Héctor Ferrer, presidente del PPD, digo del PNP, digo del PPD, digo...

Siguiendo la estrategia ampliamente usada por otros políticos de asumir una posición en cuatro patas y bocabajo, el presidente del Partido Popular Democrático le envió una carta a Barack Obama pidiéndole ayuda económica para Puerto Rico. Siguiendo la estrategia ampliamente usada por políticos estadounidenses cuando un bocabajo boricua les pide migajas, el gobierno de Obama le respondió a Ferrer a través de un funcionario de quinto o sexto nivel en la Casa Blanca.

En una escueta carta escrita por un tal Luis Miranda, director de medios hispanos, le informaron a Ferrer lo obvio: que la administración Obama tratará los asuntos de Puerto Rico a través del gobernador Luis Fortuño y el Comisionado Residente Pedro Pierluisi. Un tapaboca mayúsculo. Un bochorno. Una bofetada. Eso es lo que sucede cuando una persona no tiene autoestima propia. Le escribe cartitas al amo suplicándole que lo mire. Eso lo produce la cultura del colonizado.

Para añadirle sal a la herida el tal Luis Miranda no es ni siquiera puertorriqueño sino colombiano. Tremendo el logro de Ferrer. Por supuesto que el presi no actuó solo sino bajo la influencia de José Alfredo Hernández Mayoral, hijo del ex gobernador popular Rafael Hernández Colón. Los Hernández, junto a Roberto Pratts y dos o tres asimilistas dentro de las filas del PPD, están tratando de asegurar el poder dentro de ese partido alarmados ante la influencia de miembros con ideas más liberales, los llamados soberanistas, que buscan una redefinición de la relación actual entre Estados Unidos y Puerto Rico. Entienden éstos que ambos países tienen que entrar en un nuevo pacto no colonial, según definido por la Naciones Unidas.

Los asimilistas, por otro lado, mantienen que la relación actual no es colonial y que lo que necesita el Estado Libre Asociado es más poderes supeditados al poder del Congreso de EEUU. No están muy lejos ellos de lo que buscan los estadoístas. Si esa facción logra controlar el PPD estarán asegurando su destrucción como institución política. Sí porque mientras la base de ese partido pide más autonomía y se mueve hacia la izquierda ideológica ellos se mueven más hacia la derecha, acercándose a la plataforma del Partido Nuevo Progresista.

Y lo que sucederá es inevitable. Algún colombiano de Casa Blanca les enviará una carta, vía fax, preguntándoles que por qué no han dado el salto al PNP.