jueves, 7 de diciembre de 2006

Un Peo Terrorista

Viajar por avión se me hace cada vez más difícil. No el acto mismo del viaje sino antes de abordar el avión. Las largas filas y los agentes de la Agencia de Seguridad del Tránsito asegurándose de que nadie cargue a bordo desodorantes, cremas, pastas de dientes. La pila de envases higiénicos incautados en una mesa es impresionante. Me pregunto qué harán con esa cantidad masiva de productos decomisados. ¿Los venderán los agentes? ¿Los regalarán a sus familiares? Porque muchos son completamente nuevos, todavía con sus envolturas. Luego está el asunto de los zapatos. Y sacar la computadora de su bulto. Y recogerlo todo y ponerse los zapatos otra vez con el temor natural de perder el vuelo.

Todo esto me asusta porque se ha vuelto una rutina. Las rutinas, por su propia naturaleza rutinaria, son naturalmente predecibles. Mi temor es por la complacencia de las autoridades norteamericanas que cuando establecen una rutina sienten un falso sentido de seguridad y bajan la guardia. Yo les aseguro que ningún terrorista está tratando de armar una bomba con desodorantes y pasta de diente en estos días. Y mucho menos llevar explosivos en los zapatos. Así que cuando viajo sufro, literalmente, la convicción de que el gobierno está perdiendo el tiempo y malgastando sus recursos. Y porque me atemoriza saber que por algún otro lado algún terrorista, la rutina ya descifrada, se está colando con una nueva estrategia. Es que me enferma el que si de alguna forma se pueden formar bombas con desodorantes, cremas faciales y pastas de diente, ¿por qué diablos los servicios de inteligencia norteamericanos no previeron esta posibilidad? Yo creía que esta gente se sentaba en mesas redondas y discutían preguntas como “¿Qué yo haría si fuera terrorista?” “¿Cómo puedo colar una bomba en un avión sin que nadie se entere?” Porque eso es lo que iba a suceder en Gran Bretaña.

Lo que está sucediendo en los aeropuertos, y por supuesto en todas las ramas de gobierno, es que están reaccionando a lo que hace el enemigo. Y cuando se reacciona es porque el otro lleva la ofensiva y la delantera. Cualquier podría ser un buen terrorista porque esta gente que veo a cargo de la seguridad es tan imbécil que cualquiera con un módico de inteligencia los puede engañar.

Recientemente en el aeropuerto de Isla Verde la persona a cargo de cotejar los documentos de vuelo era un tipo con cara de atorrante, mal vestido y sin ninguna identificación. Mahones, camiseta, zapatillas de correr y pidiendo documentos. Yo me negué, por supuesto, a someterle mis documentos a un extraño. Simplemente le dije que no. Me miró sorprendido y le dije que sólo se los daría a alguien debidamente identificado como un agente de seguridad. Molesto se metió la mano en el cuello y sacó una tarjeta de identificación colgada de un guindalejo. Más molesto yo le exigí que la tuviera a la vista todo el tiempo. Era mi derecho. Era su obligación. Lo sorprendente para mí es el número de personas a los que no les importó mostrarle sus documentos a un total extraño sin identificación.

Esta reflexión viene al punto porque pronto viajaré a Estados Unidos. Pronto sufriré otra vez la fila. No llevaré desodorante, ni pasta de diente, ni crema de afeitar. Ninguna de esas armas de destrucción masiva. Sólo pido pasar la fila sin desavenencias, que el tipo de seguridad esté identificado, que no suene la chicharra porque tengo alguna moneda en el bolsillo y no perder el avión. Llevaré algo de comer para el avión porque ya no dan comida, sólo una bolsita inapetente. Y pido que no haya una señora enferma del estómago. Sí porque en estos días un vuelo fue aterrizado de emergencia por un leve olor a fósforo encendido que sintieron algunos pasajeros. Sucede que alguna señora padecía de algún trastorno digestivo grave que le hacía tirarse unos peos dignos de un terrorista. Presumo que se los tiró en el baño, que es el sitio perfecto para aliviar esos estreses en un avión. Asustada por el mal olor cometió el gran error de prender par de fósforos para opacar la peste.

El olor a fósforo quemado, no a peo, causó un gran malestar y terror en algunos pasajeros. La nave fue desembarcada, los pasajeros tuvieron que tomar algún otro vuelo y seguramente llegaron tarde a sus destinos.

Pensándolo bien no me comeré la pasta con ajo frito y guingambó que acabo de preparar.

Historia relacionada: Lea la verdadera historia de la pasajera flatulenta que obligó a desviar un vuelo oprimiendo AQUÍ



Tags:


RANKING


5 comentarios:

  1. Anónimo3:20 a. m.

    ¡Coño! Edwin noticas frescas... lo de las flatulencias de la doña ya te lo conté yo hace dos días... no me lees.

    A cuento de todos los inconvenientes que el ciudadano corriente se encuentra para viajar en avión se me olcurre comentarte lo sucedido hace unos día en Lonfres.

    Si claro, el ciudadano tendrá que practicar el naturismo para que se le permita subir a un avión y ponerse una lavativa y tomar un diurético a la entrada del finger y en presencia de un agente de la autoridad competente evacuar sus basurillas, sólidas, cremosas y líquidas, aunque no está previsto por el departamento correspondiente quien será el encargado de pasarle el papel por sus partes. Pero, sin embargo, los esbirros de Putin atraviesan toda Europa en avión comercial con un maletín con polonio 210 para envenenar en Londres a un antiguo agente del KGB, Alexander Litvinenko. El cual falleció el pasado 23 de noviembre en un hospital londinense, donde residía en calidad de asilado político. Antes de morir, acusó a los servicios secretos de Moscú y al propio presidente ruso, Vladimir Putin, de haberle envenenado. ¡Coño! y de esto ni se enteran los sagaces funcionarios encargados de la seguridad de los aeropuertos...
    Que el polonio 210 ha viajado por toda Europa lo ratifica que los expertos de la policía británica hayan hallado "pequeños" restos de radiación en la embajada del Reino Unido en Moscú, según informaron fuentes diplomáticas británicas en la capital rusa.
    Tabién que aparecieran rastros de esta sustancia radiactiva en el estadio del equipo de fútbol Arsenal de Londres. Hasta el momento se han detectado rastros del isótopo radiactivo en al menos otros 12 lugares en Londres y dos aviones de British Airways. Además, cerca de una veintena de personas que viajaron en dichos aviones han sido sometidas a pruebas específicas para comprobar si habían estado expuestas a radiación, dando positivo los análisis efectuados.
    En el círculo más cercano a Litvinenko, tanto el profesor italiano Mario Scaramella, que se había reunido con él poco antes de su muerte, como la mujer del ex espía ruso han dado positivo en los test de contaminación con Polonio 210.

    De siempre me ha llamado la atención la prepotencia de la policía con el ciudadano normal y corriente, tanto si ha hecho algo mal como si no, y su inoperancia, ineptitud e incompetencia cuando se trata de detectar y bloquear a auténticos delincuentes.

    ResponderBorrar
  2. Esto me hizo recordar la última vez que viaje, donde decidí no utilizar nada que pudiera causar que la chicharra idiotizada sonara. Pero entonces estaban "seleccionando al azar" para hacer una inspección más minuciosa y caí en la bendita gracia. Allí estabamos un sr. alemán con su nieto, una afroamericana y yo [una boricua] mientras veíamos pasar las demás personas como tal cosa... fue horrible.

    Espero que todo salga bien y que las cosas en el aeropuerto esten "mejor" dentro de lo que cabe.

    Saludos y buen viaje!

    ResponderBorrar
  3. Anónimo2:27 p. m.

    ¡coño! Edwin, no me digas que me censuras e impides publicar un coemntario...

    ResponderBorrar
  4. Anónimo1:27 a. m.

    Es curioso lo que sucede con un comentario, que el sistema impide que aparezca en el blog... no digo nada del otro mundo, ni insulto, ni ataco, ni... pero debe haber en él alguna palabra que el sistema considera "políticamente incorrecta" y me responde: Su HTML no es aceptable: Tag is broken.

    Aunque acabo de detectar un signo ortográfico, de estos que se cuelan involuntariamente al pulsar una tecla que no corresponde, así que voy a dejarlo nuevamente por ver sí es ésta la razón de ese impedimento.

    Voilá:

    Oye pollastre picú, dicen que aquel borracho, adocenado, inmoral y cabrón Ernest Heminguay, hoy literariamente endiosado, decía: si quieres saber qué es la autoridad, pónle a un español una gorra de plato en la cabeza.

    No iba descaminado el andóbal, pero particularizó en los españoles los reposos y resacas en mazmorra de sus legendarias borracheras, las cuales acabaron con dos cartuchos de caza en su boca. Pero lo que decía este más mitificado por borracho irredento e impenitente que por escritor, es que su dicterio, real o apocrifo, es extensible a todos los cabezas huecas, que abundan, y llenan las comisarías del mudo, y... no digamos si estos hijosdeputa son los que engrosan un ejército, cuzalequiera... sólo son capaces de avasallar a los débiles e inermes armados solamente de buena voluntad...

    ResponderBorrar
  5. Anónimo1:32 a. m.

    En efecto, that is the problem. El jodido signo ... que no pongo ahora para reconocer mi error pudiéndose leer este mensaje

    ResponderBorrar

Opina aquí