sábado, 15 de mayo de 2010

Flores estudiantiles

En estos días ando con un taco permanente en la garganta.  Algunos me preguntan que qué sucede en la Universidad pues, dada la desinformación mediática de periódicos como El Nuevo Día, están confundidos.  Yo les explico y en la mayoría de los casos no sólo entienden sino que demuestran solidaridad.

Todo va bien en mis explicaciones hasta que trato de contarles las cosas que me están marcando.  Entonces me detengo. Inevitablemente viene la marejada de emociones y paro.  Son los símbolos.  Los estudiantes los están sembrando por todos lados y están echando raíces.  Algunos ya florecen.  Son los actos de valor que contaremos a nuestros hijos e hijas y ellos a los suyos.  Son las reafirmaciones de nuestra identidad nacional tan arraigada pero tan amenazada.  Son las gestas que demuestran que la tacañería curricular de ofrecernos un patético compendio de Historia de Puerto Rico, una miseria de tres créditos, está siendo trascendida por nuestra idiosincracia nacional.

Somos nación y nación linda. Es ahí cuando me detengo en mis explicaciones y los ojos se humedecen.  Trato de contarles sobre el desalojo de la residencia dentro del campus de Río Piedras.  Cómo la rectora ordenó que el edificio fuera desalojado y los estudiantes extranjeros, gente pobre que no tiene a dónde ir, ni con quién irse, tuvo que coger sus pocas pertenencias y salir del campus.  Cómo, cuando salían, los estudiantes les gritaban, con el corazón en la mano, “¡Extranjero, mi casa es tu casa”!

Trato de describirles la foto de los policías de la fuerza de choque en fila, fuertemente armados, de frente a los estudiantes.  Y de los estudiantes frente a ellos, fuertemente armados con flores, ofreciéndoselas.    De los que les lanzan agua por sobre la fila policiaca porque el gobierno no quiere que les den agua ni comida, mientras los criminales en nuestras prisiones son debidamente alimentados.  


Trato de describir, con dificultad, la emoción que me causa un estudiantado que no se dejó amedrentar, y en una asamblea convocada por la administración, manipulada por la administración y pagada por la administración, se reafirmó en su compromiso de lucha.  

Y cómo, mientras compartía en los portones del recinto de Cayey, de pronto llegó una madre con un bizcocho, un ramo de flores y una pancarta, para su hija que cumplía años ese día.  Entonces todos, como en familia, le cantamos “Cumpleaños Feliz”.  

El futuro de la patria está seguro,  Lo vi en los ojos de los estudiantes.  Lo confirmé en los ojos de mis hijas.  Y aunque no pueda decirlo como quisiera con la boca, puedo ponerlo por escrito. 

¡Que vivan los estudiantes!

6 comentarios:

  1. Wao! Me hizo llorar, nuevamente. Ahora hay q añadirle la imagen de personas arrojando comida por la verja para q ellos coman :/

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  2. Saludos

    Lo mencione y lo digo otra ves, los estudiantes estan haciendo historia.

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  3. Profesor me hizo llorar... Es increíble ver como de inhumanos podemos llegar a ser con los que no comparten nuestro mismo pensar... Nuestra lucha es justa y es triste ver como muchas personas nos señalan cuando ellos no tienen idea de porque luchamos ojala a ellos nunca les toque luchar cuando le quieran pisotear los derecho.

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  4. Cala profundo, Profe, porque esta vez era imposible escribir con tinta, sino con lágrimas. No con lápiz, ni pluma, ni Blog, sino con el corazón en las manos. La cátedra se ha movido a los portones, son muchas las lecciones que nuestros muchachos han impartido. Estpy aprendiendo... me pregunto: ¿cuántos más aprenden?

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  5. Gracias a todos por sus comentarios.

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  6. A mi tambien se me hace bien dificil explicar ultimamente sin que empiece a llorar. Mi Colegio es como mi casa y los estudiantes de los demas recintos, los hermanos que nunca tuve y me duele ver los abusos a los que los estan sometiendo. Evidentemente, no conozco ni al 1% de ellos y los quiero a todos y cada uno porque luchan por lo de ellos y por lo de todos nosotros.

    No quiero ver las noticias para no verlos sufrir, pero tengo que hacerlo para estar consciente de lo que pasa y aunque no cojo macanazos, ni paso hambre, como ellos, comparto su dolor y los apoyo.

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