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viernes, 16 de enero de 2009

Pollito Chicken My Eye

Aquí se habla español. La realidad es que esta es una nación básicamente monolingüe. Se ha estimado que sólo un 15% de los puertorriqueños puede hablar con fluidez el idioma inglés a pesar de que éste se nos enseña desde el primer grado. ¿Cómo es posible que, tras doce años de enseñanza de esa lengua en las escuelas, nuestros estudiantes no lo entiendan? 

La respuesta es sencilla: nos lo enseñaron mal. Y la culpa la tiene la cancioncita esa: “pollito chicken, gallina hen, lápiz pencil y pluma pen”.  Es que la canción misma está incorrecta. En términos generales, la palabra para pollito es chick. Chicken, aunque puede incluir a pollitos, usualmente se usa para gallinas adultas. Si ve a una chica guapa y quiere decirle qué pollita linda jamás le diga “What a nice chicken”. A ninguna mujer le gusta que le digan gallina. Y qué de la franquicia Church’s Fried Chicken? ¿Creen que se refería a pollitos? Lean cómo sonaría en español: Pollitos Fritos de la Iglesia! Y muchos que habría que comerse porque son tan pequeñitos que un combo debería tener como quince. Eso sin entrar en el problema de una orden de sólo muslitos o alitas. 

Para complicar las cosas la pronunciación del inglés es difícil y a veces arbitraria. Hace muchos años le explicaba a un estudiante norteamericano algo sobre la sangre. Por más que trataba él no entendía de qué le hablaba. Yo insistía hablándole de la blud y él nada. De pronto se le iluminaron los ojos y gritó blod! Allí mismo maldije la falta de congruencia en la pronunciación. Si “wood” se pronuncia wud y “room” es rum, ¿por qué rayos “blood” se pronuncia blod?


No creo que se haya hecho un estudio de cuántos de nuestros estudiantes entienden el difícil pero presumo que son los menos. Esto toma mayor importancia en las ciencias naturales donde prácticamente todos los libros de texto usados son en inglés. De hecho, en nuestro sistema universitario hay cursos de ciencia impartidos en esa lengua. Algunos argumentan que es necesario usar textos en inglés porque nuestros estudiantes tienen que aprender un idioma que es, de facto, la lingua franca de las ciencias y las comunicaciones internacionales. 

Estoy de acuerdo con que deben aprender inglés. Yo soy bilingüe y eso me abre unos accesos que están cerrados para el que sólo habla español. Pero en mis cursos de biología yo no estoy allí para enseñar inglés, sino biología. Cada vez que puedo les doy el equivalente en inglés de un término científico. Pero eso es otra cosa. Lo ideal es que la clase sea impartida en español y si se usa un texto, que ya no son tan necesarios, que sea en español también. 

Hay quienes abogan porque todas las clases, incluyendo ciencias y matemáticas, sean impartidas en inglés desde la escuela elemental. Eso quería Víctor Fajardo, ese ladrón miserable que se robó el dinero de nuestros niños. Si lo dejaban, él y sus secuaces enseñaban el español en inglés. No en vano dicen que los españoles entraron por Aguada, los norteamericanos por Guánica y la corrupción por Fajardo.  Eddie Dee, un rapero, lo expresó muy bien en una canción de reggaetón: “No me importa si te gusto o te disgusto, pues mi diploma de cuarto año está firmado por un corrupto”.  

Mientras tanto, el Departamento de Educación de Puerto Rico debe cambiar su enfoque de enseñar el inglés como un segundo idioma a inglés como una lengua extranjera. Porque después de todo, eso es lo que es. Si no lo hace y nos quedamos con la cancioncita esa a lo más a que podremos aspirar es a que nuestros estudiantes construyan oraciones como “the chicken has pens”.

© Edwin Vázquez

Para compartir este artículo envía el siguiente enlace vía email: http://tinyurl.com/9q9mmg

domingo, 4 de enero de 2009

El Problema de los Estadoístas es el Español

Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros» (Génesis 11:1-9).

Si existe una sola razón que evitará que Puerto Rico se convierta jamás en un estado de los Estados Unidos es el idioma.  Podríamos entrar en análisis profundos sobre la relación lenguaje-nación pero basta con unos pocos ejemplos para explicar por qué Puerto Rico jamás será anexado a la república del norte.  Ciertamente el argumento "racial" se cayó de la mata hace tiempo.  Algunos analistas políticos alegaban que Estados Unidos jamás incorporaría a un país "mulato".  Este argumento siempre me pareció extremadamente simplista y carente de sustancia. 

La realidad es que la "raza" (en comillas porque el concepto se ha desmoronado ante la evidencia genética del genoma humano) es el menos de los obstáculos.  En Estados Unidos ya viven unos 45 millones de latinos y añadir 4 millones más, de facto porque de jure ya nos espetaron la ciudadanía estadounidense, sería poca cosa.  Súmele a esto el  cambio revolucionario en la política estadounidense al elegir como presidente a un blanco-africano y el color de la piel ya no es un issue.  Y que nunca lo fue dado el hecho de que los puertorriqueños no tienen un fenotipo definido.  Es el placer de ser, "racialmente", satos.  No olvidemos tampoco que Hawaii fue convertido en estado aún cuando una gran parte de sus habitantes eran orientales (í.e. hawaianos).

Pero cuando hablamos de idioma es otra cosa.  Los estadounidenses lo reconocieron temprano poco después de la invasión en el 1898 cuando instituyeron la educación pública en inglés.  La idea era que el español pasara a segundo plano o desapareciera  como la lengua de la tierra.  Apostaron mal.  Subestimaron el apego de los puertorriqueños al castellano y chocaron con una pared inquebrantable.  "El difícil" le llamaron los jíbaros a ese idioma sin reglas fijas de pronunciación, a diferencia del español.  "Blood" (sangre) se parece a "wood" (madera) en su forma escrita.  Sin embargo la primera se pronuncia "blod" y la segunda "wud". 

Hasta hicieron canciones infantiles para que aprendiéramos el inglés y le cogiéramos cariño:  "Pollito chicken, gallina hen, lápiz pencil y pluma pen".  Excepto que la cancioncita estaba mal porque pollito no es chicken (gallina), sino chick.  Ahí empezaron a meter la pata ("leg").

Un amigo polaco me contaba cómo los rusos, durante la época de la Unión Soviética, instituyeron el ruso como materia obligada en Polonia.  Excepto que los estudiantes no lo aprendían.  La misma cosa que acá:  desde los grados primarios el ruso era obligado (en nuestro caso, por supuesto, el inglés).  Tenían su propio díficil.  Me explicaba que en realidad no era por la dificultad sino por la intuición, en algunos casos, y el claro conocimiento en otros, de que esa era la lengua del invasor.  Esto resultaba en una resistencia natural de parte de los polacos que veían en el idioma ruso una extensión de la invasión a a su nación.  Y me decía que, observando lo que pasaba en Puerto Rico, estaba convencido de que aquí sucede un fenómeno similar.  Se preguntaba también por qúe el inglés es enseñado como un segundo idioma (English as a Second Language o ESL) y no como un idioma extranjero (English as a Foreign Language o EFL).  El enfoque pedagógico es muy distinto y me decía él que EFL daría mejores resultados en Puerto Rico.

Por supuesto esto nunca sucederá porque designar al inglés como idioma extranjero en un país donde ya fue declarado como un segundo idioma, sería una admisión de que somos una colonia de Estados Unidos. 

¿Cúan importante es el idioma en las relaciones entre naciones?  ¿Qué papel juega en las relaciones políticas entre los países?  Miremos el caso sencillo de Estados Unidos y Gran Bretaña.  Si existen dos naciones unidas en propósito y espíritu son esas dos.  Hasta el punto de que estaban dispuestas a invadir solas a Irak.  De hecho, durante la segunda guerra mundial, y aún hoy día, los británicos y estadounidenses comparten información de seguridad nacional sensitiva que no comparten con prácticamente nadie más.  ¿Qué les permite este nivel de cooperación?  El idioma, por supuesto. 

Ponga a un mexicano, un puertorriqueño, un colombiano y un estadounidense en un cuarto solos y adivinen quiénes se harán inmediatamente amigos?  Añada ahora a un inglés y se formarán dos grupos.  Claro que esta historia tiene variantes.  Si el puertorriqueño pertenece al 15% que es completamente bilingue, pero es un acomplejado, despreciará a sus colegas latinos y se unirá a los angloparlantes.

Es ahí donde los estadoístas no sólo fallaron sino que perdieron el tiempo.  Tenían que predicar el inglés.  Tenían que convencer a sus seguidores que sin inglés Puerto Rico nunca sería estado.  Les metieron en la cabeza un concepto digno de retardados mentales denominado "estadidad jíbara", como si un territorio que quiere incorporarse a la nación estadounidense le pudiera imponer condiciones al gobierno federal.   No que hubieran tenido éxito, pero habrían parecido menos incmpetentes.  Pero  ya es muy tarde. 

Por más que algunos alcaldes monolingües escriban los letreros de las carreteras en inglés, y escriban aberraciones como "San Juan City Police" en vehículos manejados por oficiales que no sólo no saben pizca de inglés sino que con dificultad se expresan en español, Puerto Rico es, y será, una nación que habla, llora, ríe y hace el amor en español.  Esa es la gran muralla. 

Por supuesto es importante aprender inglés.  A mis estudiantes les hablo de lo imperioso de que lo aprendan en esta economía global.  Mis hijas ya lo están aprendiendo.  Pero no a expensas de su lengua materna.  Para dominar otro idioma hay que dominar primero el propio.  Mi experiencia ha sido que entre más español aprendo más inglés aprendo.

No sé qué imagen de Puerto Rico tienen nuestros hermanos latinoamericanos.  Es bueno entonces hacer algunas aclaraciones.  En Puerto Rico se habla español.  Buen español, con los retos y problemas de una nación ocupada.  No se habla un patois caribeño ni un spanglish neoyorquino.  De hecho, como ejemplo, el español de las clases educadas en Puerto Rico compite, y cuidado, con el de las clases educadas de las naciones latinoamericanas y de España misma. Esto porque tenemos estampado como un carimbo que debemos defender el idioma ya que estamos en la guardarraya de la guerra idiomática.  En esas condiciones no permitimos anglicismos que los españoles aceptan, o los mexicanos, por mencionar a algunos. 

Así que cuando vayan los anexionistas a Washington a solicitar la disolución de la nación puertorriqueña y su fusión con la estadounidense Mr. Gueverson les preguntará:  "So, I take it that you Puerto Ricans all speak English right?  Because,  no English no statehood".  A lo que el Hon. senador Pérez le dirá:  "escus me, culd yo repeat that slowly?  Nice."