el aire...yo tambien me ofendi una vez ante ese ensayo. ya ni recuerdo si me ofendi en serio o si ofenderse era el "scholarship" de rigor.
ResponderBorrarcuando el anti-intelectualismo, el anti-pensamiento, permea la universidad misma, que se supone represente su antítesis, que podemos esperar?
tal vez los universitarios, todos, estamos demasiado cómodos. hay que subirse las mangas y meter mano, hacer más y pensar más... algo más que dar las mismas clases o empujar los mismos papeles o vaciar los mismos cestos de basura o hacer los mismos repasos para pasar las (mismas) clases en los mismos currículos... Que se nos rompe el país.
Rima:
ResponderBorrarCierto. Sobretodo lo que señalas sobre la necedidad de que los universitarios tomemos cartas en el asunto. Estamos como en la Edad Media, encerrados dentro de las murallas. Allá afuera que se joda la cosa.
¿No te habías enterado todavía?
ResponderBorrarLetras:
ResponderBorrarEs que estaba en negación.
Gran entrada, Edwin. A lo que mencionas hay que sumarle el colapso total del modelo económico. La colonia ha quedado desnuda como lo que siempre fue: una ilusión, una farsa, a la que algunos privilegiados le sacaron el jugo por décadas y hasta esos privilegiados ahora están empezando a verle su naturaleza. La esperanza que me queda es que estas crisis a veces, sólo a veces, traen como resultado mejores cosas.
ResponderBorrarEl pesimismo y la desesperanza nos invaden a todos, y más cuando la data y las noticias los fomentan y apoyan. Yo todavía sigo en "negación" obstinada porque estoy loco y creo optimistamente en mi gente, nuestra eventual independencia, y las fuerzas de la historia. Como decían esos grandes filósofos del Gran Combo: "Los buenos son muchos más. Son muchos más. Todavía son muchos más..."
ResponderBorrarCizañero:
ResponderBorrarOjalá. Pero el pueblo está como sedado.
Ramón:
Esa nota salsera hace falta.
Hola Edwin:
ResponderBorrarNo se si viste la pelicula "What lies Beneath", siempre me llamo la atención la admosfera lograda en ella, que te crea una expectativa, sabes que algo hay en el ambiente, pero no puedes identificarlo. Digo lo anterior, porque no se si soy el único, pero en estos últimos meses me he sentido así, escucho mucho la radio y leo la prensa, y la admorfera esta bien cargada de escepticismo, de indignación, como si algo intenso estuviera por suceder.
Esa actitud sumisa de la que hablas siempre me ha parecido extraña en nosotros, porque los puertorriqueños tenemos carácter, pero al parecer necesitamos un estimulo demasiado fuerte para reaccionar, debe haber algún estudio sociológico que identifique los factores. A parte del consabido síndrome del colonizado.
Pero como decía, creo que estamos llegando a ese punto, solo espero, que no nos gane la pasión y si la razón.