No sé si fueron las berenjenas con repollo hervido. Tal vez el libro sobre el poder nutricional de los vegetales. O quizás el huerto recuperado en estos días de vacaciones. Debe haber sido la copa de tinto riojano. Pero la revelación llegó como un huracán.
Salí disparado a la alacena y leí las etiquetas: calcium disodium EDTA, Red 40, Acesulfame Potassium, Modified Corn Starch, Sodium Polyphosphate, Monosodium Glutamate…y la gran verdad rodando por los labios como el “Contemplado” de Pedro Salinas: “estás comiendo mierda”.
Así sucedió con la cosmovisión medieval. Tuvo que venir Copérnico y luego Galileo para romper con una de las concepciones más arraigadas de la historia antigua: que la Tierra es el centro del Universo y el Sol gira alrededor de ésta. Obvio. La gente lo veía salir por las mañanas y moverse a través de la cúpula celeste. Se movía el Sol. La Iglesia tomó como una herejía este nuevo conocimiento que Galileo exponía. Al final Galileo tuvo la razón.
La revelación que tuve no fue nada revolucionario. Es una de esas cosas que es evidente pero toma tiempo aceptarlas. Para muchos parecerá una tontería. Pero que se meta en las profundidades de la corteza cerebral y establezca sinapsis de larga vida es otra cosa.
Es un asunto de comida. Pero de comida de la tierra. Cosas que salieron de una planta vegetal y no de una planta procesadora. Es la convicción de que la evolución nuestra no fue un evento divorciado de la evolución de las plantas que nos alimentan como no lo fue la evolución de los insectos que polinizan a esas plantas. Somos uno. Abeja y flor, abeja y hombre, abeja y mujer.
Por eso los colonizadores de Europa que salieron de África produjeron menos melanina. El pigmento negro que absorbe los rayos dañinos de la luz ultravioleta no hacía tanta falta en el hemisferio norte. Pero sobre todo estuvo el hecho de la falta de alimentos que proveyeran vitamina D en aquellas regiones. Dado que la piel puede producir esta sustancia, pero si es inducida por los rayos del sol, resultaba ventajoso en términos evolutivos producir poca melanina. De ahí la tez más clara de los norteños.
La gran revelación se ramificó. La naturaleza tiene todo lo que necesitamos, no el supermercado. Los aguacates producen sustancias que reducen el colesterol malo en la sangre. Las berenjenas son diuréticos naturales. Los tomates tienen antioxidantes que nos protegen del cáncer. Hemos evolucionado paralelamente para protegernos el uno y el otro. Casi un caso de mutualismo pero a una escala mayor.
Miré nuevamente a mi huerto. Los tomates paridos. Las berenjenas florecidas. Los pimientos madurando. Y los ajíes dulces y picantes listos para la cosecha. Pensé entonces en la basura que nos echan en las hamburguesas callejeras. El pollo frito de la franquicia venenosa. La decisión fue fácil. No vuelvo a comer basura enlatada, basura congelada, basura procesada.
Si no lo puedo cocinar no lo comeré.
Edwin Vázquez
Salí disparado a la alacena y leí las etiquetas: calcium disodium EDTA, Red 40, Acesulfame Potassium, Modified Corn Starch, Sodium Polyphosphate, Monosodium Glutamate…y la gran verdad rodando por los labios como el “Contemplado” de Pedro Salinas: “estás comiendo mierda”.
"Perhaps the mystery is a little too plain" (The purloined Letter, Edgar Allan Poe)Hay verdades tan evidentes que no las vemos por la ofuscación del día a día. Edgar Allan Poe lo ilustró muy bien en su cuento “The Purloined Letter” según el cual la evidencia crucial contra el protagonista, la carta inculpatoria, no había sido encontrada por la policía después de virar su departamento al revés. No la encontraron porque estaba en un lugar obvio. Lo que sucede es que cuando las personas se hacen de una idea se les hace difícil ver lo que está frente a sus narices. Thomas Kuhn abordó el tema en "La Estructura de las Revoluciones Científicas. En esencia nos decía que la verdad aceptada por las sociedades era un constructo de experiencias que no necesariamente eran ciertas. Aún así, existía, existe, una oposición natural hacia las ideas nuevas. Pero tarde o temprano nuevas ideas emergen, nuevas explicaciones son ofrecidas y lo que antes se daba por hecho es ahora parte de la ignorancia histórica. Hasta que llegue una nueva explicación. Le llamó "revoluciones paradigmáticas".
Así sucedió con la cosmovisión medieval. Tuvo que venir Copérnico y luego Galileo para romper con una de las concepciones más arraigadas de la historia antigua: que la Tierra es el centro del Universo y el Sol gira alrededor de ésta. Obvio. La gente lo veía salir por las mañanas y moverse a través de la cúpula celeste. Se movía el Sol. La Iglesia tomó como una herejía este nuevo conocimiento que Galileo exponía. Al final Galileo tuvo la razón.
La revelación que tuve no fue nada revolucionario. Es una de esas cosas que es evidente pero toma tiempo aceptarlas. Para muchos parecerá una tontería. Pero que se meta en las profundidades de la corteza cerebral y establezca sinapsis de larga vida es otra cosa.
Es un asunto de comida. Pero de comida de la tierra. Cosas que salieron de una planta vegetal y no de una planta procesadora. Es la convicción de que la evolución nuestra no fue un evento divorciado de la evolución de las plantas que nos alimentan como no lo fue la evolución de los insectos que polinizan a esas plantas. Somos uno. Abeja y flor, abeja y hombre, abeja y mujer.
Por eso los colonizadores de Europa que salieron de África produjeron menos melanina. El pigmento negro que absorbe los rayos dañinos de la luz ultravioleta no hacía tanta falta en el hemisferio norte. Pero sobre todo estuvo el hecho de la falta de alimentos que proveyeran vitamina D en aquellas regiones. Dado que la piel puede producir esta sustancia, pero si es inducida por los rayos del sol, resultaba ventajoso en términos evolutivos producir poca melanina. De ahí la tez más clara de los norteños.
La gran revelación se ramificó. La naturaleza tiene todo lo que necesitamos, no el supermercado. Los aguacates producen sustancias que reducen el colesterol malo en la sangre. Las berenjenas son diuréticos naturales. Los tomates tienen antioxidantes que nos protegen del cáncer. Hemos evolucionado paralelamente para protegernos el uno y el otro. Casi un caso de mutualismo pero a una escala mayor.
Miré nuevamente a mi huerto. Los tomates paridos. Las berenjenas florecidas. Los pimientos madurando. Y los ajíes dulces y picantes listos para la cosecha. Pensé entonces en la basura que nos echan en las hamburguesas callejeras. El pollo frito de la franquicia venenosa. La decisión fue fácil. No vuelvo a comer basura enlatada, basura congelada, basura procesada.
Si no lo puedo cocinar no lo comeré.
Edwin Vázquez
Me volvió a dar bajón de un pastelón de berenjenas con carne molida de pavo, esta vez quiero acompañarlo con una ensalada de lechuga romana, tomate, cebolla picadita, aceitunas, un poco de queso rallado o queso parmesano y guacamole de aderezo. Hhmmm!!!!
ResponderBorrarSiga disfrutando de sus vacaciones y metiéndole mano al huerto.
Zue ;-)
Zue:
ResponderBorrarYa sé cómo se hace. Pronto, muy pronto...
¿Cómo se la comería la patrullera Zenia?
ResponderBorrar¡ajá! ¿Quizá por donde Raúl?
Me encanta. Un viejo yerbero (no de cannabis, sino conocedor de las plantas medicinales) me dijo una vez que todo lo que necesitabamos para sanar estaba en nuestro entorno natural. Eso lo saben los gatos y los perros que se purgan con plantas cuando enferman. Se llamaba don Paco López. El profesor Henri Alain Liogier recogió todo el conocer folclórico de las plantas medicinales del Caribe y lo puso en un libro que apuesto pocos de nuestros médicos conocen. Liogier era botánico francés, una respetada eminencia que se desempeñó en La Habana, NY, Sto. Domingo y dedicó muchos años al Jardín Botánico de la UPR como taxónomo. Su libro es un tesoro que conservo y consulto.
ResponderBorrarMyrisa:
ResponderBorrarTe envidio por el libro. Gracias por el comentario.
"La naturaleza tiene todo lo que necesitamos, no el supermercado." Exactamente!! Si la gente pudiera darse cuenta de la verdad de este dicho todos estariamos mucho mas saludables. Es por esta razon que mas me gustan productos mexicanos y comidas mexicanas que a los que uno encuentra aqui en los estados unidos. Tienen la tendencia, productos mexicanos, de ser mas naturales.
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