Universidad de Puerto Rico en Cayey
¿Qué son vacunas?
Las vacunas son inyecciones que contienen el microbio que causa una enfermedad (o un derivado de este), pero al cual le han quitado la capacidad de causarla. Esto se logra matando al germen o quitándole todas las propiedades que le permiten infectarnos. Por ejemplo, la vacuna del sarampión contiene el virus vivo pero debilitado hasta el punto de que el pobre no puede infectarnos (la vacuna común del sarampión también contiene gérmenes atenuados para rubeola y paperas). La vacuna contra el papiloma, un virus que causa cáncer, especialmente en el útero, contiene virus totalmente inactivados. Impotentes. Plastas microbianas.
¿Cómo trabajan las vacunas?
Las vacunas son un engaño a nuestro sistema inmune, que es el que nos protege de enfermedades. Normalmente lo que sucede cuando nos infectamos es que si el microbio comienza a establecerse exitosamente en el cuerpo, porque barreras como la piel han fracasado (por cortaduras, quemaduras, etc.), las células del sistema inmune se activan para atacarlo. Es como si en una guerra las primeras líneas de defensa cayeron y hay que llamar a los soldados élite, los que no comen cuento, los que se lanzan en una lucha encarnizada a muerte. La crema de la crema. Los boinas verdes. Los “Navy Seals” del sistema inmune. Estas células, específicamente los linfocitos B, producen armas químicas en forma de proteínas llamadas anticuerpos, que se enlazarán al enemigo para evitar que prospere en su ataque. Los anticuerpos son sumamente efectivos en esta tarea. Los linfocitos B tienen la siguiente característica: ni perdonan ni olvidan. Esto significa que, si la persona sobrevivió al primer ataque del germen enemigo, la próxima vez los linfocitos B montarán una respuesta de defensa inmediata porque recuerdan cómo es el enemigo. Esto a diferencia del primer encuentro, donde al cuerpo le tomará aproximadamente una semana en organizar el ataque y producir los anticuerpos.
Por eso las vacunas contiene al mismo germen que causa la enfermedad (o un derivado de este). Cuando lo inyectan, el sistema inmune entra en acción y monta una respuesta inmune contra lo que cree es un ataque genuino, por el germen. El sistema inmune no tiene la capacidad de discriminar entre un germen aplatanado que ha perdido su infectividad, y el germen bona fide que causa la enfermedad. De hecho, lo único que el sistema inmune discrimina es su lio que ha sido inyectado es parte de usted o es algo foráneo. Ser o no ser, como dijo el bardo. Así que su cuerpo responderá produciendo anticuerpos en una guerra que estaba ganada desde el principio pues el enemigo estaba desarmado. Pero, y aquí está la clave, si usted entra luego en contacto con el verdadero germen, el infeccioso, ya el sistema inmune lo reconoce y lo eliminará antes de que llegue a primera base. De hecho, usted ni cuenta se dará de que estuvo en contacto con él. Chévere, ¿verdad?
¿Causan efectos secundarios las vacunas?
En algunas personas puede causar una leve fiebre (por la activación del sistema inmune) y un leve sarpullido. Se estima que una persona por cada millón podría sufrir complicaciones alérgicas, pero en la lotería de la vida esa apuesta es mejor a sufrir o hasta morir por el sarampión.
Niño con sarampión ("measles"). La vacuna MMR protege contra esta enfermedad. Imagen de https://tinyurl.com/ybfjdb3n |
¿Cuán efectivas son las vacunas?
Considere los siguientes datos, sobre la reducción de ciertas enfermedades después de introducir la vacunación: difteria, 100%; pertusis, 97%; tétano, 97%; varicela, 87%; hepatitis A, 89%; sarampión, 99.9%. Ahora tiro el micrófono, y me alejo lentamente. Bueno, aún no…
Imagen de https://images.app.goo.gl/BEuy7TRoKENxx5fx8 |
¿Cuánto tarda en desarrollar una vacuna?
Lo más rápido sería, y con muchos recursos y empeño, un año, pero usualmente toma más tiempo.
¿Es cierto que las vacunas causan autismo?
No. Nyet. Non. Nein. Ochi. Este disparate surge de la publicación de un artículo fatulo, falso, engañoso y fabricado por Andrew Wakefield y asociados publicado en la revista médica The Lancet. Cuando se descubrió la mentira ya era tarde y varios periódicos publicaron los datos. Ese conejo salió de la gorra de la mentira y es difícil meterlo de nuevo. Especialmente cuando personas sin educación científica o una simple actitud escéptica siguen perpetuando esta mentira a través de las redes sociales.
¿Debo vacunas a mis hijos?
Absolutamente sí. Y a sus hijas también. Y a usted. Y a su perro. Y a su gato. Y a su sueg.......
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