sábado, 12 de noviembre de 2011

El cromosoma X, promotor del sexo fuerte.


© Edwin Vázquez de Jesús
Universidad de Puerto Rico en Cayey


El par 23 de los cromosomas es particular.  No se comporta como los demás.  En las mujeres el par 23 está formado por dos cromosomas X y en el hombre por un X y un Y.  Este es el par que determina el sexo.  Mientras que los otros 22 cromosomas, los autosomas, tienen una pareja con la que pueden formar tremendo conversatorio (uno proviene del padre y el otro de la madre), el cromosoma X no tiene con quién hablar. Especialmente en los hombres, donde es un cromosoma solitario. 




Lo más cercano que tiene es al pequeño cromosoma Y, con el cual comparte muy poca información.  Como una pareja molesta, prácticamente no se dirigen la palabra.  En las mujeres, con sus dos X, no debería ocurrir esto.  Sin embargo, durante el desarrollo del embrión uno de ellos se va a dormir, como una bella durmiente, quedando casi totalmente inactivado (se le da el nombre de cuerpo de Barr).  



Cuál de los dos se inactiva parece ser una cosa al azar: en unas células será el X que provino de la madre y en otras el que provino del padre. La realidad es que el X activo estará algo solitario, pero compensa su soledad trabajando el doble.  O sea, los niveles de expresión de los genes que codifica son casi el doble que el de los autosomas. 

Cosa fascinante.  Esto significa que las células de las mujeres son un mosaico donde en unas está activo el X maternal y en otras el paternal.  Pero en el hombre no se inactiva la única X que posee porque el embrión no se desarrollaría.  Esto es testimonio de la importancia que tiene X para la supervivencia del ser humano.  Por ejemplo, existe una condición donde se conciben mujeres con un solo cromosoma X, debido a un defecto en el proceso que da lugar a las células sexuales.  Se les describe como X0 y nacen con el Síndrome de Turner.  Pero no existen hombres 0Y porque X es imprescindible.  Y es de esperar dado que este cromosoma codifica para unos 900 a 1,400 genes de los 20,000-25,000 que poseemos los humanos.  

Podemos pensar en el segundo X como una repuesta genética.  Si se hereda un X dañado estará el otro para compensar el daño.  Por ejemplo, la hemofilia es una condición donde la sangre no coagula y las personas podrían morir desangradas.  Usualmente se debe a un defecto en el cromosoma X donde están las instrucciones para la formación de una proteína necesaria para la coagulación (factor VIII o IX).  Por tanto una mujer que hereda un X dañado no sufrirá de hemofilia porque el otro X tiene las instrucciones correctas para formar el factor de coagulación que falta.


En los hombres la situación es otra.  A falta de un segundo X, sufrirá la condición si su único X está dañado.  Lo mismo ocurre para otras condiciones ligadas al X, tales como el daltonismo y la distrofia muscular Duchenne.  

Este es otro ejemplo donde las mujeres, que algunos macharranes ignorantes han denominado como “el sexo débil”, han sido designadas por la naturaleza como el verdadero sexo fuerte.  

Al fin y al cabo, es un asunto de seXXo.  


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1 comentario:

  1. Anónimo2:29 p. m.

    ME GUSTARIA QUE ADEMAS DE LA INFORMACION QUE INCLUYE EN SU WEB LE INVITO A QUE LEA ESTA PAGINA DE CONTROVERSIA Y HECHOS REALES DE AQUI DE PUERTO RICO http://doazic.wordpress.com/2009/03/10/tenemos-que-quitar-a-virginia-gomez-del-aire/

    HAY QUE REGAR LA VOZ SOBRE FARSANTES DE LA NUEVA ERA.

    GRACIAS, EXCELENTE PAGINA
    ATT. AURORA LUZ - PR

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