Le di el artículo al cajero para que lo cobrara. Lo pasó por el escáner y me pidió el número de teléfono. Le contesté que no. Me miró serio, me volvió a pedir el número de teléfono y le repetí que no. No sé qué músculos faciales se le contrajeron pero noté total confusión en su cara. Entonces de manera suplicante me dijo -pero es para los "rewards"- Lo miré con absoluta seriedad y enfocando mis pupilas en las de él le dije -No me interesan los "rewards"-.
Noté que sus dedos se congelaron sobre la caja registradora, como buscando qué botón oprimir en caso de clientes rebeldes que se negaban a decirle el número de teléfono. Finalmente se le desenredaron algunas neuronas en el cerebro y pudo cobrarme el artículo.
Yo me fui pensando que si Obama quiere mi número de teléfono debe buscarse otro truco. En todo caso que me mande a Michelle para que me lo pida.
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