jueves, 9 de febrero de 2006

Ellos, los homosexuales. Ellas, las lesbianas.

He estado leyendo varias expresiones de líderes religiosos en contra de los homosexuales y las lesbianas. Cuando hablan lo hacen con una pasión que llama la atención. Llama la atención porque si estos líderes hablaran con la misma energía en contra de los verdaderos problemas que afligen a nuestro país podrían hacer una diferencia en la calidad de vida de Puerto Rico.

Si reenfocaran sus energías para condenar la pobreza, la corrupción y el abuso de poder de políticos de pacotilla que no aceptan las decisiones de un pueblo, harían una diferencia. Si le dieran de beber al que tiene sed y de comer al que tiene hambre harían una diferencia. Si salieran de sus iglesias y les construyeran casas a los sin hogar harían una diferencia. Pero no. Para muchos de ellos es más importante condenar a todo un grupo de personas que no comparten sus prácticas sexuales. Porque de eso es de lo que se trata.

Lo único que diferencia a un homosexual o lesbiana de los heterosexuales es el tipo de práctica sexual. Y eso, y se pueden perder para el mismo carajo todos los que difieran, es un derecho fundamental de cada individuo. Para mí es un asunto bien sencillo. Me importa una pacotilla si dos hombres se enamoran o dos mujeres deciden compartir delicias sexuales. Que lo disfruten a su manera, que yo lo disfrutaré a la mía. Que significa que al fin y al cabo todos saldremos ganando. Lo que no soporto es la hipocresía de los pseudo cristianos que predican el infierno, el azufre y el lago de fuego para los que no piensan como ellos.

Esas iglesias están controladas por una serie de machos que ni siquiera respetan el derecho de las mujeres a la libre expresión y les citan de la biblia lo que escribió el apóstol Pablo en 1ª a Corintios 14:34: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones”. Por supuesto Pablo respondía al machismo de su época. Esas iglesias están controladas por una sarta de hipócritas que se encierran en sus cuatro paredes a predicar con súper megáfonos las maravillas del infierno que nos espera a los que no pensamos como ellos. Que salgan de esas paredes y hagan algo de valía por esta nación. Gritando no van a lograr nada. ¿Por qué nos sorprende el radicalismo de algunos musulmanes si en nuestro entorno hay gente tan fanática como los peores terroristas de Al-Qaeda? Y dale con los homosexuales y las lesbianas. Si al fin y al cabo, esa gente maravillosa siempre estará con nosotros. Si al fin y al cabo son parte de nosotros. Si al fin y al cabo, pensándolo bien, no hay diferencias.


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2 comentarios:

  1. Muy bien dicho!! Estoy tomando un curso sobre la intervencion del trabajador social con los homosexuales y puede que use tu escrito como referencia. Claro, te citaré como corresponde y te daré el debido merito en la bibliografia.

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