En Puerto Rico se celebran dos grandes semanas: la Semana Santa y la Semana del Pavo. La primera la entendemos. La segunda me tiene confundido. Lo cierto es que el Gobierno de Puerto Rico cerró todas sus dependencias durante esta semana para celebrar la gesta de un santo que, aunque desconocemos sus milagros, debió ser la gran jodienda: San Gibin. Tan es así que, aunque antes se celebraba su día, el tercer jueves de cada mes, ahora celebramos toda la semana. No importa que la productividad del país se fastidie. Hay que honrar al nuevo dios Pavo.
Por suspuesto que hay diferencias entre la Semana Santa y la Semana del Pavo. En la Semana Santa conmemoramos la muerte de Cristo el viernes santo. En la semana de San Gibin conmemoramos la muerte del pavo el jueves pavuno. Así que mientras en Semana Santa celebramos la resurrección de Cristo el sábado siguiente, en el caso del pavo conmemoramos su resurrección el viernes que le sigue. Esta última conlleva un rito casi universal: se abre la nevera, se saca el pavo frío que sobró del Jueves Pavuno y se come con pan o solo directo de la bandeja. Hay quienes juran que ese día el pavo sabe mejor que el anterior, cosa que me extraña porque para mí sabe a yerba no importa el día.
Ya había escrito sobre esto en mi artículo El Maldito Día del Pavo, cuando tuve una revelación el año pasado mientras masticaba un pedazo de pechuga desabrida del ave. Me decían algunos estudiantes que los pavos sí pueden ser adobados bien si usas un cuchillo y se lo espetas como si estuvieras asesinando a alguien. O coges una jeringuilla con adobo y se la espetas como si fuera un adicto a los narcóticos. ¿Pero para qué pasar tanto trabajo si podemos celebrar con un delicioso pernil adobado a lo boricua? O hasta un pollo. Me dijeron entonces que podía hacer pavochón, pavo con los condimentos del lechón. ¿Pero por qué comer pavo con sabor a lechón si me puedo comer el puerco directamente? Esto es como el sexo incompleto, el coitus interruptus, la puntita na’ más.
Mañana y el viernes los periódicos publicarán las historias du jour de cómo cientos de deambulantes fueron alimentados por voluntarios que no podían soportar la idea de que gente sin hogar se acostara ese día sin comer pavo. Mostrarán las filas y a uno que otro infeliz desprovisto de su dignidad porque la sociedad lo deshechó. Como si el resto del año esta gente no comiera. Como si el resto del año no pasaran hambre. Como si el resto del año no se merecieran una foto en primera plana.
Mañana yo no comeré pavo. Ni le daré gracias a Dios. Si lo tuviera que hacer lo haré otro día. Es que la hipocresía harta.
Por suspuesto que hay diferencias entre la Semana Santa y la Semana del Pavo. En la Semana Santa conmemoramos la muerte de Cristo el viernes santo. En la semana de San Gibin conmemoramos la muerte del pavo el jueves pavuno. Así que mientras en Semana Santa celebramos la resurrección de Cristo el sábado siguiente, en el caso del pavo conmemoramos su resurrección el viernes que le sigue. Esta última conlleva un rito casi universal: se abre la nevera, se saca el pavo frío que sobró del Jueves Pavuno y se come con pan o solo directo de la bandeja. Hay quienes juran que ese día el pavo sabe mejor que el anterior, cosa que me extraña porque para mí sabe a yerba no importa el día.
Ya había escrito sobre esto en mi artículo El Maldito Día del Pavo, cuando tuve una revelación el año pasado mientras masticaba un pedazo de pechuga desabrida del ave. Me decían algunos estudiantes que los pavos sí pueden ser adobados bien si usas un cuchillo y se lo espetas como si estuvieras asesinando a alguien. O coges una jeringuilla con adobo y se la espetas como si fuera un adicto a los narcóticos. ¿Pero para qué pasar tanto trabajo si podemos celebrar con un delicioso pernil adobado a lo boricua? O hasta un pollo. Me dijeron entonces que podía hacer pavochón, pavo con los condimentos del lechón. ¿Pero por qué comer pavo con sabor a lechón si me puedo comer el puerco directamente? Esto es como el sexo incompleto, el coitus interruptus, la puntita na’ más.
Mañana y el viernes los periódicos publicarán las historias du jour de cómo cientos de deambulantes fueron alimentados por voluntarios que no podían soportar la idea de que gente sin hogar se acostara ese día sin comer pavo. Mostrarán las filas y a uno que otro infeliz desprovisto de su dignidad porque la sociedad lo deshechó. Como si el resto del año esta gente no comiera. Como si el resto del año no pasaran hambre. Como si el resto del año no se merecieran una foto en primera plana.
Mañana yo no comeré pavo. Ni le daré gracias a Dios. Si lo tuviera que hacer lo haré otro día. Es que la hipocresía harta.
Déjale eso a los gringos.
ResponderBorrarQue quede claro, todas las dependencias del gobiernos tuvieron la semana del pobre pavo libre, menos los maestros. A los maestros nos odia el gobierno por eso veran los resultados en las elecciones del 2008. Lo msimo sucedio en la Semana Santa. QUe recuerde este Becerro de Acevedo Animal y su compinche del salito que para cada accion habra una reaccion. gracias
ResponderBorrarPernil pernil pernil cuerito pernil pernil
ResponderBorrarenamoraste a mi novio con esta edwin... tienes visitante nuevo.
ResponderBorrarmuy bien que no hubiese una semana entera libre para los estudiantes, un maestro con vocacion sabe que eso es lo correcto, al menos la futura generacion tal vez aprenda a ser mas sabia en cuanto a esto que los adultos actuales, que le llaman "celebracion" al ocio.
ResponderBorrarojala la reaccion sea que NINGUNA dependencia tenga esa semana libre.
Bueno Edwin estoy completamente de acuerdo contigo con la hipocresía. Por eso es que le doy gracias a Dios todos los días y no en un jueves de Noviembre.
ResponderBorrarAhora... te quiero hacer fiero. Mi papá se dedica a asar pavos y lechones. Ese día, entre los pavos, asó un pernil. Hmmm! qué cosa tan riiica, lo primero que hice fue agarrar el cuerito que estaba riquísimo.
Al igual que tu, no soy muy amante del Pavo. No me gusta su sabor por mas que lo adobes no sabe bien, solamente lo puedo comer con gusto acabadito de asar. Cuando papi lo baja de la vara agarro un pedazo y soy feliz. De lo contrario me lo como empuja'o. Por eso le di gracias a Dios con gusto cuando vi ese pernil que sabía super riiiiico.
Y mi almuerzo/cena de Accion de gracias lo comí con pernil. hhmmm!! y el cuerito estaba bien crujiente. YA! no te hago mas fiero.
Ups! envié un comentario y no me lo publicaron.
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