Un estudio publicado el 20 de enero en la revista Nature revela un comportamiento inesperado entre espermatozoides de una misma especie: docenas de ellos se buscan, se pegan y se mueven en conjunto en ruta hacia el óvulo. Los estudios fueron hechos con dos ratones de especies distintas: Peromyscus maniculatus y Peromyscus polionotus. Ambos viven silvestres en América del Norte y se distinguen porque P. maniculatus es altamente promiscuo mientras que P. polionotus es monógamo. De hecho las hembras de P. maniculatus pueden tener sexo con varios machos en cuestión de minutos.
Curiosamente si se mezclan espermatozoides de ambas especies in vitro el 75% se juntará con espermatozoides de la misma especie. Además, se ha derterminado que los espermatozoides que se unen nadan hasta un 50% más rápido que los nadadores solitarios, lo que se puede interpretar como una interesante adaptación evolutiva para favorecer a unos espermatozoides sobre otros.
Los estudios, por Heidi Fisher y Hopi Hoekstra de la Universidad de Harvard, demostraron algo más significativo. Si mezclaban espermatozoides de dos machos de la misma especie, en este caso de los promiscuos P. maniculatus, los espermatozoides de un mismo macho se reconocían y se juntaban para nadar juntos. La selección natural les ha provisto de un mecanismo para no sólo reconocerse, sino ayudarse para favorecer a un individuo sobre otro. De hecho, en el caso de los monógamos P. polionatus, si se mezclan espermatozoides de dos o más individuos éstos no discriminan y se mezclan entre sí felizmente. Y es que en la monogamia no requiere de mecanismos de competencia de reproducción sexual.
Estudios similares con otras especies indican que el fenómeno no es exclusivo de estos ratones. No se conoce aún cuál es el mecanismo molecular que da lugar a este comportamiento, pero obviamente involucra moléculas de reconocimiento en las membranas celulares de los espermatozoides.
Sería interesante estudiar si este fenómeno ocurre en los humanos. Aunque la presión social dicta que los humanos seamos monógamos (en la mayoría de las culturas), de facto existe un alto grado de poligamia, no en el sentido social de casarse sino en el biológico de aparearse con más de una persona. Así que es probable que la evolución haya conservado, aún en los humanos, algún mecanismo que le permita a un espermatozoide gritarle a otro: oye hermano, dame pon!
© Edwin Vázquez de Jesús
Tremenda nota, yo por mi parte pienso que la monogamia es ensenada en nuestra cultura y que no necesariamente debe ser asi. No es que justifique la promiscuidad, pero este discurso de que debemos estar con una sola persona en eso que es el matrimonio envuelve otros elementos atados al poder y al control, religion, politica, etc. Hay que abrir la mente a otras cosas, como lo que explicas aqui.
ResponderBorrarInteresante descubrimiento. Aparentemente, en la naturaleza se da la monogamia y la poligamia y no me parece que haya preferencia (o si?). ?Por qué un tipo de mono ha evolucionado a ser monógamo y otro polígamo? ?que ventaja hay para uno que no sea ventajoso para el otro?
ResponderBorrarAsí que el que los humanos hayamos establecido, al menos en muchas culturas, que debemos mantenernos juntos en familia puede que sea parte natural y parte por conveniencia o entendimiento de que sobreviviremos mejor. Está por verse el experimentito con humanos.
Vroni:
ResponderBorrarTe entiendo perfectamente y estoy de acuerdo. Por supuesto serás malinterpretada.
Fini:
ResponderBorrarDe acuerdo. Opino, y creo que por ahí es que va Vroni, que la monogamia que hemos establecido es parte de un contrato de carácter social, no natural. No estoy emitiendo un juicio sobre el mismo, sólo caracterizándolo. El juicio me lo reservo.
Gracias por los comentarios.