Alabanzas Boricuas En El Congreso de Estados Unidos

El pobre Pedro Pierluisi no sabe dónde meterse. Me lo imagino por los pasillos del Capitolio arrodillándose ante cuanto Mr. Gueverson se encuentra para pedirle perdón. Perdón porque seis puertorriqueños, mujeres y hombres, han cometido el acto subversivo de sacar pancartas en la Cámara de Representantes y han cantado la alabanza de Oubao Moin, el poema de Juan Antonio Corretjer, en la versión musicalizada de Roy Brown.

Pedirá perdón el Comisionado Residente porque es un ser inferior que se averguenza de lo que es, niega su esencia, lo que nos da vida como nación: el ser puertorriqueño. Es por eso que de mi parte le retiro la ciudadanía boricua. En mi mente y en mi alma lo he desterrado del país. Al diablo con la finura de decir que todos somos puertorriqueños no importa nuestra ideología. Eso no va con el Pierluisi. Hay anexionistas dignos, los hay, aunque estén confundidos. Pedro Pierluisi no es uno de ellos. Se ha lamentado el paria de que ese acto de reafirmación nacional daña nuestra imagen ante los estadounidenses. Pobre nadie. Puertorriqueño no es.

Gloria a las manos que levantaron las pancartas exigiendo la libertad para Puerto Rico nada menos que en el Congreso. Gloria a los que, en un acto de justicia poética, minutos antes fueron a la oficina de Pedro Pierluisi a conseguir los boletos para poder entrar al lugar de la protesta. Dar boletitos para darse la vuelta por allí es lo único significativo que ha hecho el Pedro, el que negó a Puerto Rico.

Acá, donde la puertorriqueñidad está siendo constantemente violada y violentada por el gobierno de turno, ebulle el orgullo, la dignidad y la celebración. Por algún lado tenía que explotar la olla. Y todavía queda presión, pero mucha.

Alabanza.