Cometí el error usual de encender el televisor y ver las noticias locales. Habían comenzado las clases y los periodistas habían vuelto a su ritual anual. Buscaron dos o tres escuelas fuera de condiciones y formaron todo un argumento sobre cómo el Departamento de Educación no estaba preparado para el inicio del semestre. Que si faltaba pintura, baños dañados, escuelas con basura. Todos los años la misma cantaleta. Claro que todas las escuelas reseñadas eran del Área Metropolitana de San Juan porque los reporteritos no tienen tiempo de desplazarse más allá de un radio de par de millas de la estación.
Hoy participé de una actividad con unos cincuenta maestros de las regiones educativas de Caguas y de Ponce. Había varios directores presentes. Estamos estableciendo lazos de cooperación entre ellos y la universidad. Como pares. Como colegas. Todos tenemos el mismo propósito. Mejorar la enseñanza de ciencias y matemáticas en Puerto Rico. Nos hablaron de sus problemas. Nos hablaron de sus preocupaciones. Nos hablaron de sus retos. Pero lo que permeó fue un positivismo contagioso. Una pasión por la enseñanza. Un compromiso irreductible. Entonces pensé que los reporteritos no lo son. Son reporteros los que reportan la realidad del país. Hay problemas, eso está claro. Pero hay soluciones. Hay miles de cosas trascendentales sucediendo todos los días. Que hay dos o tres escuelas con problemas no es un secreto. Que tampoco son dos o tres sino muchas más. Lo que sucede es que para los reporteritos no es materia de primera plana que María, la de los padres divorciados y que vive en la pobreza extrema, lleva años sobresaliendo en la escuela. Ni que Juanito, en un ambiente donde permea la droga y la violencia, ha decidido en la oscuridad de su cuarto que él saldrá de allí hecho un profesional. Ni que la maestra Marta, en algún rincón de la nación, gasta de su dinero para comprar los materiales pedagógicos que por las razones que sean no llegan a su escuela.
Los maestros hablaron entusiasmados de lo que sucede en sus escuelas. Pero más que sus palabras me impactó su energía. La seguridad que destilaban de que lograrían sus propósitos. Entonces me llegó la oración completa y redonda. Nos gusta flagelarnos y criticarnos, resaltar todo lo negativo pero no cabe la menor duda, no importa lo que digan los reporteros. Este país está mejor de lo que pensamos.
Hoy participé de una actividad con unos cincuenta maestros de las regiones educativas de Caguas y de Ponce. Había varios directores presentes. Estamos estableciendo lazos de cooperación entre ellos y la universidad. Como pares. Como colegas. Todos tenemos el mismo propósito. Mejorar la enseñanza de ciencias y matemáticas en Puerto Rico. Nos hablaron de sus problemas. Nos hablaron de sus preocupaciones. Nos hablaron de sus retos. Pero lo que permeó fue un positivismo contagioso. Una pasión por la enseñanza. Un compromiso irreductible. Entonces pensé que los reporteritos no lo son. Son reporteros los que reportan la realidad del país. Hay problemas, eso está claro. Pero hay soluciones. Hay miles de cosas trascendentales sucediendo todos los días. Que hay dos o tres escuelas con problemas no es un secreto. Que tampoco son dos o tres sino muchas más. Lo que sucede es que para los reporteritos no es materia de primera plana que María, la de los padres divorciados y que vive en la pobreza extrema, lleva años sobresaliendo en la escuela. Ni que Juanito, en un ambiente donde permea la droga y la violencia, ha decidido en la oscuridad de su cuarto que él saldrá de allí hecho un profesional. Ni que la maestra Marta, en algún rincón de la nación, gasta de su dinero para comprar los materiales pedagógicos que por las razones que sean no llegan a su escuela.
Los maestros hablaron entusiasmados de lo que sucede en sus escuelas. Pero más que sus palabras me impactó su energía. La seguridad que destilaban de que lograrían sus propósitos. Entonces me llegó la oración completa y redonda. Nos gusta flagelarnos y criticarnos, resaltar todo lo negativo pero no cabe la menor duda, no importa lo que digan los reporteros. Este país está mejor de lo que pensamos.
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